“…Si no hablas creole, se dice que no eres antillano, que
hay cosas del país que no podrás comprender. Pienso que un escritor no tiene
lengua materna. Me llevó muchísimo tiempo pero comprendí que lo que cuenta es
alcanzar a hacer con las palabras y los sonidos algo que te represente.”(*)
Maryse Condé - Escritora de Guadalupe |
Me pregunto si Maryse Condé, escritora francófona, la autora antillana de ese texto, trata de justificar
su desconocimiento del creole que, como a mucha gente de su generación y de
padres de nivel social medio-alto, les fue negado en Guadalupe. Del mismo modo
que en muchas partes de Italia y de España, durante largos períodos, los padres
castigaban a los hijos si usaban el dialecto local para comunicarse. ¿No es
acaso negarle a la gente su propio idioma, o su propia forma de comunicación,
negarle también una particular visión de las cosas?
En realidad como
escritor puedo aceptar que lo que cuenta
es alcanzar a hacer con las palabras y los sonidos algo que te represente, pero no alcanzo a asociar esa idea con la del grado de penetración que puede
tener un escritor sobre un mundo cuya lengua desconoce.
Desde afuera se alcanza a ver cosas que desde adentro no se
podrían ver. Milan Kundera y Freud dijeron cosas parecidas sobre este tema. Uno
refiriéndose a las etapas de la vida y el otro a la capacidad para penetrar en
el comportamiento humano. Hasta aquí hay una especie de coincidencia con la
autora que menciono. ¿Pero no existirá en la lengua otra parte, otro espacio de
comprensión y comunicación, oscuro para el extranjero? Si tuviera que elegir,
desde la sensibilidad, ya que no desde el conocimiento, afirmaría que sí. Por
algo el aprender otra lengua tiene tanto de descubrimiento.
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(*) Le Monde, viernes 15 de mayo de 2015 – Trad. E. M.
(*) Le Monde, viernes 15 de mayo de 2015 – Trad. E. M.
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