El Blog de Emilio Matei

sábado, 30 de noviembre de 2013

Celine Dion en francés

Ayer, de casualidad, descubrí lo que debería haber sido evidente teniendo en cuenta su nombre y su origen: Celine Dion es una francocanadiense, de origen francófono, que comenzó su carrera cantando en francés, ese francés que suena un poco raro que tienen los canadienses.
Por qué, entonces, yo la tenía registrada como cantante en inglés. Qué hizo que la comparara con cantantes norteamericanas.

No voy aquí a avanzar con su biografía. Para eso está Wikipedia que da infinidad de datos de la vida de esta cantante en la que el éxito y la calidad van juntos. Lo que quiero hacer notar es que en la música, en el arte, como en casi todo lo demás, Europa se refleja a través del espejo anglosajón-norteamericano. Por esa razón todo lo netamente europeo de Celine Dion, lo que la podría unir perfectamente a la Chanson française más tradicional, más interesante, desaparece de los medios de todos los países no francófonos.

Durante el show en Quebec que tuve oportunidad de ver por TV, Celine Dion me hizo sentir, como en reverberaciones sutiles, a figuras como Brel, Moustaki, Barbara, Hardy, Montand, Ferrat y, por qué no, Holliday y Vartan. ¿Parece una comparación excesiva? Puede ser, tal vez, pero eso fue lo que sentí y, ya se sabe, los sentimientos son lo que son y resisten al juicio.
   

viernes, 22 de noviembre de 2013

Estar vivo

Según publicó el diario británico The Independent hace algunos días, en Inglaterra y Gales hay un total de 12320 personas que tienen más de cien años. Los datos, que podrían ampliarse si se completara la totalidad del Reino Unido, no incluyen a Escocia e Irlanda.
La cifra es de por sí sorprendente. Pero lo será aún más si se agrega que en ese mismo espacio sobreviven 610 personas con más de ciento cinco años.

Por más que la supervivencia no se pueda separar de la determinación de los genes y de la suerte, los números nos están diciendo que la ciencia puede dar alguna respuesta a uno de los más grandes deseos de los hombres: vivir más y mejor.

Inglaterra tuvo, al menos hasta el advenimiento de la Tathcher y el neoliberalismo, una sociedad de bienestar en la que la medicina prepaga y la estatal compitieron en calidad. Una nueva mirada sobre la alimentación, las vacunas, una vida menos ligada a las necesidades básicas y un conocimiento científico que ganó batallas a infinidad de agentes patógenos, terminan con este éxito indudable.

Por supuesto, la ciencia como todo otro objeto o conocimiento en manos de los seres humanos no tiene más signo que el del que la manipula. La gente mala hará malos usos y la buena, buenos. Las herramientas para una vida mejor y más larga, entonces, están ahí, al alcance de todos. Claro, todos si no hay privilegios.

Todavía algunos podrán preguntarse cómo viven esos viejos. Y es posible que haya observaciones que le quiten o agreguen felicidad. La verdad, por cierto, no puede ser otra que entre estos viejos habrá felices e infelices, algunos que encontrarán en esa supervivencia la continuidad de una tortura que preferirían terminar, otros encontrarán en esa longevidad un premio inesperado que les permitirá seguir viviendo en un estado de felicidad. Y la mayor parte, alguna variante menos extrema entre las dos anteriores.


Como reflexión final me gustaría pedir que si me agarra un ataque de ganas de vivir en la naturaleza, alejado de las ciudades, tratando de alimentarme de los productos que yo mismo cultive o críe, me dejen hacerlo. Pero si me enfermo o si se puede prevenir alguna enfermedad mediante una vacuna, un análisis o un estudio clínico, llévenme al hospital lo más rápido posible. Háganlo aún si me encuentran rezando a alguna deidad esotérica, besando la tierra, ungiéndome de orines de un animal propicio o sosteniendo teorías trasnochadas e inverificables. Llévenme, como digo, de inmediato. Al fin de cuentas para ser un buen alternativo hay que estar vivo: no veo cómo honrar la vida estando muerto.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Pensar el arte

El problema no es lo que siento sino lo que soy capaz de expresar. Por eso, en cualquier expresión de arte, está la presencia del otro. Cuando se dice que uno crea para sí mismo lo que se está haciendo es priorizar la masturbación a la relación sexual.

El arte siempre implica la comunicación. Y para que haya comunicación tiene que existir el otro, el receptor, el que va a vibrar al unísono cuando la obra sea verdadera.
No se trata de que el artista sienta. Ni que sus sentimientos lo desborden. Todos los seres humanos sienten y eso no los convierte automáticamente en artistas, del mismo modo que todos los seres humanos piensan y eso no los convierte en filósofos. Se trata de la capacidad de comunicar esos sentimientos, esa mirada particular y subjetiva sobre el mundo o una parte de él, lo que agrega la condición de artista a una persona.
Tampoco comunicar alcanza. Todo ser humano comunica con sus gestos, con su comportamiento, con su lenguaje. La obra de arte establece una comunicación diferente que le es propia. Una en la que las reglas son específicas, aconceptuales, sintéticas y muchas veces irrepetibles. Toda obra de arte establece en su interior una nueva regla tan particular que, la mayor parte de las veces, muere en ella misma. Por eso la sensualidad no alcanza, la creación artística tiene una necesidad imperiosa de un orden. Orden casi siempre nuevo, creado para ella. Y ese orden es el que controla los sentimientos que dejados en total libertad le quitaría esencialidad, humanidad, a la obra.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Apenas dos kilómetros en la Buenos Aires de hoy

Lo que se ve en este post son fotos tomadas caminando por las veredas de Buenos Aires, en zona comercial, durante alrededor de dos kilómetros. Para los que conocen la ciudad, comencé en Sta. Fe y Billinghurst doblé por Pueyrredón, luego por Boulogne Sur Mer, Bme. Mitre y Castelli hasta Rivadavia.
Esto fue lo que fotografié con mi celular. Las fotos corresponden a una sola de las veredas y fueron realizadas sin poner demasiada atención así que es posible que algunos carteles se me hayan escapado.

Lo hice sobre todo para poner parte de nuestra realidad en evidencia y, sobre todo, para los europeos y los argentinos que viven en Europa y que leen los medios monopólicos de aquí, o lo que transcriben los de allí de esos mismos medios, más alguna páginas web importantes como Yahoo, que compran noticias a las mismas fuentes.

Las imágenes fueron tomadas en el día de hoy (ver fecha del post). Pregunto: ¿Es posible semejante demanda de mano de obra en una economía en caída libre, como se dice por ahí?

























sábado, 9 de noviembre de 2013

¿Una nueva esperanza para Uruguay?

Constanza Moreira
Escuché por primera vez a Constanza Moreira, la nueva postulante a candidata del Frente Amplio. Y sentí por primera vez, también, que el FA podía ser el que sacara de una buena vez a Uruguay de un estancamiento y desencanto que en estos últimos tiempos parece inevitable.
Alguien cosmopolita, con una visión de género actualizada y una mirada clara sobre los que la precedieron, tendrá a Tabaré Vázquez como su próximo oponente en la interna partidaria.
Me entusiasmó su visión clara de la situación de Uruguay en Latinoamérica, una visión no rencorosa frente al los gigantes que la rodean y decidida respecto a los poderes locales que parecen oponer una barrera insalvable a los impuestos que podrían hacer avanzar a la población hacia una equidad mayor.
Tabaré Vázquez con un sentido social cierto, pero incapaz de enfrentarse a los poderes reales del Uruguay y con un rencor de pueblo chico hacia Argentina que muchas veces lo obnubila y lo vuelca hacia Estados Unidos. Pepe Mujica, que todos esperábamos que honrara su pasado de luchador valiente e infatigable y fuera mucho más avanzado en las cuestiones sociales, que termina tan cansado que ya prefiere ser una especie de gurú izquierdoso, conformista y débil, antes de enfrentar tanto a los dueños de la tierra como a la burocracia de su propio partido. Esas personas son responsables de ciertos avances sociales innegables pero, tambien, de la pérdida de las esperanzas de los jóvenes orientales que siguen emigrando.

Por eso el discurso de Constanza Moreira, mujer culta, sólida y de tremenda formación, me sedujo y me dio nuevas esperanzas de que Uruguay retome el lugar histórico que tuvo y que debe volver a tener.

martes, 5 de noviembre de 2013

Los que no se enteraron, los que no sabían, los que no sospechaban

Treinta mil muertos entre los que hicieron los vuelos de la muerte, los dinamitados, los fusilados, los torturados. Y la mayor parte de los ciudadanos no se enteraron. O se dejaron convencer de que, haciendo uso del dinero de sus robos y asaltos, los desaparecidos disfrutaban de inmerecidas vacaciones en Europa.

Una persona, después de contarme cómo hizo la conscripción durante los dos primeros años de la dictadura militar, y de lo que no se animaba ni quería contar de lo que vio, me declaró, muy suelto de cuerpo, que él no se había enterado de nada. Reacción esquizofrénica que vi una y otra vez durante los años post Proceso. Y que sigo viendo aún hoy, casi siempre por gente que no soporta a las Madres de Plaza de Mayo, a las Abuelas y a los Hijos. Acto de suprema cobardía, de suprema falta de compasión, ante la más descabellada valentía en medio del peor sufrimiento.

Sé que esta discusión, la de si los ciudadanos sabían o intuían o no, es antipática y parece un poco anacrónica. Pero la propia condición de desaparecidos de los desaparecidos la vuelve a poner en el tapete una y otra vez y la condena a una actualidad y a una eternidad que sólo un listado de qué pasó con esas personas y sus hijos apropiados podría detener.

Volví a este tema al leer unas declaraciones de Rudolph Herzog, el hijo de Werner Herzog, también cineasta como él, que contó cómo el humor durante el régimen nazi, al menos hasta el año 1942, permite develar que la población estaba informada de lo que sucedía en los campos de concentración. Por más que en la postguerra se rajara las vestiduras diciendo lo contrario.
Weiss Ferdl fue un comediante que, entre otros tipos de actuaciones, hizo lo que hoy se llamaría Stand Up. Este hombre, famoso en su época, vivió en Alemania durante toda la guerra y murió dos años después de que terminara. Lo que no lo hace sospechoso de estar públicamente contra el nazismo, claro. Y decía el chiste que transcribo a continuación. Siempre en la versión de Herzog hijo. Hay otras versiones que nunca difieren de esta en lo esencial:
Hice una pequeña excursión a Dachau. ¡Qué lugar! Alambre de púas, ametralladoras, alambre de púas otra vez, todavía más ametralladoras y otra vez alambre de púas. Pero yo les aseguro que, si quiero entrar, entro.

También se dijo que por esa época había madres que amenazaban a sus hijos con mandarlos a Dachau si se portaban mal.

Estos últimos años, varios escritores publicaron tanto en Europa como en Estados Unidos, libros sobre desapariciones voluntarias. No se refieren, claro está, a sistemas represivos que hacen desaparecer a la gente, sino a decisiones voluntarias e individuales de personas que deciden desaparecerse. Sea los que habitan en la calle y resultan invisibles para la gente normal, sea los que se pierden en zonas selváticas o de difícil acceso para vivir en soledad absoluta en contacto con la naturaleza. Uno de estos autores, Philippe Vasset, se refiere a estas decisiones del siguiente modo: La desaparición, es el acto de resistencia última.
Esta frase me produjo una gran inquietud. Y ahora sé por qué. Más allá de lo que hace un pequeño burgués para escapar al mismo mundo que lo produjo, haciendo un supremo acto de egoísmo, la frase tiene otras implicaciones semánticas.

Creo que la desaparición pone a los que la sufrieron del lado de la resistencia en forma definitiva. Desde allí no se cambian las ideas, no se producen traiciones, no se bajan los brazos. Los criminales que asesinaron a tantos de forma clandestina e inhumana, les dieron las armas más poderosas que se pueda dar y se condenaron a una lucha sin cuartel y sin fin. Con las desapariciones no puede haber olvido ni aunque se quiera. Y mucho menos perdón.