El Blog de Emilio Matei

lunes, 31 de diciembre de 2012

Hombres y perros desesperados

No hay nada más antagónico al respeto por la naturaleza que los  hombres y los perros cuando están desesperados. Los dos animales son eficientísimos cazadores y casi ningún mamífero se les resiste.

Hombre tocando
el sitar
Para convencer a un hombre que no cace, hay que darle alguna forma de alimentarse que pueda preferir. Y crear una conciencia filosófica de protección del entorno. Por supuesto y como es bien sabido, primero hay que llenar las panzas y después hablar de filosofía. Todos los que intentaron el camino contrario terminaron muertos o desnutridos o hindúes, los que lograron para combatir el hambre, mediante la introspección y acompañados por el sitar, estar muertos, desnutridos y vivos al mismo tiempo.

Y si la filosofía no alcanza para convertir a los hombres en protectores del medio ambiente, hay otra política que he visto funcionar bastante bien. Y es la de encarecer las balas. Es curioso, estos días se vio a un comediante norteamericano hacer un stand up, versión norteamericana de lo que se solía llamar contador de chistes o comicastro de feria y que ahora se puso tan de moda por esto lares, refiriéndose con humor a la masacre de niños en una escuela, diciendo que lo que había que hacer no era prohibir las armas sino encarecer a las balas. Él proponía que cada bala costara cinco mil dólares y la idea era que para matar a alguien haría falta juntar dinero durante bastante tiempo o conseguir un crédito.
Esta idea yo la vi en acción en el Delta del Paraná durante el período del uno a uno, un peso un dólar. Cuando los cartuchos de escopeta superaron el dólar de precio y cuando la miseria arreciaba, se dejó de matar pájaros a diestra y siniestra para hacer tiro al blanco, y la fauna voladora reaccionó en dos o tres años de una manera maravillosa. Maravillosa, claro, para los que nos encantan los pájaros. Hay muchos que se quejan de que hoy en día es imposible dormir de mañana por el escándalo ornitológico.

Y respecto a los perros, esos animalitos inteligentes, compañeros y gregarios, necesitan que se complete su imagen con unos atributos más. O, al menos, mostrar como muchos de sus comportamientos son deletéreos para el medio ambiente.

Es cierto que un perro abandonado come todo lo que puede y si consigue formarse en jauría, como pudo haber dicho cualquier socialista, conseguirá mucho más éxito en cubrir sus necesidades. ¿Pero qué pasa con los perritos que tienen dueño?
Aquí me tengo que poner antipático. Todos saben que para el dueño de un perro nada hay más perfecto e intocable que su perrito, sobre todo si sustituye a un hijo no tenido o no tenible. Lástima que su perrito forme una jauría con los de su vecino apenas le dan oportunidad, que mata por placer, sí, el perro de ciudad o transculturado y sobrealimentado que anda por aquí mata por placer, y que casi ningún animal sobrevive a las alegres diversiones de los cuzcos en patota, salvo, tal vez, las ratas, que consiguen reproducirse a velocidades mayores que la que tiene el exterminio a las que las someten los perros.
Y anticipándome a los comentarios de propietarios de perritos del medio urbano, les comento que un perro de departamento le tiene miedo a un gato, a una rata, y si te descuidás, hasta a una cucaracha. Pero apenas lo dejas juntarse con perros de campo o de monte, si no se lo comen, o más bien si no lo muerden y lo corren, teniendo en cuenta que no hay como la sodomía para hacer amigos, y sabiendo que las perras tienen entrada libre en los bailes salvo que haya muchas perras ya, lo convierten en una máquina de matar que puede liquidar a cualquier gato o rata que se le cruce por delante. Claro que la psicopatología del perro urbano dice que hay algunos cuya cobardía e incompetencia para sobrevivir es tan acentuada que los hace irredimibles.

Si alguna vez alguien tuvo oportunidad de ver cazar a un grupo de perros en un pajonal, verá que usan la misma técnica que usan los lobos para cazar lemmings bajo la nieve y los osos polares para romper la capa de hielo y cazar a una foca bebé.
Ver a los perros más experimentados dar el ejemplo a los perritos de salón, debo reconocer que es fascinante. Pero muy malo para el ecosistema supuestamente natural.

Aguará Guazú o zorro de
los pantanos
Acá, en una zona de las islas del delta del Paraná donde estoy escribiendo este artículo, llegué a ver cuises, en primavera solía ver a la mamá cuis con los cuisitos detrás, y hasta una nutria. Ya es imposible. Siempre soñé, como los que esperan que aparezca el extinguido lobo marsupial en Oceanía, que alguna vez volvería a ver una nutria o un carpincho salvaje pasar por mi jardín. Ni pretendo un lobito de río, un ciervo de los pantanos o un aguará guazú, solitario lobo o zorro de los pantanos que por su mismo gusto de la soledad come sólo lo que necesita. Los simpáticos perritos dejados en libertad por la gente para que puedan respirar un poco, se hicieron cargo de esto.


Así que, si dejas andar solo a tu perro por el monte, no me hables de equilibrio de la naturaleza, amor a los animales, ecologismos o nada por el estilo. No agregues la hipocresía a tu conducta de predador o, como mínimo, de quien contribuye a depredar sin mayor compromiso personal pero con una responsabilidad cierta.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Espiritualidad oriental en acción

En la ex central nuclear de Fukushima hay más de doscientas cincuenta toneladas de combustible nuclear en una cuba de nueve metros de altura y algunos metros cuadrados de sección. En realidad no se sabe cómo disponer de ese material que tiene una radioactividad infernal. Si un nuevo tsunami o un terremoto llega a destruir la cuba la explosión podría producir una contaminación superior en seis veces a la que produjera Chernobil.

Teniendo en cuenta el tamaño del Japón, un desastre nuclear de tal envergadura podría enviar a Japón al subdesarrollo más profundo en pocos días. Para los que sobrevivieran, claro. Y dejar como mínimo a chinos, coreanos, rusos, canadienses y norteamericanos, bastante enojados e irradiados por una nube radioactiva gigante.
Por lo que puede averiguar, esta información está disponible para los japoneses. Si bien no se hace hincapié en ella, no son datos ocultados o clandestinos.
En Japón hay más de cincuenta centrales nucleares. Japón está en este momento en una gran crisis, con una balanza comercial que se deteriora día a día y en recesión, empanado entre China y Estados Unidos. Y carece de fuentes de energía fósil.
Conclusión:
Acaba de ganar las elecciones el partido de derecha claramente pronuclear.

La próxima vez que alguien me hable de la espiritualidad oriental, del equilibrio en las artes marciales japonesas y la disciplina social y el estoicismo de los japoneses, me voy a reír en su cara. Prefiero nuestro desorden latinoamericano a su disciplina de kamikaze.

martes, 25 de diciembre de 2012

No toquen a la línea A

A quién se le ocurre retirar vagones que fueron lujosos y que tienen cien años, para reemplazarlos por algún tipo de vagón moderno.


A pesar de los arreglos y parches no siempre de buen gusto y a veces poco funcionales, a los reemplazos de superficies de roble por terciados de cedro y otras lindezas por el estilo, cuando me toca viajar por la línea A siempre espero uno de esos viejos vagones, aireados y ruidosos, antes de uno de los nuevos que van mechados por ahí y que son sucios, ruidosos y, además, muy feos.
Ya durante el menemismo se pretendió desactivarlos. Se los quería vender a dos mil dólares cada uno como chatarra o para construir quioscos de venta de salchichas o algo así. No sé si se llegó a vender alguno, puede ser que no. Ya que el negocio mayor siempre es la compra de nuevos vagones con el retorno correspondiente.
Qué es mejor para Buenos Aires, tener vagones nuevos en la línea A o mantener funcionales y cuidados a vagones históricos con todo lo que de elegante y particular que tienen.

Estoy seguro de que a la mayor parte de la gente que lo usa y a la clase alta le va a parecer mejor restaurarlos. Sólo tecnócratas de medio pelo, esos para los que el único símbolo que tiene sentido es el del dólar, querrán destruir un pasado histórico con el que no se sienten ligados, como no se sienten ligados casi con ningún afecto. Por algo son los principales consumidores de las casas de masajes del centro de la ciudad.

No te mueras nunca

viernes, 21 de diciembre de 2012

Los zombis

Ya no tengo edad para perdonar. Ni tampoco aspiro a un cargo político que me exija tener cintura política, una forma elegante de llamar a la flexibilización de las convicciones en función de las necesidades electorales u otras por el estilo.
Y no se trata aquí siquiera de considerar a los amigos de los golpes de estado. Ellos siempre fueron lo que son y lo que serán si se les da la mínima oportunidad. Se trata de los bienpensantes que siempre apoyan al que no deben, arrastrados por la mala información a la que nunca discuten con el único objetivo de sentirse parte de los ganadores o de la gente bien. Si Clarín tiene la culpa, ustedes que están entre treinta y setenta, ya deberían haber aprendido a leer. Si no lo hicieron, son culpables también.
No los voy a perdonar.
Si todavía no aprendieron a leer el discurso de los que los dominan y los usan y ya pasaron los treinta años, no hay perdón. Ya tuvieron fe en Menem, al menos había que jugarle una carta, por qué tanta desconfianza; el estado les resultaba demasiado poderoso, todos una manga de chorros y una limitación para sus negocitos. Y digo negocitos porque estoy hablando de burgueses pequeños en capital pero gigantes en pretensiones. Yo lo voté, dice alguno, yo no lo voté, dicen otros. Da lo mismo. Después a la Carrió, que vuelve en cualquier momento porque es la que dice la verdad sin pelos en la lengua.
El campo es el que salva a país, los vagos son los únicos privilegiados, los industriales exitosos son los únicos que saben administrar y yo pago los impuestos; para qué mierda queremos a las Malvinas, Aerolíneas es un desastre y si estafamos a Repsol con YPF después a no quejarse si nos destratan en el mundo.
No, no los voy a perdonar.
La verdad es que me exigen un gran esfuerzo para no pedir voto calificado. Ellos, los zombies, no tienen suficiente nivel como para que su voto tenga el mismo valor que el de un ciudadano de a pie.

Que la furia homicida, propia o inducida por otros, no les atragante el pan dulce




lunes, 17 de diciembre de 2012

El fin del mundo, preppers y survivalistes

Preppers en inglés o survivalistes en francés, todavía no sé cómo se llaman en castellano. Pero como está de moda, seguro que alguien le va a poner un nombre inspirado.

La muerte del dólar y la muerte del euro, ¿el fin del mundo?

Pongámonos de acuerdo, ¿el mundo se acaba literalmente o sólo se rompe el pacto social?
Parece ser que como siempre, no nos ponemos de acuerdo. O se acaba el mundo y lo único que nos queda, como dice el proverbio, es esperar el último momento dedicados al sexo, la única tarea que justifica lo que nos queda de vida, o se trata de una metáfora de la ruptura del pacto social con la muerte del euro y/o del dólar y el consiguiente descalabro de todo el sistema.

Fin del mundo
Antes de comenzar la partuza
En el primer caso, siempre que las predicciones mayas sean más confiables que las que las antecedieron, no hay problema. Basta tener a mano a alguien, o mucho mejor a algunos, dispuestos a compartir nuestra húmeda teoría placentera y escaparles a los místicos que, en trance de muerte, prefieren la oración y la abstinencia y se pierden lo mejor. La cosa es, como siempre, cuando acude la metáfora. Eso es si el fin del mundo corresponde a la devaluación completa de las monedas más importantes. Ahí sí te quiero ver.
Juntar comida no perecedera aunque se nos caigan los dientes, aprender primeros auxilios para arreglar huesos rotos mientras avanza el cáncer, aprender a cazar con cerbatana a pesar del enfisema, aprender de una vez por todas cómo se hace para cambiar un enchufe aunque no haya electricidad, guardar linternas de esas que no necesitan pilas aunque la conjuntivitis terminal nos deje ciegos, armarse hasta los dientes, hacer túneles antinucleares, raptar a un amigo médico clínico y a un tio manitas, como llaman los españoles a los habilidosos con las cuestiones técnicas.

Mujer norteamericana
previsora
Hay una larga y discutida lista de lo que hace falta atesorar mientras se espera el cataclismo social. Pero no todo es paranoia clásica. Hasta hay gente muy cómoda que está segura del fin del mundo pero que no se hace demasiado problema. Escuché a una señora norteamericana, redondita y cuarentona, que decía que había que tener nafta en el coche y lo demás debía alcanzar para unos cuatro días, lo suficiente como para irse hasta un lugar mejor. Al fin de cuentas, siempre había un lugar mejor. Lo que tenía que tener en la cajita de los imprescindibles eran curitas, alcohol, preservativos, algo para comer preferiblemente rico y cosméticos. Porque que se acabe el mundo es una cosa y estar hecha una bruja, otra muy diferente. Como se puede ver, el sentido común, el pragmatismo, sigue siendo característica de la mujer norteamericana.

Nota: Hay gente que no entra en la categoría ni de los orgiásticos ni de los previsores, son los que esperan que vengan los platos voladores de otra galaxia a salvarlos. Qué vivos ¡Así cualquiera!


sábado, 15 de diciembre de 2012

Primaria Sandy Hook de Newtown, Connecticut

Las armas no son las culpables

Otra vez una masacre y otra vez todos se vuelcan contra las armas. Pero más allá que la asociación del rifle esté formada por fascistas, racistas y otra gente bastante despreciable, y de la famosa segunda enmienda que convierte la tenencia de armas en un derecho humano, está claro que hay muchos problemas cuya resolución debe ser más prioritaria que la simple tenencia de un arma para evitar esos asesinatos en masa que parecen ser cada vez más comunes
La información está a la vista de todos. Los canadienses tienen más armas por persona que los norteamericanos y sin embargo tienen un número de asesinatos por habitante mucho menor. Por vía de la caza y la autodefensa, en casi todos los países del mundo los campesinos tienen armas. Pero no es entre ellos que se produce el mayor número de crímenes por armas de fuego. Las borracheras malas se resuelven, en el campo de nuestro país, más a cuchillo que a bala. Y no va a ser cuestión de pedirle a los gauchos que usen cuchillos de plástico, como en los aviones.

Echarle la culpa a las armas es desviar la atención de los verdaderos motivos


Desde sus orígenes como nación independiente los norteamericanos tienen un cierto número de guerras por generación. El precio de ser un imperio. Y luego deben lidiar con la locura de los soldados que consiguen volver. Ahora se lo llama estrés postraumático. Estos soldados dan pena pero en el fondo uno siente que molestan y que son considerados, aunque lo digan en voz baja, gente cobarde que no tuvo la integridad y la fuerza interior como para soportar el horror como un verdadero hombre que protege a su familia y al american way of life y que lo mejor es barrerlos por debajo de la alfombra de la sociedad.

Estamos hablando de una sociedad mayoritariamente racista, machista, organizada más para hablar con Dios e ir a la guerra que para hurgar en la realidad, más para repetir hasta el cansancio lugares comunes como era un trabajo sucio pero alguien tenía que hacerlo que para tratar de descubrir la verdad de las cosas y actuar en consecuencia.

Tanto molestan aquí con el tema de la crisis de valores para gente que actúa más por interés privado o de clase que por un supuesto sistema de valores universales. La verdadera crisis de valores se expresa también por hechos tan objetivos como esos asesinatos a mansalva. En esos pobres tipos que viven en una cárcel dorada que hoy en día permite por ley antiterrorista el asesinato de sus ciudadanos sin juicio previo, esos tipos que deben ir a guerras que no entienden o ser considerados cobardes, que tienen que morirse en la calle si no pueden pagar la salud o tienen que ver morir en la calle a los que no pueden pagar salud, por eso de por quién doblan las campanas, que siempre doblan por todos y que suele saberse aún de modo inconsciente, lo que tiene que producir una terrible sensación de inseguridad, una paranoia que no me parece difícil que se vuelva asesina.

Supongo que para unos cuantos norteamericanos la justificación de todo esto es que es el precio de ser los dueños del mundo. Y seguramente tienen razón. Lo que deviene en tres preguntas inevitables. ¿Tiene sentido ser el dueño del mundo? Si uno responde a la primera pregunta habría que responder a las dos siguientes: ¿Vale la pena pagar tan caro? ¿No hay otra manera?

Mientras tanto no hay como echarle la culpa a las armas, es mucho más fácil discutir con el lobby que las fabrica y llegar a un acuerdo que las limite que bucear en las peligrosas interioridades del sistema.

jueves, 13 de diciembre de 2012

La ideología como religión

La sola aceptación de que una ideología es tomada como religión, niega su naturaleza de ideología. Dado que por serlo debería ser un aparato de ideas sometidas a la crítica y a la modificación constante. Sea por la mejora del análisis o por los cambios en la realidad que describe, la ideología, al fin de cuentas, es una expresión de una teoría. Y como toda teoría es perfectible y reemplazable por una mejor.

Para aclarar un poco más las ideas, me refiero a la religión como a una serie de dogmas que deben ser aceptados sin ningún grado de racionalidad, sólo como un acto de fe. Y ese mismo acto de fe es el que permite la aceptación de cualquier disparate(*). Y acá no entiendo a la palabra disparate como un simple insulto sino como a una interpretación de la realidad que es imposible de demostrar y que no va más allá de la aceptación acrítica y de un modo absoluto de lo que es difícil llamar una tesis ya que suele estar constituida por una serie de afirmaciones arbitrarias desde el punto de vista lógico. Una interpretación que la evidencia real niega de manera evidente.

La mirada con la búsqueda de objetividad que se produce sobre la realidad cuando una ideología es tal, permite el cambio, el reconocimiento del error, la sustitución de una idea por otra más apta para describir al mundo.
La adhesión a la Unión Soviética de los miembros de Partido Comunista argentino era claramente no ideológica, más allá de cuáles hayan sido sus orígenes. Para afirmar eso me baso en lo que sucedió con la caída de la URSS. Algo así como la desaparición de facto de una religión. Muchos, por no decir la mayoría de los miembros del PC, se dispersaron en diversas corrientes esotéricas, antagónicas con cualquier visión dialéctica o, como mínimo, positivista del mundo, o, como suele suceder con muchos de los cubanos (**) que se escapan de la isla, se dedicaron a tareas que requieren para hacerse, el desprecio de cualquier idea que no sea la de moverse sólo en beneficio propio. Y valgan como ejemplos desde el ejercicio de la prostitución hasta la escritura de discursos para los políticos más acérrimos de la derecha. Esto último no por un acuerdo ideológico, lo que negaría mi argumentación ya que un cambio de ideología no deja de ser ideológico, sino porque los ricos de derecha suelen ser los que pagan mejor.

La creencia irracional y el pragmatismo son hermanos.
Yo no soy ingenuo, me decía hace muchos años un miembro importante del Partido Comunista argentino, jamás permitiría elecciones libres porque las perderíamos. Ese supuesto pragmatismo no es más que un comportamiento de hincha de fútbol. Tener un mandato divino es la misma cosa, puede ser que en ciertas circunstancias te dé mucha fuerza, pero cuando el dios desaparece no queda nada. 

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(*) En la Argentina ese tipo de concepción disparatada de lo real permitió que muchos muchachos murieran porque yo le creo al compañero Firme, por Firmerich, jefe de la organización Montoneros, o apoyaran a López Rega desde el Partido Comunista Revolucionario, PCR, pro chino, sólo porque los chinos hacían negocios con Argentina y no convenía perturbarlos, o que las organizaciones judías callaran las barbaridades acentuadas por el antisemitismo que se hacían en los campos de concentración del Proceso por que Argentina compraba armas a Israel, y algo parecido con los miembros de clase media del PC, por iguales motivos que los judíos, por los negocios que se hacían con la Unión Soviética.
  
(**) La limitación de las posibilidades de la sociedad cubana para la expresión de la disidencia y de la crítica, oculta tras un pragmatismo limitante y justificado por la necesidad de autodefensa del sistema, permitió un deslizamiento hacia lo religioso y la perdida de la búsqueda de una mirada objetiva sobre la realidad. La prueba de eso es la corrupción de muchos de los cubanos en el exilio entre los que se encuentran desde tarotistas convencidos hasta prostitutas y taxi boys. Curiosa mezcla si se tiene en cuenta que es gente que fue educada por un sistema escolar de excelencia, lo que se nota de inmediato.

martes, 11 de diciembre de 2012

El derecho a morir cuando uno ya está muerto

El aprovechamiento de los servicios sociales de un país progresista

Es necesario que se legisle seriamente sobre la eutanasia o al menos sobre el derecho a morir cuando uno ya está muerto.
Reconozco que aquí la palabra eutanasia no está siendo usada de modo correcto. La eutanasia se aplica a gente viva, no a cadáveres. Y aquí de lo que se trata es de personas muertas mantenidas en una especie de embalsamamiento activo o como se deba llamar a un procedimiento por el que los cadáveres mantienen su temperatura y su aspecto y no se corrompen.

Los verdaderos
muertos vivos
La suspensión de los procedimientos supuestamente médicos no sólo deberían ser decididos por un familiar o por el mismo difunto si dejó por escrito qué se debía hacer con él en el caso de muerte cerebral. Tiene que haber alguna clase de decisión por parte de los médicos o del mismo estado. Sé qué difícil es evitar que se cometan barbaridades cuando se trata de tomar decisiones sobre las vidas ajenas pero si un estado deja que se las cometan, es porque de hecho ya las está haciendo, y una ley más o menos no le va a modificar la idiosincrasia.

Los muertos que producen ganancias

Y mientras tanto hay montones de camas que sostienen cuerpos sin cerebro, oxigenados mecánicamente que mantienen la temperatura y que son una triste maqueta de lo que fue una persona. Esos pobres cuerpos muertos vivos siguen, eso sí, produciendo dinero a las instituciones que los conservan. Los servicios sociales siguen pagando fortunas para mantener vivo a un muerto, lo que no es más que una estafa de una enorme crueldad, lo que se dice, una indignidad.

domingo, 9 de diciembre de 2012

La corporación periodística

La protección de los periodistas no tiene por qué ser considerada una cuestión meramente corporativa. Si el discurso de un periodista puede ser atacado penalmente, cualquier poder, o poderoso, podría iniciar un juicio penal y de ese modo cerrar la boca del periodista, o afectar su trabajo por la existencia de antecedentes penales que podrían limitar, por ejemplo, la posibilidad de viajar y conseguir visas a países que las exigen, por un período muy extenso, tal vez de varios años si se tienen en cuenta los tiempos de la Justicia, aún en el caso en que el juicio termine por declarar la inocencia del acusado. (*)

Rotativa de diario

Los privilegios

Reconozco que ese privilegio de decir cualquier cosa sin poder ser atacado, es un poco excesivo. Le da a la corporación de los periodistas un derecho que no comparte el resto de los miembros de la sociedad. Y eso no es justo.
Tal vez esa injusticia fuera paleada en parte si hubiera un colectivo lo más incuestionable posible no formado por periodistas de manera exclusiva o mayoritaria que se dedicara a juzgar a los dichos periodísticos. No pretendo que tengan la posibilidad de sancionar legalmente a nadie, pero sí que tengan la posibilidad de hacer públicas en medios masivos las conclusiones cuando la verdad sea falseada en forma voluntaria y perversa, entendiendo por perversa cuando los objetivos no sean ni el análisis ni la información veraz.
Sé que eso implica una especie de juicio a la intención. Y por qué no, me pregunto, ¿acaso la intención no es muchas veces evidente y su objetivo negativo?

El peso de la mentira

Periodismo televisivo
En algún país nórdico los políticos triunfantes que no cumplen con el plan de gobierno presentado durante las elecciones, pueden ser enjuiciados. No está permitido prometer lo que no se va a cumplir. Las falsas referencias en el discurso de un periodista o la edición o simple tergiversación de datos, debería sí ser considerada y al menos expuesta al escarnio público. Una cosa es la opinión y otra la mentira flagrante. Las leyes de protección al consumidor ya hacen, de por sí, una calificación del discurso mentiroso y hasta maldiciente de muchas empresas, incluyendo el caso de las prácticas desleales hacia la competencia. No veo por qué, y sin llegar al enjuiciamiento, no se puede hacer algo semejante en el caso de los periodistas.
Si una empresa dice que su producto no contiene grasas no saturadas y en realidad las contiene, nadie diría que lo hizo porque hizo uso de su libertad de expresión. No veo por que un periodista que miente a sabiendas, aunque tenga ciertas protecciones especiales por los motivos que digo al principio de esta nota, debería tener asignada una coraza a toda prueba.

(*) Este tema de por sí vale la pena de ser analizado. Si una persona acusa a otra penalmente y hay un juez que decide que tiene sentido seguir adelante con el juicio, cosa que puede suceder hasta por motivos formales, el acusado queda ya sometido a un castigo que puede ser tan importante como para determinar su futuro. Por ejemplo, en la imposibilidad de ejercer cargos públicos de todo tipo o, como digo en el ejemplo más arriba, ir a países que piden visa. Si esto no atenta contra el principio de inocencia, no sé qué lo haría.

jueves, 6 de diciembre de 2012

El estado más pequeño posible

Todos los delincuentes del mundo, desde los vaciadores de empresas líderes hasta los vendedores de buzones en las cercanías de las estaciones de trenes donde llegan los ingenuos campesinos, piensan que el estado tiene que ser lo más chico posible y dejar a la gente hacer negocios tranquila. Total, después las riquezas se desparraman en la sociedad sin importar cómo fueron creadas.

Se me ocurre que sería una buena práctica pensar lo del estado chico en términos de policía.
Por qué no imaginar un estado con pocos policías federales y sin policías provinciales. Un estado en el que los más poderosos armen policías privadas que organicen la defensa de sus bienes y personas. Y para el resto, esperar que esos policías privados, al cubrir zonas muy amplias, los incluyan en su protección.

Derecho de pernada

En un caso como éste es fácil imaginar que los propietarios de las policías privadas y los mismos jefes policiales se dedicarían a exigir el derecho de pernada(*) sobre las novias por casarse, dinero adicional por la protección a la que no estarían obligados y alimentos un poco más contundentes que las tradicionales pizzas sin cargo retiradas por los patrulleros. Total, quién podría impedírselo. ¿Alguien puede dar ejemplos de una fuerza policial autoreprimiéndose?  Si hasta cuando surge algún peregrino ataque de conciencia en el cerebro obnubilado de un efectivo, siempre hay a disposición un sacerdote para poner las cosas en su lugar.

Si ese mundo del poder de los policías tan parecido al de un feudalismo desencadenado parece irracional y más humorístico que otra cosa, dejar a los que tienen mucho dinero, o a las súper empresas, hacerse cargo de la gente, me parece mucho más disparatado.

(*)  El tema del derecho a desvirgar a la novia antes del casamiento debe ser entendido aquí como puramente retórico. Es bien sabido que ya no quedan novias vírgenes ni muchos que las deseen.

martes, 4 de diciembre de 2012

Gatas peludas en el Abra Vieja

Hace más de veinte años hubo una terrible invasión de gatas peludas en el Delta del Paraná. Cuatro centímetros de puro fuego, como decía un amigo que se hacía el gracioso cuando se refería a esas orugas, poniendo tonada mexicana vaya uno a saber por qué.
Era imposible apoyar el brazo en un muelle sin sentir la quemadura. Los frentes de las casas se cubrían de tal modo que no se alcanzaba a ver el color de la pintura. Los chicos, con esa facilidad que tienen los chicos para hacer de todo una diversión, organizaron campañas de limpieza y ensuciaron los frentes con el humo aceitoso de los paños embebidos en querosén que encendían y levantaban en los extremos de las cañas para quemar los bichos.
La invasión duró muchos días. Cualquier actividad al aire libre se había hecho toda una aventura. Hasta caminar era complicado porque de los árboles podía caer alguna gata peluda sobre uno. Y si tal era el caso era inevitable tratar de sacársela de encima con la mano que terminaba con el consabido ardor.
Una noche muy calurosa, mientras cenábamos en mi casa del río Abra Vieja junto a varios amigos y sus hijos, escuchamos un zumbido persistente, una especie de vibración. Todas las ventanas, si bien estaban protegidas por alambre tejido, permanecían abiertas debido al calor. Pero esta vez las ventanas no dejaban ver afuera porque el alambre estaba totalmente cubierto de mariposas nocturnas, de esas marrón claro que se suelen llamar polillas aunque no lo sean.
Ya se sabe que el aleteo de las mariposas nocturnas desprende pelitos que suelen ser tóxicos, alergénicos o, simplemente, irritantes. Así que cerramos todas las ventanas. Alguien dijo que eran las gatas peludas convertidas en mariposas, como hacen todas las orugas con ese extraño sincronismo que a veces tiene la naturaleza.
Por aquella época en la casa había un solo ventilador que claramente no podía dar aire más que a una habitación, la que usábamos tanto para comer como para jugar a las cartas.
No recuerdo demasiados detalles pero todavía tengo clara la sensación ominosa de encierro, ya que nadie se animaba a salir al exterior en esas condiciones.
Terminamos de comer y no hubo mucho entusiasmo para jugar a nada, amén que con las ventanas cerradas el calor era insoportable.
Primero acostamos a los chicos tratando de tranquilizarlos mostrándonos menos inquietos de lo que estábamos. Y luego de mantener una charla bastante desanimada, los mayores también nos fuimos a acostar.


Desnudos y bañados en transpiración, tratamos de dormir. Era rara la sensación de mirar la ventana de vidrio, cerrada como dije antes, y no ver el exterior. Solo esa capa vibrátil y compacta de mariposas de alas cortas y cuerpos rechonchos.
Pese a todo me dormí.
Me desperté sobresaltado.
Por la ventana se veían el cielo y las estrellas. No quedaba ni una mariposa.
Abrí enseguida las ventanas y sentí un vientito maravillosamente fresco que cambió el aire viciado de la casa en unos pocos minutos.
Volví a la cama y dormí hasta la mañana.

Nunca más volví a ver tantas gatas peludas todas juntas. Aún más, durante años no volví a ver a ninguna.
Hace poco tiempo le recordé a mi vecino isleño Jorge Castro, la invasión de las gatas peludas y su desaparición cuando se convirtieron en mariposas. Por supuesto, me dijo, esa noche sopló un Noroeste muy fuerte y se las llevó a todas sobre el Río de la Plata y ahí se ahogaron. No quedó ni una, por eso desaparecieron tantos años.

Estos días las gatas peludas por fin reaparecieron. Por ahora no son muchas. A lo mejor se está formando otra invasión. Esperemos que cuando sea el momento sople el viento de donde debe. Y permita que alguien vuelva a contar, dentro de más de veinte años, lo que pasó veinte años atrás.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Piquetes, ¿sí o no?

En términos generales, ya que no corresponde a la actualidad de Argentina hoy, la acción directa de los obreros en situación de huelga, tiene que tener una relación razonable con la agresión de la que se está defendiendo. En caso contrario la reacción del estado tiende a tener la forma de una furia desencadenada que termina con heridos y, muchas veces, muertos. Y aún cuando sea inevitable asumir ciertos riesgos, no es el objetivo de ninguna huelga, o al menos no debería serlo, la producción de mártires.
Los piquetes aún más que los otros tipos de manifestaciones, ya que enfrentan cara a cara a dos grupos de personas, son un momento crítico en la relación entre los trabajadores y el resto de la sociedad. Y eso es porque la proximidad y la inevitable sobreexitación fácilmente puede convertir a la situación en violenta.

La palabra piquete originariamente aludía a un grupo de obreros que delante de las puertas de la fábrica, impedían pasar a los carneros cuando había una huelga.
Esa definición supone una acción contra los derechos individuales en defensa de los derechos de la mayoría. Y de un modo u otro, estas acciones son reconocidas como válidas. Al menos desde la izquierda. Desde la derecha ni la huelga es admitida salvo que sea totalmente invisible y se haga cuando no molesta.

Esos carneros o rompehuelgas, casi siempre eran mano de obra reclutada por los patrones, entre mafiosos y lúmpenes de toda laya, para obligar a los obreros a volver a sus puestos de trabajo. Y durante las crisis más salvajes, fueron buscados obreros desocupados y hambrientos dispuestos a cualquier cosa, a permitir que los vejaran hasta extremos tan insoportables como la traición a sus propios compañeros, para llevar comida a sus casas en una terrible batalla de pobres contra pobres.

Por eso objetar a los piquetes es más o menos igual que objetar las molestias que producen las huelgas a los demás ciudadanos. Objeción absurda puesto que la huelga es, casi diría por definición, un llamado de alerta sobre desigualdades e injusticias que tiene como objetivo llegar a la mayor parte de las personas de una sociedad, deteniendo la producción y haciendo acciones publicitarias en la medida de las escasas posibilidades de difusión que los obreros suelen tener. Y eso, claramente, debe molestar a los demás o resulta invisible.

Pero en la Argentina de los primeros años de este siglo, la mayor parte de los obreros estaban desocupados. ¿Cómo podría un desocupado hacer huelga? La solución fue la de producir cortes en las rutas, calles y caminos que, por extensión y de manera poco feliz, fueron llamados piquetes. Tal vez más adecuado habría sido llamarlos barricadas, aunque esta palabra alude más a objetos apilados para interrumpir el tránsito que a personas agrupadas poniendo el propio cuerpo como barrera.

La cuestión que la palabra piquete abandonó las fábricas y quedó asociada al corte de rutas y caminos. Y esa práctica, de gran eficiencia debido a la poca gente que hace falta para ponerla en práctica cuando no hay represión por parte del estado, fue analizada, ahora resulta más que obvio, muy en detalle por los perdedores de las batallas electorales de los sindicatos. Los que en lugar de organizarse para mejorar sus posiciones en las elecciones por venir prefirieron dividirse formando sus sindicatos propios en el ejercicio de un derecho indudable pero, también, en flagrante transgresión a la democracia.

La huelga del club de los perdedores

De ese modo una parte limitada de la clase trabajadora, asociada a la burocracia sindical más reaccionaria, perdedora en todos los casos de la mayoría en las elecciones internas de los gremios y con la ayuda de los medios antigubernamentales, que son los más poderosos, detuvieron a una buena parte del país. Al menos la próxima a la Capital que es la más visible. En un movimiento cuyo único objetivo fue político ya que las demandas no eran de orden sindical u obrero sino de un orden general cuya solución no le habría correspondido a las empresas o a las corporaciones empresarias sino al gobierno que, habiendo sido elegido por la amplia mayoría, sólo debería ser desautorizado por los votos de la próxima elección o por un plebiscito que no piden porque tienen la seguridad de que ni siquiera lograrían la cantidad de apoyos necesarios para ejecutarlo o terminarían por quedar en peor situación que la que ya ostentan.

Derechos de unos y otros

También me gustaría mencionar, respecto al tema de los piquetes, a los periodistas que reclaman por el derecho de unos en contra del derecho de los otros cuando se trata de transitar libremente. Creo que deberían ser un poco más cuidadosos al levantar las quejas de una parte de la clase media, o inclusive de algunas personas de clase trabajadora, que no se molestan por nada ni por nadie y que sin embargo pretenden que los otros, los que sí son molestados en temas más significativos que el movimiento por la ciudad o por las rutas, no los perturben.
Sólo cuando uno lucha activamente por el derecho de los otros puede pedir a los otros que respeten los derechos de uno. Y sólo en ese caso. Ya que por lo contrario la cosa se volvería una lucha de todos contra todos, lo que es mucho peor aún para los que claman por sus derechos individuales.

La guía verde, primer cementerio de la privacidad

El punto de inflexión

La  Guía Verde de teléfonos se entregaba junto a la habitual, la amarilla, a veces pagando un pequeño adicional. Se trataba de una guía a la que se entraba por la dirección y no por el nombre del usuario, como es habitual. Es decir que uno ponía el nombre de la calle y un número, por ejemplo, de un edificio, y salían los nombres y los números de teléfono de los habitantes, piso por piso, departamento por departamento. En algún momento, y a nivel internacional, se consideró peligrosa la información de tan fácil acceso de los datos de los usuarios del teléfono ya que daba lugar, por sobre todas las cosas, a estafas.
Fue así que la guía verde se extinguió. De ese modo si hoy en día uno pone guía verde en Google, ya no aparece una guía de teléfonos invertida sino una serie de viveros, vendedores de plantas, comidas ecológicas, lectores de Tarot, etc. Hay que agregar la palabra teléfonos o telefónica para que, cual Ave Fénix, reaparezca en la acepción que se usa aquí.

Así desapareció una guía muy práctica pero, como se dijo, bastante peligrosa.
Claro que esa desaparición no duró mucho. Gracias al aumento de la calidad y velocidad del procesamiento de datos, resultó muy fácil tomar la guía común, la amarilla, y cometer el error de digitalizarla, con la excusa tal vez de que un CD era mucho más barato que un mamotreto de papel, razón verdadera, oculta tras la practicidad declamada junto a razones ecologistas. Y desde ese momento ya no hubo vuelta atrás.

Reordenar la información de una base de datos ya se había convertido en una trivialidad para cualquier programador. Y, como siempre sucede cuando un humano desea algo con suficiente intensidad, se hizo una guía invertida como la verde y aún más. Se pudo entrar a la información desde cualquier lado. Ahora uno podía poner un número telefónico o una dirección o un nombre y acceder, en instantes, a la información completa.

Si la memoria no me falla, el primer caso de distribución clandestina de una guía de acceso múltiple se hizo en Australia. Se copiaron y vendieron tantos CDs que el estado se vio obligado a dejar de lado la prohibición y permitir a las compañías telefónicas que entregaran la información como más le pluguiera. Y poco a poco lo mismo sucedió en todos los demás países.

Es necesario aclarar aquí que el sistema no es perfecto debido a la permanente humanidad de los humanos que hace que no actualicen la información en tiempo y forma. Por lo que personas que murieron hace treinta años siguen saliendo en los padrones en el momento de votar y muchas veces siguen siendo los poseedores de líneas telefónicas, juicios por tarjetas de crédito y tantas otras demostraciones de que uno no se termina de morir gracias, más a la ineficiencia del sistema que a Dios. 

lunes, 26 de noviembre de 2012

Privado y público

De qué privacidad me hablan

Conectar Igualdad
El Estado Argentino está pidiendo a los chicos que recibieron una computadora del plan Conectar Igualdad, que se registren. Se pretende que los datos completos de los usuarios de esas netbooks estén registrados y clasificados y para lograrlo se dan una serie de beneficios para los que lo hacen. Por otra parte la tarjeta SUBE carga automáticamente una base de datos con los movimientos de los usuarios del transporte público.
¿No atentan esas prácticas contra los derechos individuales, el derecho a la privacidad y, en consecuencia, contra derechos humanos?

La privacidad está en franca extinción

Miles de cámaras nos ven en los lugares más impensados y nos registran en monstruosas bases de datos. Nuestras voces son grabadas, nuestras huellas digitales son verificadas hasta el hartazgo ya que hoy en día se necesitan hasta para salir del país y para firmar cualquier documento en las escribanías. Y para colmo de los males, cualquiera puede hacerse de instrumentos para espiar a los demás que habrían sido el sueño de un agente de la CIA de los años sesenta.

Helicóptero Spy Cam 58€
La felicidad del voyeur

Helicópteros de juguete con cámara wi-fi que permiten ver qué pasa detrás del murito que nos separa del vecino, camaritas TV de pocos centímetros cúbicos que transmiten hasta un centenar de metros y que no cuestan mucho más de un centenar de pesos. Estos días me llegó la propaganda de un reloj digital despertador del tamaño de los que se venden en los puestos callejeros pero que oculta en su interior una cámara, un micrófono y una memoria sd, como las que usan la cámaras fotográficas o los celulares, que permiten grabar video y sonido durante una gran cantidad de horas. Luego, el espía sólo tiene que unirla a su computadora para ver qué sucedió en ese dormitorio. ¡El sueño del voyeur! Bueno, tal vez no tanto, a lo mejor tiene que ver algo tan divertido como una pareja durmiendo durante ocho horas. Cosa que visto el éxito de los reality shows, parece ser muy excitante para mucha gente, aunque no creo que para todos.
Ojo de voyeur
ejipcio
Pero el voyeur que disfrute lo que quiera, al fin de cuentas no le hace mal a nadie en la medida en que sea discreto y haga un uso privado de la información, no se le vaya a ocurrir subir nuestros ronquidos a Internet. La verdad es que me preocupan mucho más los profesionales de las escuchas telefónicas y otros operadores de los servicios.

Coda

En realidad tengo la sensación de que como consecuencia de los extraordinarios adelantos en comunicaciones, estamos llegando al fin de la privacidad. Una privacidad a la que se podrá acceder sólo si uno se aparta de la modernidad y de la totalidad de sus logros. Y quién se atrevería a hacerlo.
Pero a no desesperar que para todo hay una solución. Claro que esta es para los más decididos: lo que parece que está dando buenos resultados para esconder la propia identidad y no dejar de disfrutar de los encantos de estos benditos tiempos que corren, es el robo de la identidad ajena.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Los tatuajes y el Cirque du Soleil

Según Herbert Marcuse en el famoso Eros y civilización, libro publicado en el año 1953 y que fue una especie de biblia para los dirigentes del Mayo del ’68, vivimos con una sobre dosis represiva que tiene que tender a desaparecer ya que es innecesaria para la convivencia.
Entre los planteos de Marcuse, hay uno que viene al caso y es el de usar el propio cuerpo como un objeto de arte, como un material posible para la creación artística.

¿Es el tatuaje una forma de usar el propio cuerpo como un objeto de arte?

Respaldo de silla
virtual
No, no lo creo, al menos en la muy amplia mayor parte de los casos. Es sólo convertir el cuerpo en un objeto de artesanía o, muchas veces, en un fetiche o, simplemente, en una tarjeta de presentación que declara la pertenencia del que la usa a un grupo en particular.

¿El cuerpo como un mueble decorado o como objeto de arte? Si uno quiere ver al cuerpo como una tela imprimada donde se pueden crear obras de arte, hay que remitirse, posiblemente, al Cirque du Soleil, donde cada espectáculo convierte a los participantes, a los cuerpos de los participantes, en una obra de arte. Hay en las creaciones del Cirque du Soleil una voluntad plástica evidente, que hace muchas veces soportable, hay que reconocerlo de una vez por todas,  la actividad aburridora de muchos de los actos clásicos del circo.
Los cuerpos de los artistas del C. du S., constituyen junto a las ropas, el maquillaje y los variados accesorios, una obra de arte. Efímera, tal vez, al menos en sentido de hecho real y objetivo y no en cuanto a lo que pueda quedar grabado, pero obra de arte al fin.

La inmutabilidad del tatuaje es, al fin de cuentas, una negación de la creatividad que debe ser inherente al arte. Mucho más cuando la mayor parte no son más que reproducciones de diseños estándar producidos por algún artista gráfico muy próximo, casi siempre, a algún diseñador de historietas o diseñador gráfico, más motivado, en el mejor de los casos, por los resultados que las tecnologías pueden aportar en sí que por los resultados que ellas pueden producir cuando se usan como herramientas estéticas en manos de un artista auténtico.

Con contadas excepciones, porque negar que las hay en los resultados de cualquier actividad humana sería estúpido, uno siente que detrás de un tatuaje hay un verdadero artista, lo demás no deja de ser nada más que una moda con todo lo económico que eso implica. Una moda perversa que deja un rastro muy difícil, o muy caro, de borrar.


martes, 20 de noviembre de 2012

La huelga general I

Hoy hay huelga, una huelga que se pretende que sea general y que, casi con seguridad, será bastante amplia. Sobre todo por los personajes que la convocan. El peor sindicalismo, cuyo origen no hay que olvidar que también fue peronista. Esos personajes que empezaron pistola en la cintura, rodeados de mujeres demasiado pintadas, coches caros y caballos de carrera, admirados por un proletariado que había adquirido un repentino protagonismo que lo sorprendía y desorientaba. Esos personajes que a menudo terminaron, liberalismo económico mediante, en dueños de la medicina prepaga, aunque en algunos casos la llamen obras sociales. Tipos temibles que harán que mucha gente no quiera correr el riesgo de enfrentarlos ya que hay sobradas pruebas de que no tienen límite en el ejercicio de la violencia.

A ellos se le unen propietarios del campo y sus ejércitos privados de crumiros o cipayos o como se prefiera llamar a los empleados que por voluntad propia o porque no les queda más remedio, harán de brazo armado de los dueños de la tierra o de las empresas que la usufructúan, interrumpiendo el tránsito en las rutas.

También, y por lo que sé, parece que habrá que adicionarles algunos estudiantes de los colegios confesionales más importantes del país, tradicionalmente los fabricantes de políticos conservadores, que interrumpirán el tráfico en la zona más elegante de la Ciudad de Buenos Aires.

Uno puede apoyar a este gobierno en forma fanática o crítica, con más o menos activismo o participación, manifestándose con banderas alegóricas o tapándose la nariz. Pero los que están enfrente lo definen y nos obligan. Basta ver quiénes son sus enemigos para saber por dónde va la historia en estos tiempos turbulentos y dónde hay que estar.

domingo, 18 de noviembre de 2012

La responsabilidad de la memoria

La muerte de alguien querido, sobre todo, pero también la de alguien que haya sido significativo, cualquiera haya sido el motivo: amor, odio, amistad o partícipe trascendente de alguna circunstancia de la vida, crea una responsabilidad embebida en una inevitable tristeza. Los momentos que se pasaron juntos, tanto los significativos como lo que no lo fueron, quedan sólo en la memoria. Ya que nada que haya hecho la persona con otros puede sustituir lo particular que uno tiene almacenado en el cerebro. Una parte compartida por dos que ya es sólo de uno.

Terrible responsabilidad esa, la de la memoria. Cada cosa que uno olvide diluirá lo que queda de alguien.

Antes de que se creara la fotografía nadie podía hacerse cargo de cuánto pervivía del otro en la memoria propia, sólo la naturaleza y el inconsciente lo determinaban. Y tal vez un texto escrito que el papel amarillento hacía tan lejano como el recuerdo mismo. Luego la voluntad empezó a tener una participación evidente. El cuidado o la destrucción de la fotografía de alguien que ya no estaba era una decisión posible y consciente.

Y estos últimos tiempos la memoria no es sólo una serie de retazos e imágenes o sonidos que a veces se evocan desde la voluntad y otras veces se imponen por ellos mismos. Tampoco una fotografía, o una fotografía con una voz registrada en una cinta o un pedazo de papel. Hoy en día hay memorias externas a uno pero que todavía son uno mismo, que conservan, tan frescas como el primer día, las impresiones de una relación que ya no podrá avanzar más. Ahora en el historial del MSN o del Skype, en los contestadores telefónicos, en los correos electrónicos enviados y recibidos, en los mensajitos de texto en el celular, en Facebook, Youtube y Linkedin, queda la memoria fijada desde un pasado que ya empieza a hacerse lejano, hasta el brusco momento en que nada más pudo ser agregado.

Y entonces somos nosotros, no sólo tristes sino también angustiados por un inconmensurable poder, los que decidimos, si nos animamos, a hacer morir definitivamente a una persona.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Ecologismo y cinco kilos de óxido de plutonio

Durante la guerra fría, mi padre me decía que hacer planes que tuvieran en cuenta un holocausto nuclear era una tontería. Después no habría quién pudiera hacer usufructo del plan o, si alguien sobrevivía, difícilmente tuviera problemas a resolver del tipo de los que tiene una sociedad moderna como la actual. Así que, lo único que tiene sentido es evitar ese holocausto. O sus variantes menos tremendistas, de esas que sólo afectarían a una parte de la humanidad.

O yo leo poco y mal o casi siempre que se habla de vehículos espaciales se habla de grandes paneles solares. Salvo que en realidad parece ser que no se usan tantos paneles y sí muchas pilas atómicas.

Curiosity en Marte
Las pilas de plutonio se usan desde hace muchos años. Inclusive los rusos las usan para alimentar faros marítimos en la coronilla del mundo. Y en los vehículos espaciales norteamericanos ya sufrieron daños y destrozos por vía de accidentes en el lanzamiento o en el retorno a la atmósfera terrestre. Algunas pilas se encontraron y se reciclaron, otras se hicieron pedazos sin que, dicen, se hayan detectado mayores problemas biológicos, e inclusive hay una linda batería en algún lugar desconocido a la fecha en el fondo del mar. Pero no hay que tener miedo, el envase sólo terminará de corroerse en setecientos años. Que se arreglen nuestros descendientes.

En este momento el vehículo llamado Curiosity, que entre paréntesis lleva un nombre más adecuado para una fábrica de trajes de baño por eso de ver lo que hay adentro que para un futurista engendro, perdón, ingenio, dedicado a la investigación, que camina por Marte a menos de dos centímetros por segundo.
El Curiosity lleva, como una hormiga culona, un paquete de óxido de plutonio de cinco kilos en su parte posterior.

Este plutonio no es exactamente el mismo que se usa en las bombas atómicas. Pero todavía es radiactivo, todavía más radiactivo, y, por lo que sé, un espantoso veneno, tal vez el más activo que exista. Las cantidades que se necesitan para matar un hombre son tan mínimas que si uno hiciera porciones cuidadosamente, con cinco kilos alcanzaría para matar a veintidós millones de personas. Claro que, nos dicen, no hay que temer esto ya que en ninguna condición real se podría distribuir el plutonio de este modo. A lo mejor en condiciones reales adecuadas moriría un milloncito nada más, o un centenar de miles, qué sé yo.

El problema para mí, con todas estas porquerías, es que las personas que terminan decidiendo qué hacer con ellas, son tristemente humanas. En general, ni siquiera científicos, aunque los científicos tampoco son una garantía.

Proyecto Manhattan
Hace tiempo descubrí que antes de hacer la primera prueba de una bomba nuclear, se discutía en el máximo nivel, entre tipos como Openheimer, Dirac, Einstein y otros de la misma calaña, si la reacción en cadena producida por el estallido de una bomba nuclear se detendría sola o si por lo contrario terminaría por volatizar a toda la tierra. No sé si queda claro, se discutía si la humanidad podría sobrevivir o no a un primer estallido nuclear de prueba. Y punto.
Los números no eran concluyentes. Todo hacía pensar que la reacción se detendría espontáneamente. Pero ¿y si no? ¿Quién podría asumir la responsabilidad de tamaño riesgo?
No os preocupéis, queridos amigos, siempre hay alguien que se anima. Y en este caso, de manera clásica, un militar que era el que dirigía el proyecto Manhattan. El tipo dio la orden y a otra cosa mariposa. Los resultados están a la vista. Por ahora seguimos zafando.

Pero volvamos al plutonio. La fábrica norteamericana de plutonio se puso muy en evidencia y los ecologistas pusieron el grito en el cielo. Por lo que no se produce más y tampoco se permite producir en ningún lugar de Estados Unidos. Así que, a vivir de las reservas. ¿Qué hacer, entonces dentro de un tiempo? Parece que los rusos tienen todavía bastante almacenado y ya se sabe que todo tiene un precio. Pero esas reservas adicionales durarían hasta el 2022.

¿Alguien dijo que se les podría ocurrir producir plutonio en algún país subdesarrollado con buen sustrato tecnológico? No, nadie lo dijo. ¿Entonces tiene sentido estar en guardia?
Si para muchos parece lógico armar un lindo lío previendo una re-re-elección de una presidenta que nunca mencionó el asunto, mucho más coherente me parece ir preocupándose por dónde se van a instalar las muy puercas fábricas de plutonio dentro de pocos años.

martes, 13 de noviembre de 2012

Afanes independentistas

¿Tiene sentido impulsar a la separación? 

Las comunidades españolas tienden a la separación. Las minorías siempre debieron luchar por el reconocimiento y la aceptación por parte del sistema, representado por el estado español. Mucha sangre les costó hacer respetar sus costumbres, su cultura, su lengua, de eso no cabe duda. Pero hoy en día ¿la independencia sería la mejor solución? No lo creo.

Cataluña
La disgregación produce debilidad, una debilidad que puede convertirse rápidamente en degradación social y miseria (*). No mucho más de lo que pudo haber producido una federación perversa creada desde una cabeza con el único objetivo de dominar y explotar a los miembros.
Mucho mejor parece ser parte una federación en la que cada componente sea respetuoso de los demás. Claro que estar federado implica compartir éxitos y fracasos. Y cuando uno es el exitoso esto cuesta bastante. Haría falta un altruísmo, que en realidad es una visión de futuro no inmediatista, de la que muchos carecen y muchos más están poco interesados en tener.

País Vasco
No me harán creer por más que insistan que un millonario industrial vasco está más cerca de un obrero vasco, con el que comparte el euskera, que de un millonario industrial de Burgos, por ejemplo, o de la misma Barcelona. Y si, por lo contrario, dichos poderosos en vez de defender sus intereses comunes se envidiaran mutuamente y quisieran apoderarse de las riquezas del otro, lo que los llevara a convertirse en enemigos lo suficientemente acérrimos como para entrar en guerra, seguro que la sangre que se desperdiciaría, una vez más, sería la de sus connacionales de clase media para abajo, hablen en la lengua que hablen, y no la de ellos.
Reconozco que el argumento de orden tan francamente ideológico que acabo de desarrollar más arriba, a muchos les va a parecer prehistórico, un completo déjà vu. Pero para mí sigue teniendo una total validez. Más, una validez que es evidente y que se expresa en el poder deslocalizado e impune de la banca.

Separarse del conjunto me parece tan antidemocrático como imponerse a la parte más débil. En los dos casos hay una negación de la posibilidad de poner a todos los ciudadanos implicados en un mayor e igual nivel de oportunidad y de aprovechamiento de las riquezas, como efectos principales de los acuerdos superadores de las diferencias. Y en consecuencia una  especie de feudalización. Que siempre termina con la aparición de un rey lo suficientemente fuerte como para volver a conquistar todo aplastando a la nobleza dispersa y ocupada en rencillas menores. Por eso veo a la lucha independentista como una lucha arcaica, un resabio de ideologías que pertenecen a una época que ya no existe.
Me asombra, por ejemplo, que Catalunya, y en particular Barcelona, con su población muy nueva en términos demográficos, haya aceptado con tanta inteligencia y modernidad a gentes de muchos países que la veían como a una especie de Shangri La cultural, y se niegue a aceptar a sus vecinos dentro de una misma federación.

Galicia
Las luchas por la existencia como idioma y cultura, no tienen por qué prolongarse en el tiempo cuando ya no son necesarias. Sobre todo cuando el enemigo genocida ya no existe. Puede uno entender esas luchas fuera de tiempo, por supuesto, desde el punto de vista de la sociología, pero eso no las valida, sólo la explica. Y si quedan restos de la dominación, cosa evidente, habría que luchar contra ellos y no decir, como un adolescente, dando un lindo portazo a la casa paterna, la que no eligió, por cierto: ¡No los soporto más! Yo me voy. Sabiendo que la historia y los lobos feroces que merodean por ahí, lo va a impulsar, en un plazo más corto que largo, a volver con la cola entre las piernas a luchar una vez más para ser lo que le corresponde por derecho: unus inter pares.

(*) Creo que habría que ver con detenimiento qué ganó y qué perdió Moldavia, la antigua Besarabia rumana, con la independencia que la llevó a ser el país más pobre de Europa.