El Blog de Emilio Matei

martes, 5 de agosto de 2014

Neo gurues de Facebook

Mi casa está abierta a todos, todos pueden entrar en ella, pero atención: mantengan la boca cerrada.

El prócer puede ser un actor conocido, un tremendo intelectual, un poeta filósofo o un filósofo poético o, por qué no, una vieja habitante de algún paraíso perdido que decidió comunicarse con el universo a través de una página de Facebook para contar, en compañía de sus acólitos, lo lindo que es su terruño. Lo que parece loable o, al menos, no negativo en sí. Claro que luego de un tiempo se rodea de una caterva de amigos fieles que en realidad actúan como fieles de una limitadísima religión y eso no resulta tan simpático. Son los que beben cada palabra del maestro o la maestra como si fuera una especie de maná intelectual que alimenta a los pobres desamparados del desierto de las ideas o más probablemente, de la exquisita sensibilidad que sólo el gurú es capaz de percibir en el más estólido ladrillo.

¿Foros de discusión o foros de adoración?

 El problema es que en FB, salvo que uno renuncie a abrir fuego contra todos mediante alguna limitación autoimpuesta en los filtros que se proveen para evitar la difusión excesiva, trae dos clases de individuos repudiables. Los insultadores por impunidad, que habrá que eliminar de los amigos, y los contestatarios, los malditos individuos que se afanan en discusiones irrespetuosas tan fuera de lugar, ¡so desubicados!
A esta última fauna reconozco que adscribo yo.

Los gurúes de FB reaccionan de una manera curiosa porque la gran mayoría no lo hace a mi comentario por sus contenidos sino sólo por su existencia, como si atreverme a discutir o a comentar algo que dijeron, a ocupar un espacio por mínimo que sea, fuera un pecado irredimible. Y luego su cohorte de adherentes fieles, acompaña con insultos, me gusta o ironías, a tan sabio sensei. Hay veces en que los acólitos suelen estar tan bien entrenados que se adelantan al gurú. Y en ese caso, el sobrio gurú o la sobria gurusa, para igualar los géneros, suelen poner un me gusta como quien asiente sabia y sobriamente con la cabeza.

En fin, cada cual con su idiosincrasia. Yo no pienso renunciar a la mía y seguiré molestando como el Etrusco.





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