El Blog de Emilio Matei

martes, 24 de julio de 2012

La crisis

Comprar alimentos de mediana o baja calidad, no poder tomarse las vacaciones, no poder cambiar el coche, poco o nada de diversiones en las que haya que pagar. Todo parece reducirse a ajustarse el cinturón. Y al fin de cuentas, eso no es tan terrible. Rico no es el que mucho tiene sino el que poco necesita, dicen los chinos. El sol sale para todos, se dice desde tiempo inmemorial, y no hay nada como un picnic en familia, claro, el pasto de los parques no tiene precio.

La calle y la crisis
Pero la crisis es mucho más que eso. La crisis es depresión paralizante, hombres que no pueden levantarse de la cama y mujeres que salen a recuperar viejos oficios, profesiones abandonadas o sencillamente, a ver cómo pueden traer algo para la boca, la crisis es el disparador de las peores patologías sicológicas, es la muerte por infarto, los dientes que no se pueden arreglar y se pierden, las parejas que se separan, los niños que abandonan el colegio, los adolescentes que se prostituyen, el aumento de la violencia delictiva y la represión. Nada escapa a la crisis. El mantenimiento del trabajo, el derecho indiscutible a alimentar a la propia familia, tal vez obligue a los más débiles a la obsecuencia o a la traición, viajar se convierte en una pesadilla y la violencia de las calles crece hasta que ya no se puede salir a pasear o dejar a los niños que jueguen en las plazas.


La inversión de la relación causal

Esperanza Aguirre, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, se permite decir que: o se ajustan las cuentas o pasará lo que pasó en Argentina. Yo, con toda honestidad, no creo que se trate de estupidez, creo que utiliza sólo una forma socialmente aceptada del asesinato serial basado en el desprecio más absoluto del otro.

No es así, Esperanza, a Argentina le pasó lo que le pasó por ajustar las cuentas.



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