El Blog de Emilio Matei

jueves, 20 de noviembre de 2014

El castillo en Lerici - Historia y memoria en la narrativa de un cuento

El cuento y el trabajo "Historia y memoria en la narrativa de un cuento" presentado al Coloquio de la Asociación De Epistemología del Psicoanálisis (ADEP) 1997

El castillo en Lerici


Último día del año. El hombre sentado en el muelle, frente al río, en la reposera, lee sin prestar atención. Hace mucho calor, pero las casuarinas que crecen a ambas márgenes del río, dan sombra. Un adolescente corre por el río montado sobre una especie de moto acuática. Cada vez que llega delante del hombre pega un giro haciendo una explosión de agua. El hombre no lo mira.
Por las pisadas firmes, casi masculinas, el hombre reconoce a su hija de dieciséis años que avanza por el muelle.
—¿Querés nueces? —pregunta Laura. Y la acerca una bolsita de plástico con nueces peladas.
—¡Gracias! —dice sorprendido—, muy gentil de tu parte.
—Mamá me dijo que te trajera.
—Ajá —dice, ahora el gesto de su hija le parece más lógico.
El hombre apoya el libro sobre las rodillas, mete la mano izquierda en la bolsita de plástico y saca un puñado de nueces. Con la derecha toma una y la mastica con lentitud. La hija se va, él queda con la vista fija viendo pasar el río.
Una ráfaga cálida sacude las casuarinas con un ruido de reflujo de mar detrás de las dunas.
En un promontorio, al fin de la Liguria, el castillo del mil doscientos se asoma sobre la bahía de Lerici. Lord Byron pasaba sus vacaciones allí, escribiendo. En una habitación enclavada en las paredes laterales del castillo, entre pesados bloques de piedra gris, el anarquista paralítico regentea del Albergue de la Juventud. Cuando está triste toca la guitarra y atrae a las mujeres solas. El hombre del muelle y su mujer, mucho más jóvenes que ahora, caminan por la terraza. Los chistan. Desde la torre que emerge sobre la terraza, por un ventanuco, asoma la cara de la vieja puta. Les habían hablado de ella. A veces se deja ver, les habían dicho. Es vieja, viejísima, los ojos brillantes se le pierden entre los pliegues de las arrugas. El pelo pajizo, teñido, le cae duro a los lados y le da una cara de paje ancestral. Debe de estar sonriendo porque una arruga horizontal, más profunda que las otras, le cruza la cara. Lord Byron  pasaba las vacaciones escribiendo allí, en esa terraza. A lo mejor la llegó a conocer cuando era joven, a lo mejor pagó por sus servicios.
La vieja deja caer una nuez en la mano de cada uno y desaparece por el ventanuco.
—Papá, me voy —dice Laura.
El hombre del muelle se sobresalta, deja pasar un instante y dice:
—Bueno. —Se pone la última nuez en la boca y vuelve al libro que lee sin prestar mucha atención.
A lo lejos se oyen las voces de su hija y del adolescente de la moto acuática.
En algún lugar suena una guitarra. Alguien canta. No consigue oír en qué idioma. A lo mejor fue hace muchos años.

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Historia y memorias en la narrativa de un cuento



Dr. Eduardo Ariovich (psicoanalista)
Lic. Juan Knöll (psicoanalista)
Emilio Matei (Escritor)

Durante el desarrollo de las actividades de nuestro grupo interdisciplinario, el tema de las trazas de las tres formas de la historia, tal como lo trata Freud en El Moisés, resultó significativa respecto a su evidente relación con el tema de la creación artística. En nuestro caso particular, en una obra de narrativa. En el cuento referido, el autor, si bien reconoce conscientemente algunos componentes autobiográficos, declara que el texto es francamente ficcional; es decir, es manifiesta su voluntad de haber realizado una creación de ficción.
Desde esta perspectiva interdisciplinaria nos interesó ver las relaciones entre un cuento, "El castillo en Lerici", y los procesos de la mente en el autor que lo produjo. En general los autores de textos literarios confiesan en privado que dan más valor al "decir bien", esto es, contar una buena historia, que a lo que quisieron decir en un comienzo. En este análisis intentamos discriminar lo ilusorio de lo que se quiere contar ante el valor fundante de la ficción de la historia creada. Este carácter de la ficción radica en que es producida y productora del sujeto que la escribe, que la reconoce como su producto con el que se identifica cualquiera sea su forma y contenido. Ese reconocimiento, en primera instancia, produce en el escritor su autoreconocimiento como tal y en ese mismo movimiento la obra se separa de su autor para adquirir vida propia. En esa vida propia de la obra, esta adquiere la condición de ficción para otros, incluido el mismo autor.
El autor, sujeto productor de la narración, es sujeto de sus historias. En esta actividad utiliza las tres formas de la historia que menciona Freud: las edificadas sobre sus memorias de la realidad objetiva (GESCHICHTE), las que completan las lagunas mnémicas de modo conjetural (HISTORIE) y las que dan cuenta de la experiencia vivencial (HISTORICH). Con estas materias primas se genera un universo infinito pero acotado donde la singularidad se realiza en el acto creativo. Este acto creativo es una actividad lúdica, esto es, se juega en el campo del placer y del displacer. Tal actividad lúdica se tramita en el campo de la palabra donde la metáfora en sus asociaciones y resonancias metonímicas posibilita la generación de un espacio en el que la ficción es la más humana de las tareas. La ficción se constituye, entonces, en un acto creativo productor de placer estético que, a su vez, se constituye como realidad psíquica objetivada. Por fin, la ficción se constituye con historias y las historias hacen uso de las memorias.
La memoria es la disposición de una información que actualiza y presentifica una experiencia o conjunto de experiencias de un pasado cercano o lejano. La memoria en tanto portadora de información, es portadora de un saber que se registra en una codificación, se conserva y se decodifica en el momento en el que ese saber realiza su eficacia. En la memoria se diferencia un lenguaje de inmediatez y un lenguaje que se juega en el campo de la palabra. El primero se constituye en una estructura representacional de inseparable carga afectiva, lo llamamos memoria emocional; el segundo, realizado el lenguaje palabra, se expresa en el sistema prenconsciente-consciente como memoria declarativa y tiene vicisitudes específicas de lo humano a través de la represión que lo deviene inconsciente reprimido. Las historias se hacen con la materia de estas memorias y, por lo dicho anteriormente, se constituyen en la materia prima de la narrativa.

GESCHICHTE-HISTORIE

Los fragmentos del cuento corresponen a fragmentos efectivos de historia real.
El castillo sobre la bahía de Lerici es del 1.200 d.c. En la época en que transcurre el pasado de la historia, era efectivamente un Albergue de la Juventud regenteado por un anarquista paralítico que tocaba la guitarra. Lor Byron pasó vacaciones en el castillo donde escribió parte de su obra. En el mismo lugar el autor del cuento y su mujer pasaron algunos fines de semana. allí conocieron a la vieja puta con cabellera de paje que en una oportunidad les tiró desde un ventanuco del castillo, una nuez a cada uno. Acto que solía repetir con otros frutos y a otras parejas.
En el presente del cuento el autor se reconoce en un muelle de las Islas del Tigre, el último día del año, bajo las casuarinas, leyendo y recibiendo nueces de su hija que le envió su mujer. Un adolescente corre por el río montado en una moto acuática.
Estos citados fragmentos fueron escritos con un desarrollo conjetural.

HISTORISH

Esta lectura tiene la apariencia de autobiografía, sin embargo la secuencia de los fragmentos muestran esta biografía como ilusoria en tanto sostenemos que, en verdad, con estos elementos el autor construye una ficción donde la fuerza de los recuerdos como productores de sentido es engañosa en tanto el producto estético enlaza distintos órdenes de significación. En el orden manifiesto prevalece una producción estética donde se funden resonancias afectivas, imágenes visuales, sonoras y de piel, así como connotaciones semánticas. En el orden latente pujan fantasías inconscientes del autor.
Elegimos este cuento precisamente porque en su apariencia autobiográfica podemos objetivar de un lado su naturaleza ficcional y de otro mostrar los materiales de construcción que entendemos de modo manifiesto, deformado y aculto, siempre están presentes. El autor no crea desde la nada sino desde sus historias en tanto sujeto de la cultura, pero el acto creativo está dado por la singularidad y forma de los enlaces que produce. Y es la trama de esos enlaces la que constituye el espacio ficcional.
Los enlaces más relevantes pueden ser de lugar, de época (temporalidad), de contenido representacional, de estado emocional.
La historia ficcional produce un ordenamiento de los significantes donde la fragilidad de la memoria y los modos del proceso primario deben satisfacer las exigencias del proceso secundario (coherencia-verosimilitud-creencia).

ALGUNOS ENLACES OBSERVABLES

Las nueces son el elemento ligante que permite la modulación Tigre-Castillo-Tigre. Por otra parte enlazan Puta-Madre-Hija adolescente como función de la sexualidad femenina dadora de frutos así como de transmisión de ese saber.
La Puta con su cabellera de Paje es una condensación entre la sexualidad madura (sabiduría cortesana) y la indefinición sexual del joven mancebo.
El ruido de las casuarinas enlaza con el ruido del mar donde se encuentra el Castillo de Lerici.
El clima cálido enlaza el estar veraniego en el Castillo con el estar veraniego en el Tigre. Además hay un enlace por oposición entre Castillo frío-Tigre cálido.
En el eje temporal podemos dar cuenta del Castillo del 1200, el siglo XVIII-XIX tiempo de la escritura de Lord Byron, el tiempo de la presencia del autor con su esposa cuando jóvenes en Italia, el tiempo del relato en el muelle. El tiempo tiene en fechas una disposición lineal, pero el engarce del cuento tiene la forma circular del tiempo mítico. El canto y la música de fondo, en el muelle como hace veinte años en Lerici, fusionan el hoy con ese ayer.
Finalmente deseamos destacar el eje de identificación del autor con Lord Byron, unidos por la escritura y el Castillo de Lerici que da nombre al cuento y lo organiza en la atemporalidad del inconsciente.

A MODO DE CONCLUSIÓN TRANSITORIA

La memoria no produce un espacio homogéneo y euclidiano, sino que metafóricamente podríamos representarla como un espacio en red de N dimensiones. En ella funcionan diversos órdenes de temporalidad, donde la asociaciones del discurso pueden ordenar distintas secuencias tópico-dinámicas. Y en estas la prevalencia-atención va a estar determinada por lo económico, esto es por los montos de afecto en juego. Esta dinámica de los afectos deviene en estructura conflictiva donde las armonía y las  desarmonías proveerán los recorridos posibles en la red. la singularidad de los recorridos se expresarán en las formas y expresiones de las memorias en la producción de historias.
Entendemos entonces la ficción como un lugar de específica singularidad donde el sujeto produce sus historias. Y entendemos la narrativa como el efecto del oficio de producirlas jerarquizando el placer estético. De este modo el escritor aspira el goce de plasmarlas de modo tal que puedan configurar un espacio ficcional para otro de él y a quienes es capaz de producir también un placer estético.


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