Reconozco que estos temas, la conservación de los privilegios y el sentido de pertenencia de los miembros de los grupos sociales, son recurrentes para mí. Estoy convencido de que en el estudio de esas patologías sociales hay soluciones, al menos parciales, para la comprensión y la posterior modificación de ciertos comportamientos.
¿Es el miedo a perder los privilegios, sean estos reales o
una creencia inducida por la sociedad en su conjunto o los medios en
particular? ¿O el miedo a dejar de pertenecer?[1]
"El problema, por tanto, es
saber no lo que piensa un
grupo, sino cuáles son los
cambios que pueden produ-
cirse en su conciencia, sin
que haya modificación en la
naturaleza esencial del grupo."
L.G.
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La actitud de muchas personas de sostener ideas que las
desfavorecen en términos de realidad, suele ser una actitud de un perfil
irracional que resulta, o parece resultar, imposible de modificar mediante las discusiones
o los razonamientos lógicos tradicionales. No parece haber prueba que alcance
para hacerles comprender lo que resulta obvio.
La búsqueda desesperada, por parte de los militantes, del
razonamiento adecuado para convencer a las personas que cambien su modo de ver
la realidad, llenas de lógica que trata de mostrar la obviedad de sus ventajas
y sus desventajas, están condenadas al fracaso si no consideran como básico, el
entender cuáles son las verdaderas razones que tiene el interlocutor para pensar de otro modo. Que, como trato de
decir aquí, no son sólo su conveniencia inmediata ni la verdad del
razonamiento, sino los riesgos sociales a los que se sometería si cambia su
modo de pensar[2]. En concreto, la pregunta
que subyace, creo que bastante inconsciente, como digo más arriba, es la de si
un cambio de forma de pensar le permitiría todavía pertenecer al mismo grupo,
el grupo que hasta ese momento lo identifica y que parece sostenerlo.
Para Lucien
Goldmann, la pertenencia a un grupo es uno de los factores posibles que
determinan qué se puede o no se puede percibir. Y lo considera un fenómeno
estudiable desde la sociología y la psicología en un contexto de la teoría de la comunicación[3] [4].
Me gustaría mostrar aquí unas pocas situaciones con el fin
de aclarar un poco de que hablo cuando hablo de pertenecer.
1ª ¿Es posible cambiar de club de fútbol por alguna razón
lógica? ¿Alguien podría conseguirlo sólo por un razonamiento? Lo veo altamente
improbable. En mi caso soy de River sólo porque en mi infancia mi padre era de
River por haber vivido, él, en Nuñez, barrio sede del cuadro en su época
juvenil. Teniendo en cuenta que por esa época la que la mayor parte de los
habitantes de Buenos Aires era o inmigrante o hijo de inmigrante y que el
fútbol no era muy antiguo, lo más normal era ser hincha del club del barrio.
Cambiar de cuadro de fútbol para mí sería una traición a mi padre, a mis hijos,
a los que les transmití mi filiación futbolera, y así podría seguir durante un
rato escribiendo por qué dejar a River sería para mí, poco aficionado al
fútbol, una especie de tragedia. No importa si el presidente de la institución
es un nazi, si sus jugadores son unos troncos, si la barra brava hace desastres, si la cancha se viene abajo y si se va
al descenso o cualquier otra razón.
2ª La definición de esnob de la Real Academia Española: “Persona que
imita con afectación las maneras, opiniones, etc.,
de aquellos a quienes considera distinguidos”, debería ser ajustada agregando
el verbo creer: “…, opiniones, etc.
que cree de aquellos a quienes
considera distinguidos.” No hacerlo vela algunos comportamientos que podrían
volverse inexplicables.
Estoy convencido que esta búsqueda, estos constantes análisis de
los comportamientos de otras clases sociales, casi siempre más altas, pero a
veces más bajas[5], no
siempre son conscientes. Al menos del todo. Creo que esos comportamientos se
incorporan con tanta fuerza que se pueden volver automáticos y terriblemente
sólidos[6].
Son, por lo tanto, muchas las situaciones en las que las personas pueden
utilizar costumbres, ropa o gestos que los desfavorecen cuando no los dañan,
sólo por la búsqueda pertenecer. En particular si estas actitudes se expresan
en el momento del voto.
3ª ¿Qué le pasará por el interior a un comerciante del
barrio de Once, judío al menos por sus orígenes, que debería aceptar un partido
nacional y popular que mejorando la distribución del ingreso le produce muchos
más clientes con el consiguiente aumento de las ventas, teniendo en cuenta que
la caja registradora lo hace más evidente que cualquier razonamiento iluminado,
si Israel y sus instituciones locales en las que participa o por lo menos
simpatiza, le dice por razones de su política internacional que debe acompañar
la mirada sobre la sociedad de la derecha más extrema, la misma que siempre
estuvo dispuesta a destruirlo, y militar y votar en consecuencia?[7]
En síntesis, sé que creer que todas las personas son
determinadas más por sus pertenencias que por sus conciencias es una
ingenuidad. Pero es probable que eso sea cierto en muchos más casos de los que
uno pueda o quiera suponer. La cuestión sigue siendo, como a principio de los
setentas del siglo pasado, cuando Goldmann planteaba esto, cómo extraer alguna
conclusión práctica, cómo extraer una metodología.
[1] La compañía de tarjetas de
crédito American Express utilizaba un eslogan notable por su perspicacia: "Pertenecer tiene sus privilegios."
[2] "…, la mala fe es un fenómeno individual que
no encontramos más que de manera totalmente excepcional y provisional en grupos
sociales extremadamente restringidos,…" L.G.
[3] “El problema, por tanto,
es saber no lo que piensa un grupo, sino cuáles son los cambios que pueden
producirse en su conciencia, sin que haya modificación en la naturaleza
esencial del grupo.”
La création
culturelle dans la société moderne. L. Goldmann, Editions de Nöel, Paris
1971.
[4] La muerte prematura de L.
Goldmann, no le permitió seguir adelante con esta teoría que me parece
excepcionalmente prometedora. Y tampoco encontré otros científicos que la hayan
hecho avanzar más. Teniendo en cuenta las implicaciones que podría tener en la
comunicación social y, por eso mismo, en la política, creo que merece un
estudio más extenso que apunte a sacar de ella alguna posibilidad práctica para
la acción.
[5] La militancia de izquierda que se proletariza y trata de imitar las
costumbres de la clase a la que pretende concientizar.
[6] Sobre este tema,
la importancia sicológica de pertenecer a un grupo, habría que analizarla desde
los estudios sobre la adolescencia, donde el pertenecer parece ser
especialmente importante.
[7] No equivocarse, no es un
tema religioso el que lo une a Israel, su comunidad aceptaría que fuera ateo,
pero no que traicionara al Estado de
Israel.
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