Ayer, de casualidad, descubrí lo
que debería haber sido evidente teniendo en cuenta su nombre y su origen:
Celine Dion es una francocanadiense, de origen francófono, que comenzó su
carrera cantando en francés, ese francés que suena un poco raro que tienen los
canadienses.
Por qué, entonces, yo la tenía
registrada como cantante en inglés. Qué hizo que la comparara con cantantes
norteamericanas.
No voy aquí a avanzar con su
biografía. Para eso está Wikipedia que da infinidad de datos de la vida de esta
cantante en la que el éxito y la calidad van juntos. Lo que quiero hacer notar
es que en la música, en el arte, como en casi todo lo demás, Europa se refleja
a través del espejo anglosajón-norteamericano. Por esa razón todo lo netamente
europeo de Celine Dion, lo que la podría unir perfectamente a la Chanson française más tradicional, más
interesante, desaparece de los medios
de todos los países no francófonos.
Durante el show en Quebec que
tuve oportunidad de ver por TV, Celine Dion me hizo sentir, como en
reverberaciones sutiles, a figuras como Brel, Moustaki, Barbara, Hardy,
Montand, Ferrat y, por qué no, Holliday y Vartan. ¿Parece una comparación
excesiva? Puede ser, tal vez, pero eso fue lo que sentí y, ya se sabe, los
sentimientos son lo que son y resisten al juicio.
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