El Blog de Emilio Matei

sábado, 29 de junio de 2013

La virginidad de algunos ecologistas

¿Cuándo la virginidad dejará de ser un privilegio o una ventaja basada en un supuesto derecho de propiedad de padres, hermanos, maridos y celestinas, para convertirse en lo que es, un estado, una época, una etapa del desarrollo? (*)

Virginidad capitalista:
vale u$s 780.000
Lo de las tierras vírgenes, calificativo que se le adjudica a las no tocadas por el hombre, o, para algunos algo menos fundamentalistas, a veces las tocadas por hombres primitivos, que parecen ser menos hombres ya que su toque es sin pecado, resulta absurdo si se tiene en cuenta el permanente cambio de la naturaleza. Salvo que la palabra virgen se generalizara a la totalidad de los estados posibles. Yo, por ejemplo, sería virgen de tirarme en paracaídas. Esa analogía con la falta de debut sexual podría ser muy conveniente. ¿Sería más virgen la mujer desvirgada, por ejemplo, por el asiento de una bicicleta, un paseo a caballo o un perrito emprendedor, que la desvirgada por un hombre? Este tema, en el devenir histórico de las sociedades, provocó más discusiones que la multipilicidad o singularidad de la Santísima Trinidad.

La búsqueda de muchos ecologistas de la pureza original los hace caer en absurdos, casi siempre basados en la falta de formación y conocimientos o arrastrados por intereses mucho menos claros que los de los destructores del medio ambiente. Y la metáfora, la bendita metáfora, sigue siendo la involuntaria coartada para cualquier afirmación por disparatada que sea.

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(*)Este artículo está inspirado en un comentario de Facebook que recordaba con nostalgia a la virginidad de cuatro especies vegetales que eran típicas de la zona antes de que se iniciara la construcción de un emprendimiento inmobiliario. Lo curioso es que todos los vegetales mencionados habían sido importados al país no más de ciento cincuenta años atrás.

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