¿Cuándo la virginidad dejará de ser un privilegio o una
ventaja basada en un supuesto derecho de propiedad de padres, hermanos, maridos
y celestinas, para convertirse en lo que es, un estado, una época, una etapa del desarrollo? (*)
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Virginidad capitalista: vale u$s 780.000 |
Lo de las tierras vírgenes, calificativo que se le adjudica
a las no tocadas por el hombre, o, para algunos algo menos fundamentalistas, a
veces las tocadas por hombres
primitivos,
que parecen ser menos hombres ya que su toque es sin pecado, resulta absurdo si
se tiene en cuenta el permanente cambio de la naturaleza. Salvo que la palabra
virgen se generalizara a la totalidad de los estados posibles. Yo, por ejemplo,
sería virgen de tirarme en paracaídas. Esa analogía con la falta de debut
sexual podría ser muy conveniente. ¿Sería más virgen la mujer desvirgada, por
ejemplo, por el asiento de una bicicleta, un paseo a caballo o un perrito
emprendedor, que la desvirgada por un hombre? Este tema, en el devenir histórico de las sociedades, provocó más
discusiones que la multipilicidad o singularidad de
la Santísima Trinidad.
La búsqueda de muchos ecologistas de la
pureza original los
hace caer en absurdos, casi siempre basados en la falta de formación y
conocimientos o arrastrados por intereses mucho menos claros que los de los destructores del medio ambiente. Y la metáfora, la bendita metáfora, sigue siendo la involuntaria
coartada para cualquier afirmación por disparatada que sea.
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(*)Este artículo está inspirado en un comentario de Facebook que
recordaba con nostalgia a la virginidad de cuatro especies vegetales que eran típicas
de la zona antes de que se iniciara la construcción de un emprendimiento
inmobiliario. Lo curioso es que todos los vegetales mencionados habían sido
importados al país no más de ciento cincuenta años atrás.
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