Hay ciertas realidades cuya
calificación sólo depende del punto de vista del que las interpreta. La más
simple es la de considerar revolucionarios o subversivos a las mismas personas.
Y la historia suele preferir quedarse con la calificación que hace el vencedor.
Lo mismo suele suceder con los
terroristas, cobardes asesinos o valientes patriotas.
Hasta aquí, no mucho más que un
lugar común: todo es según el color del cristal con que se mira.
La página web del Smithsonian con el cartelito rosado que notifica su cierre, junto al del Zoológico Nacional |
Pero hay una zona gris en que
las calificaciones se vuelven más borrosas o erráticas. Y el caso de la caída
del gobierno de Estados Unidos al negarle la Cámara de Representantes el
presupuesto ¿cómo habría que calificarlo?
Dejar a la gente sin trabajo es
una forma de crimen. Las parejas que se rompen, los hijos abandonados, los
infartos y los cánceres, suelen acompañar a la pérdida del trabajo. En este
caso, la caída del gobierno por falta de presupuesto afecta a ochocientas mil
personas. Para mí, el Partido Republicano se acaba de mandar el ataque terrorista más enorme del que haya escuchado hablar en mi vida.
¡Bien por el
Tea Party! Directo al Guiness.
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