El Blog de Emilio Matei

lunes, 31 de marzo de 2014

La escuela pública I

Revertir la lucha entre la enseñanza pública, que en aquellas luchas allá por los finales de los años cincuenta del siglo pasado se la llamaba laica, y la privada, que se llamó libre y que fue promovida especialmente por las escuelas confesionales, implicaría una pelea sólo posible para un gobierno revolucionario.
Sin embargo existe una posibilidad que puede resolver este problema en la mayor parte de los casos. Y es la búsqueda de una educación de excelencia que supere en mucho a la privada. Y digo, en la mayor parte de los casos, porque no todos los padres buscan una educación de excelencia. Los hay, sobre todo para los de las clases altas y sus adláteres, que tratan de lograr que la escuela confesional sustituya el deber de educar que le correspondería a los padres y que se encargue de adjuntar a sus hijos, compañeritos útiles, los que en un futuro asegurarían buenas relaciones y, por qué no, buenos matrimonios. Amén de los ultramontanos padres de niñas que no quieren que haya pantalones en el colegio en el que estudian sus hijas, salvo, por supuesto, si están escondidos debajo de las sotanas.

Es posible que algunos piensen que la tarea de mejorar la calidad de la enseñanza primaria y secundaria hasta alcanzar niveles de excelencia sea desmesurada o rayando con lo imposible. Sin embargo la Universidad de Buenos Aires sigue siendo la mejor de la Argentina aún en carreras tan competitivas como la de economía. Todavía hoy el título de la UBA es considerado igual o mejor que el de las universidades privadas más encumbradas como la San Andrés o la DiTella. Criterio compartido por grupos insospechados de favoritismo hacia la enseñanza pública como en el caso del Opus Dei, que suele enviar a los mejores futuros cuadros a dicha universidad.

Es curioso que por más que muchos se quejen de las huelgas a repetición que aqueja periódicamente a la UBA y a la cantidad de estudiantes crónicos que aprovechan su gratuidad malgastando el dinero de mis impuestos, ni los más convencidos reaccionarios discuten su calidad y mucho menos su calidad a nivel internacional.

Volviendo a las escuelas primarias y secundarias, el gobierno es posible que nos diga que primero es necesario hacerlas accesibles a todos los jóvenes del país. Y de eso no cabe duda. Pero no se trata sólo de sacar los jóvenes de las calles, se trata también de ponerlos en manos de profesores bien calificados. Necesidad muchas veces superior a la de mejorar las condiciones edilicias. Si bien no creo que sea necesario sacrificar alguna de estas cuestiones: calidad de enseñanza, acceso a la escuela y calidad de la infraestructura, una en función de la otra por ningún motivo. Estoy convencido de que todo puede ser hecho al mismo tiempo más por políticas adecuadas que por inversiones enormes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario