La cultura taxística. Ni la de la
taxidermia ni la de la taxonomía. Sólo la que se obtiene por andar en taxi por
la Ciudad de Buenos Aires. Una sociología cómoda en el sí lugar en el que hay tiempo para hablar de cualquier cosa para
competir en el desahogo de una carga que, aburrimiento en un caso, cansancio en
el otro, sólo se puede aliviar hablando.
Carrefour, incrocevia, crossroads,
Kreuzung; en cualquier idioma, encrucijada, el lugar en el que fluye la
información de una clase a la otra. Pero no me refiero a clases sociales,
aunque suele haber una clara diferencia de clase social, yo diría en estos
casos: de clase de gente. La clase de gente que se puede permitir obviar el
transporte público masivo y los policías y militares que hacen horas extras, los
divorciados sin negocio, porque el negocio le quedó a su ex mujer, algo
desorientados, y otros ejemplares de una fauna muchas veces resentida por un
tipo de trabajo que en las grandes ciudades es casi siempre inhumano.
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