En medio de un alarmante número de suicidios de cuadros
superiores, y no tan superiores, de las grandes empresas tanto privadas como
estatales, Francia se va volviendo un ejemplo de políticas dependientes de las
finanzas internacionales. Y los resultados son los que se podían esperar. Una
gran desestructuración de todos los servicios en inevitable sintonía con la desestructuración
de la vida cotidiana.
Los ferrocarriles de Francia decidieron incorporar un
nuevo tipo de trenes muy veloces y con mayores comodidades para los trayectos de distancias intermedias. Un
total de 341 trenes, dos mil millones de euros. Los trenes se hicieron y
esperan desde hace más de diez meses porque los hicieron demasiado anchos para
las estaciones. Como el pago de estos trenes se juntaba haciendo una vaquita
entre las regiones, ahora quieren que
estas paguen los costos del error. Cosa que, por supuesto, las regiones no quieren hacer. En
síntesis, nadie quiere poner la platita y la cosa va empezando a juntar polvo. Tal
vez algo tenga que ver con eso el hecho de que los saberes sustituyeron a los
conocimientos, quién sabe. Cosas del post posmodernismo.
Eso sí, Francia tiene un promedio de puntualidad en sus
trenes superior al de Alemania y al de Inglaterra. No sea cosa que alguien crea
que son los franceses los únicos irredimibles frente a la famosa precisión anglosajona.
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