El Blog de Emilio Matei

viernes, 25 de enero de 2013

Elogio de los anónimos

Estos días se escuchan a muchas voces, incluidas algunas más que respetables como la de Edgardo Mocca, de un largo y prestigioso currículum y más conocido por ser tal vez el más lúcido de los columnistas del programa 678 de la televisión pública de Argentina, despotricar contra las formas anónimas que nunca desaparecen del todo de las luchas sociales y políticas en nuestro país, hayan sido vehiculizados por las redes sociales o por los afiches callejeros.

El anónimo es una forma de discurso como cualquier otra. Por más que muchas veces irrite, más que intrigue, al receptor

En términos generales se considera a la forma anónima de comunicación como negativa y cobarde. O, al menos, es la forma en que los poderosos la consideran. Los perseguidos muchas veces tienen al anónimo como protección para poder decir verdades que de de otro modo condenarían a muerte al declarante.
La estatua de Pasquino, en Roma, era usada durante los siglos XVI y XIX, para colocar textos satíricos o políticos a título anónimo, muchas veces en forma de verso, en contra de personajes intocables de la época, tan intocables como el Papa.

Pasquino - Roma

Despotricar contra los anónimos es como despotricar contra la clandestinidad. Sobre todo si se tiene en cuenta que el anónimo es tan esencial a la clandestinidad que en la práctica, la define. Y la clandestinidad es la forma en que se mueven tanto delincuentes como revolucionarios.

Por cierto mucha gente puede decir que en etapas democráticas no es necesario la forma anónima ya que a nadie se le ocurriría apresar, torturar y menos matar a alguien que piense diferente. Pero aunque esto sea verdad, la mayor parte de las veces no lo es de forma definitiva ni completa. En los mejores momentos, que muchas veces suelen ser eso, nada más que momentos,  todavía se pueden perder trabajos, posibilidades de progreso o de reconocimiento social. Y si asociarse en una especie de juego del TEG con personas o agrupaciones más que dudosas es considerado y aceptado como parte de lo político, no veo por qué el anónimo como herramienta sería más repudiable.

En realidad el anónimo, como toda herramienta, no tiene signo. Será positivo, negativo o neutro de acuerdo a quién la use. O quién sea su destinatario: si uno o el otro. Por eso cuando un anónimo resulta inadecuado o cobarde, cosa que puede suceder, es mejor criticarlo por sus contenidos y no por su condición.

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