El Blog de Emilio Matei

jueves, 28 de junio de 2012

Mi pasado fue peor


¿Qué pasó?

Ayer el MACN, Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, cumplió 200 años. Es la institución científica más antigua de Argentina. Pero eso no parece ser interesante ni para El Clarín ni para La Nación ni para Página 12. No pude encontrar ninguna mención en ninguno de esos diarios.
Ayer estuve en el festejo del 200 aniversario del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Un lugar espléndido, cuidado, limpio, lleno de materiales de todo tipo. Viejos científicos, jóvenes prometedores, autoridades y hasta un ministro de la nación que también es un científico, hicieron un festejo digno, elegante y de una mínima formalidad.

Cuando tenía alrededor de ocho años, ese notable edificio quedaba más o menos a mitad de camino entre mi casa y el centro. Lo veía cuando iba a la Iumen (YMCA), en esa época un chico de ocho años podía viajar solo en ómnibus.
Museo Argentino de Ciencias
Naturales
Recuerdo poco de mi primera visita a ese museo. Sólo un tremendo aerolito en la entrada, una enorme pata de dinosaurio, un montón de animales embalsamados y apolillados a los que se les salía el relleno, y una capa de tierra que cubría todo. El lujo de un edificio tan enorme y decorado, con mármoles y bajorrelieves, contrastaba con un abandono que sólo volví a ver muchos años después en el Museo de Nápoles, donde debajo de una momia había un pedazo de piel de salame con hilito y todo.
Para un chico que había sido educado en un respeto casi religioso de la ciencia y la cultura, la mugre y el abandono del museo eran una expresión clara de lo que significaba la barbarie.

Una situación parecida viví cuando fui a estudiar y trabajar en el segundo pabellón de la Ciudad Universitaria, unos meses después de la noche de los bastones largos. Eso sí, todo estaba limpio. Totalmente limpio.
Los laboratorios abandonados en su mayor parte, algunos profesores eran titulares de dos y tres cátedras a la vez, y la mejor y surrealista expresión de abandono que haya visto en mi vida: durante varios años siguieron llegando equipos y aparatos, objetos carísimos y misteriosos, para laboratorios que habían sido abandonados hacía mucho tiempo y para investigadores que ya nadie recordaba. Una especie de fantasía posnuclear para subdesarrollados.

Y más tarde en el Inti, vigilados por el peronismo Lopezreguista. Y después de la masacre de Ezeiza, cuando no supieron qué hacer con Osinde y su banda, la mandaron a reemplazar a esos villeros y a  poner orden entre los científicos y técnicos.

Y todavía nos esperaban las torturas y las desapariciones.

Ayer, en el museo, pude sentir que desde este mundo y este momento, aún con todos sus problemas; en realidad, es difícil sentir nostalgia. Por una vez el pasado no fue mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario