¿Setenta mil? ¿Ochenta mil? No
importa, la cifra parece carecer de importancia. Lo real es que los sirios
siguen muriendo en manos de cualquiera. Puede ser del gobierno de un autócrata
que no está dispuesto a irse, cosa lógica porque no parece haber quien lo
quiera recibir, o las manos asesinas pueden ser de una banda heterogénea de
liberadores, muchos de ellos Jijadistas de diversas variantes del
fundamentalismo árabe, apoyados por europeos o norteamericanos.
¿Cuál es el objetivo de esta
guerra sangrienta? No está claro. Israel pretende debilitar a un país con el
que siempre la guerra es una posibilidad inminente, Estados Unidos tal vez
pretenda quitarle a Rusia su última base naval en el Mediterráneo o quedarse con los clientes que compran armas a China, Europa que
quiere que no la dejen afuera de la geopolítica mundial y que tal vez, como en
Libia, termine haciendo el trabajo sucio sin quedarse, prácticamente, con nada
del botín.
La cuestión que los Israelíes
bombardean Damasco, a un supuesto depósito de armas entregadas por los Iraníes
a Hezbollah, según dicen. Aunque parece que John Kerry dice que lo que
bombardean los israelíes son depósitos de gas Sarín. ¿Habrán sido dos
bombardeos diferentes? Quién lo sabe y a quién le importa saberlo. Total, cada
cual declara lo que cree que le conviene.
Mientras tanto la gente sigue
emigrando o sucumbiendo. El gobierno bombardea sin hacerse problema por los
civiles y la última moda de los rebeldes
es filmarse mientras arrancan las viseras de algún soldado caído y luego suben
los videos a Internet para mostrar en las redes sociales lo feroces que son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario