El Blog de Emilio Matei

martes, 11 de diciembre de 2012

El derecho a morir cuando uno ya está muerto

El aprovechamiento de los servicios sociales de un país progresista

Es necesario que se legisle seriamente sobre la eutanasia o al menos sobre el derecho a morir cuando uno ya está muerto.
Reconozco que aquí la palabra eutanasia no está siendo usada de modo correcto. La eutanasia se aplica a gente viva, no a cadáveres. Y aquí de lo que se trata es de personas muertas mantenidas en una especie de embalsamamiento activo o como se deba llamar a un procedimiento por el que los cadáveres mantienen su temperatura y su aspecto y no se corrompen.

Los verdaderos
muertos vivos
La suspensión de los procedimientos supuestamente médicos no sólo deberían ser decididos por un familiar o por el mismo difunto si dejó por escrito qué se debía hacer con él en el caso de muerte cerebral. Tiene que haber alguna clase de decisión por parte de los médicos o del mismo estado. Sé qué difícil es evitar que se cometan barbaridades cuando se trata de tomar decisiones sobre las vidas ajenas pero si un estado deja que se las cometan, es porque de hecho ya las está haciendo, y una ley más o menos no le va a modificar la idiosincrasia.

Los muertos que producen ganancias

Y mientras tanto hay montones de camas que sostienen cuerpos sin cerebro, oxigenados mecánicamente que mantienen la temperatura y que son una triste maqueta de lo que fue una persona. Esos pobres cuerpos muertos vivos siguen, eso sí, produciendo dinero a las instituciones que los conservan. Los servicios sociales siguen pagando fortunas para mantener vivo a un muerto, lo que no es más que una estafa de una enorme crueldad, lo que se dice, una indignidad.

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