La
Guía Verde de teléfonos se
entregaba junto a la habitual, la amarilla, a veces pagando un pequeño
adicional. Se trataba de una guía a la que se entraba por la dirección
y no por el nombre del usuario, como es habitual. Es decir que uno ponía el
nombre de la calle y un número, por ejemplo, de un edificio, y salían los
nombres y los números de teléfono de los habitantes, piso por piso,
departamento por departamento. En algún momento, y a nivel internacional, se
consideró peligrosa la información de tan fácil acceso de los datos de los
usuarios del teléfono ya que daba lugar, por sobre todas las cosas, a estafas.
Fue así que la guía verde se extinguió. De ese modo si hoy en día uno pone guía verde en Google, ya no aparece una guía de teléfonos invertida sino una serie de viveros, vendedores de plantas, comidas ecológicas, lectores de Tarot, etc. Hay que agregar la palabra teléfonos o telefónica para que, cual Ave Fénix, reaparezca en la acepción que se usa aquí.
Fue así que la guía verde se extinguió. De ese modo si hoy en día uno pone guía verde en Google, ya no aparece una guía de teléfonos invertida sino una serie de viveros, vendedores de plantas, comidas ecológicas, lectores de Tarot, etc. Hay que agregar la palabra teléfonos o telefónica para que, cual Ave Fénix, reaparezca en la acepción que se usa aquí.
Así desapareció una guía muy práctica
pero, como se dijo, bastante peligrosa.
Claro que esa desaparición no duró
mucho. Gracias al aumento de la calidad y velocidad del procesamiento de datos,
resultó muy fácil tomar la guía común, la amarilla, y cometer el error de digitalizarla, con la excusa tal vez de que un
CD era mucho más barato que un mamotreto de papel, razón verdadera, oculta tras
la practicidad declamada junto a razones ecologistas. Y desde ese momento ya no
hubo vuelta atrás.
Reordenar la información de una base de datos ya se había
convertido en una trivialidad para cualquier programador. Y, como siempre
sucede cuando un humano desea algo con suficiente intensidad, se hizo una guía
invertida como la verde y aún más. Se pudo entrar
a la información desde cualquier lado.
Ahora uno podía poner un número telefónico o una dirección o un nombre y
acceder, en instantes, a la información completa.
Si la memoria no me falla, el
primer caso de distribución clandestina de una guía de acceso múltiple se hizo
en Australia. Se copiaron y vendieron tantos CDs que el estado se vio obligado a dejar de
lado la prohibición y permitir a las compañías telefónicas que entregaran la
información como más le pluguiera. Y poco a poco lo mismo sucedió en todos los demás
países.
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