Marioneta política |
Bush padre vomitando en una comida en Japón, Bush hijo paralizado ante el atentado a las Torres Gemelas, Reagan balbuceando su senilidad, Macri contando historias prefabricadas y elementales de ciudadanos que nunca existieron e incapaz de dar un mínimo dato numérico o que se deba expresar con más de cinco palabras. Y tantos otros ejemplos que se pueden dar de la falta de nivel tanto cultural como de inteligencia de estos tristes ejemplares. Todos ellos son personas que responden a los mandatos de grupos de poder para los cuales uno u otro gerente les es indistinto, basta que sean capaces de alinearse en los criterios que le son dados por el grupo pensante, el de los que consideran al país como otro terreno para explotar.
Si no fuera por la capacidad de daño que tienen y por los privilegios de los que gozan, uno podría apenarse al verlos actuar, incompetentes y torpes, de un modo tan burdo que no se puede evitar la sensación de vergüenza ajena que producen.
Pero es importante tener conciencia de que no son más que monigotes, títeres descalabrados de fuerzas mucho más importantes que constituyen los verdaderos enemigos. Por lo que no hay que dejarse llevar por la simplicidad de odiarlos o depreciarlos, es una pérdida de tiempo, hay que apuntar el enojo hacia los que manejan los hilos. Al fin de cuentas, no están tan escondidos y en el peor de los casos basta fijarse, como en las novelas policiales, quién se beneficia. O tal vez, con más realismo, quién financia. Con la salvedad de que hay que estar atentos en no confundir quién se beneficia con quien cree beneficiarse, como le sucede a ese coro de gansos de clase media que, por puro esnobismo y siendo los principales beneficiados de una política, hacen todo lo posible cacareando en coro por favorecer a sus propios enemigos.
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