El Blog de Emilio Matei

domingo, 3 de marzo de 2013

El estúpido de la cuadra

Piazza Garibaldi
Parma
En un tiempo lejano viví con mi mujer un par de años en Parma, un pueblo maravilloso en el norte de Italia, más precisamente en la llanura del Po.
Los primeros meses, hasta que pudimos conseguir un departamento, vivimos en esa clase de hoteles italianos, tan típicos de los pueblos de esos lugares, en los que se juntan en el mismo edificio y bajo el mismo dueño un bar, una sala de estar donde se juega a las cartas o se ve televisión y un restaurante.
Por aquella época Parma pertenecía a lo que se llamaba la Emilia roja, debido a que en toda la provincia, la Emilia, la izquierda dominaba ampliamente, desde el Partido Socialista hasta la izquierda llamada extraparlamentaria, pasando por el Partido Comunista.
Claro que eso no significaba que no hubiera gente de derecha, incluso fascista. Pero eran una minoría despreciable, aplicando la palabra despreciable en ambos sentidos tanto cuantitativo como cualitativo.

Durante las noches, por lo general después de cenar, los vecinos de sexo masculino y los pasajeros del hotel se juntaban a charlar, jugar a la escoba o a la brisca y, cuando había algún programa importante como, por ejemplo el festival de San Remo, se miraba la televisión. Primero el noticioso, que se comentaba casi siempre tratando de no entrar en discusiones políticas que pudieran crear situaciones difíciles que pudieran actuar en contra de la posibilidad de compartir una mesa de cartas, y luego el programa de canciones o, tal vez de fútbol, si jugaba el Parma.
Los habitués eran siempre los mismos y venían todos los días. Había algunos, sin embargo, que pasaban de vez en cuando. De dos me acuerdo siempre. Uno era director de orquesta, pronto aprendí que había que llamarlo maestro porque si no se ofendía, que pasaba cada tanto para hacerse saludar con mucho respeto por los parroquianos y seguir su paseo digestivo casi de inmediato. El otro era un agrimensor que trabajaba de profesor de colegio secundario y que aparecía sólo cuando alguna figura del partido neofascista hablaba por televisión. Se paraba frente al aparato y decía cosas como: ¡qué hombre!, ¡qué valentía tiene! y otras exclamaciones tan enfurecedoras para todo el resto de los parroquianos que, sin embargo, demostrando una bonhomía poco creíble para quienes no conocen bien a los italianos, a lo sumo lo insultaban sin mayor énfasis.

Años después, entre gente que había vivido el fascismo en carne propia, conté la historia de este tipo, que me pareció un estúpido entre lamentable y masoquista, más bien cómico. Pero para la gente que me acompañaba la cosa era muy diferente. Cuando hay un gobierno fascista, me dijeron, esos tipos, los más ignorantes y estúpidos, terminan siendo los comisarios de la cuadra, los que disponen de privilegios y prebendas y los que, muy a menudo, tienen información sobre vos que pueden usar para dejarte vivir a cambio de cualquier cosa o para condenarte a muerte. En síntesis, no cometas el error de tomar a la ligera a esos tipos tan ridículos.

Moraleja:

Lilita Carrió
Figuras como la de Lilita Carrió no deben ser nunca tomadas en solfa por más disparates que digan y estúpidas o desequilibradas que parezcan. Para colmo en su caso la locura oculta una inteligencia perversa muy real y aguda que le permite una lectura sobre la realidad que le hace conseguir mucho más de lo que cierta gente en apariencia coherente puede lograr. De hecho no hay que olvidar que no hace mucho tiempo, con una enorme cruz colgando del pecho, logró convencer a una significativa parte de la izquierda de que ella era una buena alternativa electoral. Tampoco nos olvidemos que le da letra a muchos políticos de la oposición y a veces consigue dirigir, como un monje negro femenino y esférico, las votaciones de las cámaras. V. G.: El uso de la palabra estalinista referida a miembros del gobierno, luego tomada por muchos periodistas estrella como Morales Solá y políticos de la oposición como el razonable Pinedo. Y el rechazo del presupuesto del gobierno, que logró hace poco más de un año manipulando tanto la opinión pública como, sobre todo, la de algunos diputados. 

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