El Blog de Emilio Matei

viernes, 15 de marzo de 2013

Papa nuevo - De gustibus non disputandum

¿Este Papa es mejor que otro? ¿Peor?
Hay un cierto desconcierto entre los argentinos de izquierda o, como se dice ahora, el progresismo local. El actual Papa tuvo un comportamiento bastante maloliente durante la última y más terrible dictadura que hubo en Argentina. Pero ¿acaso algún sacerdote importante no lo tuvo? Entonces ¿cuál es la posición correcta respecto al nuevo Papa argentino?

Francisco Iº - Papa

La llamada jerarquía eclesiástica en Argentina siempre fue y sigue siendo de derecha, cuando no de extrema derecha, y apoyó a los poderosos sin hacerse mucho problema por lo ensangrentados que estuvieran. No muy diferente a la del resto de la iglesia de América Latina de tal modo que alcanza con una mano para contar a las excepciones.

Qué se espera ideológicamente del Vaticano y de sus figuras más significativas sino posiciones del mismo tenor. Hay fotos de Ratzinger en uniforme nazi de la Wehrmacht, fusil en la mano. Por qué no, obediencia debida al gobierno nazi como Bergoglio podría decirlo respecto al gobierno de Videla (*). La iglesia, por otra parte, tiene la obligación estatutaria de ofrecer salvación y consuelo a todos por odiosos que sean… salvo a los gobiernos de izquierda que la atacan, para ellos pudo caber hasta la excomunión.

Pero el tema de esta nota es si tener un papa argentino, en particular Bergoglio, es conveniente o no.
Y todavía es difícil de saber porque no cabe duda que le toca bailar con la más fea. Es un momento para la iglesia único por su complejidad. Por más que al Papa Francisco le guste el mate con facturas es muy difícil saber si Argentina estará ya no en el foco, siquiera en la periferia de sus preocupaciones.

Que va a estar contra el matrimonio igualitario, contra el aborto y la posibilidad de que las mujeres den misa y contra la pérdida del celibato de los sacerdotes parece evidente. Lo mismo sucedería, por supuesto, respecto a un gobierno que pretendiera quitarle algún privilegio, por mínimo que fuera, a la iglesia. Que va a tratar de evitar todo lo posible referirse a la homosexualidad y a la pedofilia de muchos sacerdotes, también. Pero cualquier otro Papa habría sostenido o hecho lo mismo.
Esos ítems son sin duda el punto de partida. El de llegada por ahora es una incógnita. Pero un Papa argentino, acostumbrado a navegar en aguas turbulentas en los equilibrios que apenas se podrían llamar así por su tan escasa duración, sacerdote con calle y no una monjita, como decía David Viñas, y hábil político, deja un espacio de posibilidad a cambios trascendentes.

Creo que este Papa empuja un poquito más a la Argentina a una posición importante en el concierto de las naciones, como se suele decir. Y eso puede ser bueno, o al menos eso espero. Así como la palabra peronismo suele dar un buen envión a cualquier político del medio local, produce un efecto exactamente contrario en el ámbito internacional. Donde bastante la realidad y mucho los medios internacionales, llenaron a la palabra peronismo de histrionismo fascista y de gobiernos disparatados de brujos y coristas. Pero esto, tal vez debido a los indudables éxitos económicos y a unas relaciones exteriores de una calidad que nunca antes tuvieron, va cambiando. Y obligar al mundo a mirar las realidades argentinas puede ayudar en ese sentido. El enorme aumento del turismo internacional, en particular proveniente de los países desarrollados, todavía en franco crecimiento, algo dice al respecto.

No creo que los ingleses con respecto al tema Malvinas, por ejemplo, estén felices de que el nuevo Papa sea argentino. Y se sabe que algunos ilustres prelados locales, a la derecha de Bergoglio se crea o no, están muy molestos.

¿Optimismo? Ninguno, pero sí tratar de ser ecuánime con una organización cuya cúpula fue hasta ahora casi siempre funesta. Y cuyas decisiones, nos guste o no, suelen producir hechos importantes en nuestra sociedad.
Qué se esperaba, ¿un Papa de izquierda? ¿Al menos un Juan XXIII? ¡Vamos!

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(*) La Mãe Menininha, suprema sacerdotisa del Candomblé da Bahia, que reinó durante casi cien años, justificó y fue justificada por la entrega de miembros de su congregación, incluidos Pães y Mães prestigiosos, por una especie de razón de estado: Si no entregaba esa gente a los esbirros del poder que prohibía el ejercicio de sus creencias, estas desaparecerían con ella. Actuó como una verdadera quinta columna del movimiento que ella misma encabezaba enviando a la prisión, la tortura y hasta a la muerte a sus adeptos. Con lo cual se muestra una vez más, en total acuerdo con las tesis de la película Pascualino settebellezze de la directora Lina Wertmüller, que el que mejor sobrevive es el que menos moral tiene.

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