El Blog de Emilio Matei

lunes, 25 de marzo de 2013

La belleza alicaída y las cirugías estéticas

Mujer hermosa: El primer premio ambulante de una lotería genética.

Goldie Hawn
Si una mujer es hermosa, pero hermosa de verdad, no sólo suele tener éxitos relacionados con su aspecto. También lo tiene por otro montón de características que no tiene pero que la mayor parte de los hombres le van a asignar por más evidente sea su ausencia.
No lo parece pero es una persona muy perceptiva, tiene una sensibilidad muy particular, con ese aspecto es mucho más inteligente de lo que se podría creer. Y eso se dice de una mujer más dura que un ladrillo, más burra que Platero y que, tal vez, alguna a sus exquisiteces anímicas sean la envidia y la paranoia.
 Claro que el tiempo pasa para cada uno, inevitable y objetivo. Aunque sobre todo, evidente. Y si todos debemos acostumbrarnos a la pérdida de posibilidades que implica el devenir, la mujer hermosa no sólo pierde su belleza sino, muchas veces, la supuesta inteligencia y el supuesto talento que muchísimos hombres y hasta algunas mujeres le asignaron con tanta asiduidad como para llegar a convencerla. Y es en ese momento que aparecen las cirugías estéticas que con frecuencia la hacen llegar al horror, cuando no al ridículo, de aspectos payasezcos o monstuosos. Y si el egocentrismo no la defiende lo suficiente, no le miente en el espejo, es muy posible la caída en la depresión. Tan profunda como sea su capacidad, o incapacidad, para soportar los durísimos golpes que suele dar la realidad. Hay que tener en cuenta que en este mundo nadie, pero nadie, se conforma con el quién me quita lo bailado. Todos queremos seguir bailando.

Carlos Menem
Claro que los hombres más seductores, por el otro lado, también sucumben al paso del tiempo de un modo que es, en realidad, no muy diferente al de las mujeres. De hecho, hoy en día las cirugías estéticas no son privativas de un sexo en particular. Es muy difícil que un hombre soporte la falta de un testículo pudiendo, por ejemplo, ponerse uno de plástico.
Eso sí, las mujeres suelen ser un poco más objetivas respecto a ellos. Ellas no necesitan convertir a un hombre bello en uno inteligente. Lo toman por lo que es y en general se conforman: que le vas a hacer, dicen, es tan lindo.

No es difícil ver a un sesentón, con el pelo blanco, ausente, o una combinación de las dos cosas, que al ser abrazado por une espléndida chica amiga de su hija menor, o tal vez de su nieta mayor, nos dice con tono entre ingenuamente sorprendido y ridículamente sobrador: ¡no sabés cómo me apoyó las tetas!, para mí que está conmigo. Qué sé yo, capaz que tiene un Edipo mal resuelto. Dicho con el tono del que está acostumbrado a que le sucedan esas cosas. Pobre chica, que futuro puede tener con un tipo como yo, puede agregar, amén de unas risitas y guiñadas cómplices. Salvo que la jovencita siente con inexperiencia inevitable que con un viejito de esa edad puede dar rienda suelta a su afectuosidad sin correr el riesgo de ser mal interpretada.
Los resultados de esta incomunicación entre hombres maduros y muchachitas muy jóvenes, si no hay dinero de por medio, pueden ser explosivos.

Volviendo a las cirugías estéticas, hay que reconocer que a veces, aunque por un tiempo bastante breve, la mujer hermosa y el seductor pueden evitar o posponer comentarios del tipo: ¿Sos idiota o te hacés? 

Coda:
¿Existen mujeres y hombres bellos, inteligentes y talentosos? Claro, tiene que haberlos, pero de ellos no habla este artículo. Porque por sus mismas condiciones suelen tener una mirada más lógica sobre sí mismos y sobre el efecto que producen en los demás en cada etapa de sus vidas. Y si no, que se jodan esos privilegiados. Al fin de cuentas ¿por qué algunos todo y uno nada?

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