Qúe pasa, muchachos. ¿Otra vez despotricando contra los
intelectuales? Bueno, luego no se quejen si empiezan con lo de alpargatas sí y libros no, con o sin
cacerola.
Que una gansada llama a otra gansada es una ley inmutable de
la naturaleza.
El intelectual Rodolfo Walsh |
Ponerse en contra de los intelectuales, así, en bloque, es
asociar la condición de intelectual a una particular posición. Lo cual no es
muy diferente a la no aceptación de la diversidad, tan propia de las actitudes
racistas.
Es bien sabido que generalización es la forma natural en que
se expresa el racismo. Los judíos son, los negros son, los indios son, los
gordos son. ¿Los intelectuales son? ¡Por supuesto!
No veo peor situación que la de regalar la cultura
académica, cualquiera sea los defectos que tenga, a la derecha.
El intelectual Haroldo Conti |
Hay toda clase de intelectuales. Es absurdo pensar que por
el solo hecho de dedicarse, digamos, a las ciencias humanas o a la literatura, quede definida una
ideología. Y eso va más allá de lo que puedan decir los mismos intelectuales
sobre sí mismos. Si se sienten incómodos por trabajar sentados en una silla
mientras muchos obreros tienen que sudar la gota gorda con una maza de diez
quilos en las manos, como le sucedía a Rousseau, que no se hagan problema. Hay que ser un poco pícaro, no
todo trabajo alienado es físico. Es mejor compararse con los oficinistas que
pasan una vida sentados en una silla frente a una computadora. Tanto el
intelectual como el oficinista, si no van a hacer work out gym después de trabajar todo el día, terminarán con el
culo chato. Y me disculpo por la imperdonable generalización.
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