Negra de aquí |
Tenemos
una nueva categoría. Racista, tal vez, pero bastante ecuménica. Se puede ser
negro, o negro de mierda, en su versión más enfática, inclusive teniendo la
piel blanca y los ojos claros. Basta con sostener posiciones contra las nuestras. Sobre todo si nos sentimos aristocráticamente diferentes.
Basta
ser capaz de hacer algo malo para el calificante, uno, para poder ser el calificando, él, que, casi siempre representa al grupo mayoritario. Negro de aquí es el que vota siempre en mayoría, el que pelea todos
los días por un futuro poco claro y casi siempre escaso o escasamente atractivo,
el que anda por todos lados pisándonos los pies.
Esta
nueva semántica ¿tendrá que ver con lo políticamente correcto? Es probable. Un
aumento en la educación y en las responsabilidades sociales deben producir un
reflejo en el lenguaje.
Ya
no queda bien decir de alguien que es un cabecita
negra, o un cabecita, que es la
versión abreviada. Envejecería demasiado usar calificativos tan antiguos y
clásicos. Y tendría un definitivo tinte racista, aceptable sólo en la cancha de
fútbol o si el que lo emite está de muy mal humor. Y claro, si no es un negro de aquí.
Más negros de aquí |
Aún
sin la componente demodé, usar el negro
y el negro de mierda, también suenan
un tanto definitivos. Sobre todo cuando uno habla con alguien cuyas posiciones
no están del todo claras. Un tipo que podría ser zurdo, por ejemplo. O tal vez
progresista.
Además,
no nos engañemos, evitemos la actitud elitista o racista: ¿Cómo un negro de
mierda podría decir de otro que es un negro de mierda?
Estos
dilemas se resolvieron con el negro de
aquí, índice apoyado contra el temporal, que permite definir la negritud no
ya como una condición objetiva, innegable, sino como una condición abstracta o,
por lo menos, opinable. Y ya se sabe que cuanto menos definida esté la cosa,
mejor. Casi como qué, ¿no?
Creo
que la sociedad, mediante este giro del lenguaje, avanzó muchísimo. Por fin se
puede aplicar un calificativo demoledor a todo el mundo lavándose las manos, al
mismo tiempo, de toda responsabilidad respecto a la discriminación. Algo así como decir de alguien que es un pelotudo, cosa que jamás se consideró racista.
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