De todos los robos el del espacio es el más imperdonable, el más significativo, el que más nos jode
(*) Negro de aquí. Frase que siempre se acompaña de un dedo índice, el
derecho, salvo que uno sea zurdo, señalando el temporal correspondiente. Dícese
de la persona muy diferente a uno que sigue preceptos asignados a la clase
baja, tal vez democráticos y/o populistas. Esta nueva forma de calificar cierto
despreciable grupo social, merecerá en el futuro un artículo ad-hoc.
El gobierno de Cristina nos
roba el espacio en las calles permitiendo que muchísimas personas, casi siempre
negras de aquí (*), se puedan permitir
tener un coche. El espacio de los aviones y de los ómnibus de turismo está
lleno de gente que a veces ni usar el baño sabe y, en consecuencia, anda por
ahí preguntando. ¿Acaso no tiene vergüenza esa gente? Claro que no.
El espacio de las prepagas se
llena de esa misma clase de gente, tan diferente a uno, y eso obliga a las
pobres empresas de medicina prepaga a buscar médicos que a veces parecen
salidos de un jardín de infantes y que son, ¡también! gente de esa clase.
Es lógico que los jubilados
tengan privilegios, pero si todo el mundo se jubila los privilegios dejan de
ser tales. Y los teatros, cines, vehículos subterráneos, farmacias, hoteles y
todos esos lugares se llenan, otra vez, de esa
gente.
Hay lugares muy emblemáticos
que están siendo invadidos. Por ejemplo, los campos de golf. Que un caddie se convierta en campeón mundial,
vaya y pase. Al fin de cuenta trabaja de eso y seguro que sabe ser ubicado y no
molestar cuando uno juega, porque si no no lo dejarían practicar. Pero que un montón de nuevas personas invadan los links es más de lo que se puede
soportar. Para colmo enseguida aprenden todo y se hace difícil de distinguir la
paja del trigo. Hasta se permiten pensar lo mismo que uno de los nuevitos.
La muchedumbre |
En realidad
el robo del espacio, como dije al principio, es el peor. Uno ya no puede
respirar ni con la ayuda de Sri Sri.
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