El gato en el inodoro |
Este muchacho. Qué hacer con él. Que es un tipo brillante,
no cabe duda. Pero cómo fue que se dio vuelta de ese modo.
Hay que recordar que el espacio que ocupó y que dio fama al joven emprendedor Lanata no pudo ser ocupado por Rodolfo Walsh, porque estaba muerto, o por Eloi Martínez, porque estaba exiliado, o por
otros tantos periodistas de envergadura semejante. Hubo que conformarse con lo que había. Junto con algunos
ejemplares más de su generación, como Rodrigo Fresán, Caparrós y otros.
El equipo de las jóvenes estrellas unidos a un par de remanentes de
generaciones anteriores, como Saccomano o Fogwill, hicieron un buen trabajo.
Y todos ellos se hicieron referentes de la cultura y del
éxito con su agregado de frivolidad posmoderna, de un humor tirando a básico y de una gloriosa pedantería. Bravo por ellos que supieron
aprovechar la coyuntura.
No estoy muy seguro de qué significa en estos tiempos solidez ideológica, pero me parece que
esas personas no la tuvieron ni la tienen.
Valentía, sentido de la oportunidad, capacidad de trabajo,
espíritu emprendedor y hasta talento. Todo esto se les podría asignar. Tal vez
no a todos y en diferentes dosis, pero sí a la mayoría de ellos. Pero, y nunca
más válida la conjunción adversativa pero,
no se les puede pedir un gran sentido ético ni de coherencia. Salvo, tal vez,
la trivial y muy compartida de amor al dinero.
Y volviendo entonces a la pregunta del título, qué hacer con Lanata. Creo que se le podría aplicar un poco de su mismo humor descalificante y pretencioso. Propongo que se propague que el mejor antídoto contra su nueva versión es el de imaginarlo sentado en el inodoro, haciendo
fuerza. Y este método que es infalible en Argentina: correr la voz que Lanata es mufa.
Agregando un par de casos de gente que murió después de hablar con él o que se cayó
debajo de un tren y perdió las piernas. Eso sí, hay que hacerlo inclinando la
cabeza a un costado y mirando un buen rato, en silencio cómplice, a la cámara. Hay que hacerlo pensando con fuerza (subtexto): ¡Qué vivo soy!
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