El Blog de Emilio Matei

lunes, 19 de mayo de 2014

La cruzada de la boludez III

 Con la voluntad no alcanza

Los cruzados de la boludez
Yo jamás tiro mi papelito al suelo, o lo tiro a un tacho de basura o me lo meto en el bolsillo y lo tiro en casa. Soy un ejemplo de civismo. Si todos fueran como yo el mundo estaría más limpio. El mundo es nuestro hogar, cuidemos nuestra casa. Pero sobre todo, miremos para adentro. Afuera está lleno de montañas de basura, de gente fea y violenta, de residuos radiactivos. Y esas cosas no entran en mis bolsillos así que, para qué verlas.

La voluntad de el Hombre no es más que la suma de muchísimas voluntades individuales. Quién podría dudarlo. Pero no siempre alcanza con sumar voluntades. En realidad, no siempre alcanza para su objetivo declarado. Para calmar a las conciencias, del mismo modo que lo hace la beneficencia, sí alcanza. Guardamos ese papelito en el bolsillo, si está pegajoso mejor, con un criterio muy judeocristiano del sacrificio, y nos sentimos bien, muy bien.

Mojar la tierra

Hace tiempo se me ocurrió que si la humanidad estuviera yendo a la extinción por vía de la sequía, seguro que a alguien, no muy versado en matemáticas pero héroe del marketing, se le ocurriría la solución de pedir a cada ser humano que vierta una cucharadita de agua de mar en el desierto. Siendo tantos los humanos, el problema se resolvería. Me imagino los carteles: Yo ya vertí mi cucharita, ¿y usted?, Para salvarse hace falta su ayuda, sólo una cucharadita y salvará a la tierra. Imagino a diferentes colectivos, como los boy scouts, marchando militarmente hacia el mar, cada niño con una cucharita en la mano y, previa bendición sacerdotal, vertiendo la cucharita en la tierra sedienta. O mejor en este caso invertir el orden de sustantivo y adjetivo, en la sedienta tierra, lo que suena mucho más puro.

Por si a alguien le queda la duda o tiene pereza de hacer algunas cuentas, si una cucharita cargara un centímetro cúbico de agua, los seis mil quinientos millones de habitantes humanos de la tierra apenas se tirarían sobre la superficie reseca algo así como el equivalente a un cubo de cuarenta metros de lado de agua con el que no mojarían sensiblemente una superficie siquiera distinguible en el mapa. Ni aún sustituyendo la cucharita por un cucharón de sopa, equivalente a quinientas cucharitas, la cosa cambiaría algo a nivel terrestre.

Coda

Como se ve, resolver los problemas de la tierra está más del lado de los científicos que de los gurúes, pobres de espíritu y gentes de buena voluntad. Y sí, es probable que los mismos gestores de los problemas sean los que están en condiciones de resolverlos. Por más antipático y políticamente incorrecto que resulte.

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