El Blog de Emilio Matei

sábado, 27 de septiembre de 2014

Civilización, principio de inocencia y la conveniencia debida

Civilización, en sentido amplio, implica una serie de instituciones y leyes. Entre ellas el principio de inocencia. Que deviene en el es preferible un culpable libre que un inocente en la cárcel. Una sociedad que no respete el principio de inocencia y sus conclusiones, no es una sociedad civilizada.
La observación de este principio no es sencilla. Hay agresiones que producen en la víctima la necesidad más determinada de venganza. Venganza que nadie se atrevería a considerar exagerada o inmotivada. Y es la sociedad en su conjunto la que debe mantener la ecuanimidad, una ecuanimidad que muchas veces , como dije, no se puede pedir al agredido por la enormidad del daño sufrido. Dicho en términos simples, si me matan a un hermano, lo más probable es que yo quiera matar a su asesino. Y es la sociedad que, aun comprendiendo mis sentimientos y mis motivaciones, debe evitarlo. Sólo las instituciones, las leyes, son las encargadas de castigar los delitos, por salvajes que sean. Eso es parte de lo que llamamos la civilización.

Refugiados sirios
Se sabe que en Medio Oriente, hay vastas zonas en las que hay fuerzas militares que se oponen a los deseos de Occidente. O, dicho con más precisión, a las necesidades imperialistas, culturales y, sobre todo, económicas, de Occidente. Pero estas fuerzas están mezcladas con la población civil. Cualquier ataque va a producir más muertes civiles que otra cosa. Esa es una especie de ley, ya que los militantes suelen tener una organización que les da la experiencia e información necesaria para mejorar sus probabilidades de supervivencia.

Por más malo que sea un gobierno, siempre hay algo peor: la supresión del gobierno,
dijo Hippolyte Taine, filósofo e historiador francés (1828-1893). Y aunque esta declaración no pueda ser considerada en términos absolutos, ya que hay gobiernos completamente deletéreos hacia sus poblaciones, no deja de ser verdad en la amplia mayoría de los casos. Las experiencias de Afganistán, de la Franja de Gaza, de Irak y de Libia y de buena parte de Siria, así lo demuestran. Y Cameron, primer ministro británico, augura varios años de lucha en Medio Oriente para terminar con la actual amenaza islámica. Lo que no puede terminar más que con una total destrucción de las estructuras socio-políticas de la zona, ya de por sí casi inexistentes en la actualidad.

El capitalismo propone por estos tiempos algo que podría llamarse el principio de  conveniencia. Y conviene lo que produce ganancia.
Este principio parece sobrepasar a todos los demás. Muy parecido al de la obediencia debida, hay una especie de conveniencia debida. ¿Veremos algún día una especie de Núremberg en el que se juzgue a los que destruyeron infinidad de vidas bajo la excusa de que eso era lo que más convenía? Léase, ¿lo que más ganancia producía?


Con todas sus limitaciones, el concepto de civilización va siendo aplicable cada vez menos a los países a los que tradicionalmente se les adjudicaba.

domingo, 14 de septiembre de 2014

El nuevo peligro nuclear

Hace muchos años ya, desde la caída de la URSS, que el peligro nuclear dejó de ser un tema. Para muchos, los llamados preppers, o supervivencialistas como se los suele llamar en castellano, el riesgo más próximo es el de la disolución de la sociedad. Ya no se trata de un holocausto nuclear y de la mínima posibilidad de supervivencia que puede ofrecer un bunker de cemento enterrado y provisto de vituallas para mucho tiempo. Ahora habrá que defenderse de hordas de muertos de hambre, merodeadores armados y toda clase de grupos de desesperados en la búsqueda de qué comer. Fantasía que no lo es tanto en Libia y en varias zonas de Oriente Medio.

Pero parece que la guerra fría vuelve a ser un tema. Y con él el peligro nuclear retoma su lugar entre los enemigos públicos de nuestras noches insomnes. ¿Volverá a subir la cotización de las propiedades que disponen de bunkers en el jardín, esos viejos y costosos refugios, resabios de los sesentas? Tal vez.

En Realidad el peligro de un desastre nuclear nunca desapareció del todo. La existencia de arsenales enormes en lugares que uno sospecha que ni siquiera son del todo conocidos, ya que sus constructores o murieron o en la actualidad no tienen ninguna posibilidad de actuar sobre ellos debido a la nueva división política del mundo, da la sensación de que una explosión siempre fue posible. Con resultados que son imposibles de prever.
Claro que no sólo un accidente es posible, dada la locura militarista del presente. Hasta ahora las escaladas militares se detuvieron antes del uso de lo nuclear cuando los contendientes, los implicados, disponían de ese tipo de armas. Pero, ¿seguirá pasando lo mismo en el futuro?

Hace unos cuantos años, a fines de  los sesentas o principio de los setentas, le pregunté al filósofo Eugenio Werden qué opinaba respecto al futuro si se producía una guerra atómica. Él me contestó, y no puedo ser literal porque fue hace mucho tiempo, que no tenía sentido siquiera hacerse la pregunta, que no tendría sentido hacer proyectos para un mundo en el que la humanidad ya no existiera.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Un poco de caos en el orden

Irene Gruss

El tiempo que demoras en terminar cada cosa

El tiempo que demoras en terminar cada cosa
igual al de las cosas a medio hacer.
Nada perturba:
ni la conciencia ni la ensoñación de ver algo
hecho y cerrado.
A modo de hilván y a medias todo. 
Que un límite no cierre lo que no quieres cerrar: parece más vivo
lo inacabado. Allí el vestido sin doblar,
allí los hijos, idos; así un final, como un principio, entremezclado y sucio
de arena del reloj.
Así irresuelta, desparramado un eco, 
la brasa sin atizar. 

Henri Lefebvre
En "Position : contre les technocrates", Henri Lefebvre (1901-1991), filósofo marxista a menudo considerado trotskista por sus conflictos con el estalinismo, planteaba, entre otras cuestiones, que el orden era necrofílico, que la vida estaba sólo en el desorden. Y qué mayor desorden, qué mayor placer vital, hay en la obra no terminada, como expresa más arriba Irene Gruss en la percepción del mundo y en el lenguaje subjetivo de la poeta.

¿Dónde se expresa el trabajo más cabalmente, en el escritorio con todo en su lugar o en el caos de papeles?


Todo lo inconcluso es, por su propia naturaleza, desordenado, muchas veces caótico, a la espera de decisiones y correcciones.
Tal vez una de las mayores expresiones de la belleza de lo no acabado sea la Pietà de Michelangelo que está en el Duomo de Florencia. Ahí la imperfección, lo inconcluso, las tensiones irresueltas con su a veces cruel vitalidad, comunica mucho más el dolor de María por la muerte de su hijo que en la Pietà más conocida, la que está en San Pedro, en su exquisita perfección.