El Blog de Emilio Matei

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Piquetes, ¿sí o no?

En términos generales, ya que no corresponde a la actualidad de Argentina hoy, la acción directa de los obreros en situación de huelga, tiene que tener una relación razonable con la agresión de la que se está defendiendo. En caso contrario la reacción del estado tiende a tener la forma de una furia desencadenada que termina con heridos y, muchas veces, muertos. Y aún cuando sea inevitable asumir ciertos riesgos, no es el objetivo de ninguna huelga, o al menos no debería serlo, la producción de mártires.
Los piquetes aún más que los otros tipos de manifestaciones, ya que enfrentan cara a cara a dos grupos de personas, son un momento crítico en la relación entre los trabajadores y el resto de la sociedad. Y eso es porque la proximidad y la inevitable sobreexitación fácilmente puede convertir a la situación en violenta.

La palabra piquete originariamente aludía a un grupo de obreros que delante de las puertas de la fábrica, impedían pasar a los carneros cuando había una huelga.
Esa definición supone una acción contra los derechos individuales en defensa de los derechos de la mayoría. Y de un modo u otro, estas acciones son reconocidas como válidas. Al menos desde la izquierda. Desde la derecha ni la huelga es admitida salvo que sea totalmente invisible y se haga cuando no molesta.

Esos carneros o rompehuelgas, casi siempre eran mano de obra reclutada por los patrones, entre mafiosos y lúmpenes de toda laya, para obligar a los obreros a volver a sus puestos de trabajo. Y durante las crisis más salvajes, fueron buscados obreros desocupados y hambrientos dispuestos a cualquier cosa, a permitir que los vejaran hasta extremos tan insoportables como la traición a sus propios compañeros, para llevar comida a sus casas en una terrible batalla de pobres contra pobres.

Por eso objetar a los piquetes es más o menos igual que objetar las molestias que producen las huelgas a los demás ciudadanos. Objeción absurda puesto que la huelga es, casi diría por definición, un llamado de alerta sobre desigualdades e injusticias que tiene como objetivo llegar a la mayor parte de las personas de una sociedad, deteniendo la producción y haciendo acciones publicitarias en la medida de las escasas posibilidades de difusión que los obreros suelen tener. Y eso, claramente, debe molestar a los demás o resulta invisible.

Pero en la Argentina de los primeros años de este siglo, la mayor parte de los obreros estaban desocupados. ¿Cómo podría un desocupado hacer huelga? La solución fue la de producir cortes en las rutas, calles y caminos que, por extensión y de manera poco feliz, fueron llamados piquetes. Tal vez más adecuado habría sido llamarlos barricadas, aunque esta palabra alude más a objetos apilados para interrumpir el tránsito que a personas agrupadas poniendo el propio cuerpo como barrera.

La cuestión que la palabra piquete abandonó las fábricas y quedó asociada al corte de rutas y caminos. Y esa práctica, de gran eficiencia debido a la poca gente que hace falta para ponerla en práctica cuando no hay represión por parte del estado, fue analizada, ahora resulta más que obvio, muy en detalle por los perdedores de las batallas electorales de los sindicatos. Los que en lugar de organizarse para mejorar sus posiciones en las elecciones por venir prefirieron dividirse formando sus sindicatos propios en el ejercicio de un derecho indudable pero, también, en flagrante transgresión a la democracia.

La huelga del club de los perdedores

De ese modo una parte limitada de la clase trabajadora, asociada a la burocracia sindical más reaccionaria, perdedora en todos los casos de la mayoría en las elecciones internas de los gremios y con la ayuda de los medios antigubernamentales, que son los más poderosos, detuvieron a una buena parte del país. Al menos la próxima a la Capital que es la más visible. En un movimiento cuyo único objetivo fue político ya que las demandas no eran de orden sindical u obrero sino de un orden general cuya solución no le habría correspondido a las empresas o a las corporaciones empresarias sino al gobierno que, habiendo sido elegido por la amplia mayoría, sólo debería ser desautorizado por los votos de la próxima elección o por un plebiscito que no piden porque tienen la seguridad de que ni siquiera lograrían la cantidad de apoyos necesarios para ejecutarlo o terminarían por quedar en peor situación que la que ya ostentan.

Derechos de unos y otros

También me gustaría mencionar, respecto al tema de los piquetes, a los periodistas que reclaman por el derecho de unos en contra del derecho de los otros cuando se trata de transitar libremente. Creo que deberían ser un poco más cuidadosos al levantar las quejas de una parte de la clase media, o inclusive de algunas personas de clase trabajadora, que no se molestan por nada ni por nadie y que sin embargo pretenden que los otros, los que sí son molestados en temas más significativos que el movimiento por la ciudad o por las rutas, no los perturben.
Sólo cuando uno lucha activamente por el derecho de los otros puede pedir a los otros que respeten los derechos de uno. Y sólo en ese caso. Ya que por lo contrario la cosa se volvería una lucha de todos contra todos, lo que es mucho peor aún para los que claman por sus derechos individuales.

La guía verde, primer cementerio de la privacidad

El punto de inflexión

La  Guía Verde de teléfonos se entregaba junto a la habitual, la amarilla, a veces pagando un pequeño adicional. Se trataba de una guía a la que se entraba por la dirección y no por el nombre del usuario, como es habitual. Es decir que uno ponía el nombre de la calle y un número, por ejemplo, de un edificio, y salían los nombres y los números de teléfono de los habitantes, piso por piso, departamento por departamento. En algún momento, y a nivel internacional, se consideró peligrosa la información de tan fácil acceso de los datos de los usuarios del teléfono ya que daba lugar, por sobre todas las cosas, a estafas.
Fue así que la guía verde se extinguió. De ese modo si hoy en día uno pone guía verde en Google, ya no aparece una guía de teléfonos invertida sino una serie de viveros, vendedores de plantas, comidas ecológicas, lectores de Tarot, etc. Hay que agregar la palabra teléfonos o telefónica para que, cual Ave Fénix, reaparezca en la acepción que se usa aquí.

Así desapareció una guía muy práctica pero, como se dijo, bastante peligrosa.
Claro que esa desaparición no duró mucho. Gracias al aumento de la calidad y velocidad del procesamiento de datos, resultó muy fácil tomar la guía común, la amarilla, y cometer el error de digitalizarla, con la excusa tal vez de que un CD era mucho más barato que un mamotreto de papel, razón verdadera, oculta tras la practicidad declamada junto a razones ecologistas. Y desde ese momento ya no hubo vuelta atrás.

Reordenar la información de una base de datos ya se había convertido en una trivialidad para cualquier programador. Y, como siempre sucede cuando un humano desea algo con suficiente intensidad, se hizo una guía invertida como la verde y aún más. Se pudo entrar a la información desde cualquier lado. Ahora uno podía poner un número telefónico o una dirección o un nombre y acceder, en instantes, a la información completa.

Si la memoria no me falla, el primer caso de distribución clandestina de una guía de acceso múltiple se hizo en Australia. Se copiaron y vendieron tantos CDs que el estado se vio obligado a dejar de lado la prohibición y permitir a las compañías telefónicas que entregaran la información como más le pluguiera. Y poco a poco lo mismo sucedió en todos los demás países.

Es necesario aclarar aquí que el sistema no es perfecto debido a la permanente humanidad de los humanos que hace que no actualicen la información en tiempo y forma. Por lo que personas que murieron hace treinta años siguen saliendo en los padrones en el momento de votar y muchas veces siguen siendo los poseedores de líneas telefónicas, juicios por tarjetas de crédito y tantas otras demostraciones de que uno no se termina de morir gracias, más a la ineficiencia del sistema que a Dios. 

lunes, 26 de noviembre de 2012

Privado y público

De qué privacidad me hablan

Conectar Igualdad
El Estado Argentino está pidiendo a los chicos que recibieron una computadora del plan Conectar Igualdad, que se registren. Se pretende que los datos completos de los usuarios de esas netbooks estén registrados y clasificados y para lograrlo se dan una serie de beneficios para los que lo hacen. Por otra parte la tarjeta SUBE carga automáticamente una base de datos con los movimientos de los usuarios del transporte público.
¿No atentan esas prácticas contra los derechos individuales, el derecho a la privacidad y, en consecuencia, contra derechos humanos?

La privacidad está en franca extinción

Miles de cámaras nos ven en los lugares más impensados y nos registran en monstruosas bases de datos. Nuestras voces son grabadas, nuestras huellas digitales son verificadas hasta el hartazgo ya que hoy en día se necesitan hasta para salir del país y para firmar cualquier documento en las escribanías. Y para colmo de los males, cualquiera puede hacerse de instrumentos para espiar a los demás que habrían sido el sueño de un agente de la CIA de los años sesenta.

Helicóptero Spy Cam 58€
La felicidad del voyeur

Helicópteros de juguete con cámara wi-fi que permiten ver qué pasa detrás del murito que nos separa del vecino, camaritas TV de pocos centímetros cúbicos que transmiten hasta un centenar de metros y que no cuestan mucho más de un centenar de pesos. Estos días me llegó la propaganda de un reloj digital despertador del tamaño de los que se venden en los puestos callejeros pero que oculta en su interior una cámara, un micrófono y una memoria sd, como las que usan la cámaras fotográficas o los celulares, que permiten grabar video y sonido durante una gran cantidad de horas. Luego, el espía sólo tiene que unirla a su computadora para ver qué sucedió en ese dormitorio. ¡El sueño del voyeur! Bueno, tal vez no tanto, a lo mejor tiene que ver algo tan divertido como una pareja durmiendo durante ocho horas. Cosa que visto el éxito de los reality shows, parece ser muy excitante para mucha gente, aunque no creo que para todos.
Ojo de voyeur
ejipcio
Pero el voyeur que disfrute lo que quiera, al fin de cuentas no le hace mal a nadie en la medida en que sea discreto y haga un uso privado de la información, no se le vaya a ocurrir subir nuestros ronquidos a Internet. La verdad es que me preocupan mucho más los profesionales de las escuchas telefónicas y otros operadores de los servicios.

Coda

En realidad tengo la sensación de que como consecuencia de los extraordinarios adelantos en comunicaciones, estamos llegando al fin de la privacidad. Una privacidad a la que se podrá acceder sólo si uno se aparta de la modernidad y de la totalidad de sus logros. Y quién se atrevería a hacerlo.
Pero a no desesperar que para todo hay una solución. Claro que esta es para los más decididos: lo que parece que está dando buenos resultados para esconder la propia identidad y no dejar de disfrutar de los encantos de estos benditos tiempos que corren, es el robo de la identidad ajena.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Los tatuajes y el Cirque du Soleil

Según Herbert Marcuse en el famoso Eros y civilización, libro publicado en el año 1953 y que fue una especie de biblia para los dirigentes del Mayo del ’68, vivimos con una sobre dosis represiva que tiene que tender a desaparecer ya que es innecesaria para la convivencia.
Entre los planteos de Marcuse, hay uno que viene al caso y es el de usar el propio cuerpo como un objeto de arte, como un material posible para la creación artística.

¿Es el tatuaje una forma de usar el propio cuerpo como un objeto de arte?

Respaldo de silla
virtual
No, no lo creo, al menos en la muy amplia mayor parte de los casos. Es sólo convertir el cuerpo en un objeto de artesanía o, muchas veces, en un fetiche o, simplemente, en una tarjeta de presentación que declara la pertenencia del que la usa a un grupo en particular.

¿El cuerpo como un mueble decorado o como objeto de arte? Si uno quiere ver al cuerpo como una tela imprimada donde se pueden crear obras de arte, hay que remitirse, posiblemente, al Cirque du Soleil, donde cada espectáculo convierte a los participantes, a los cuerpos de los participantes, en una obra de arte. Hay en las creaciones del Cirque du Soleil una voluntad plástica evidente, que hace muchas veces soportable, hay que reconocerlo de una vez por todas,  la actividad aburridora de muchos de los actos clásicos del circo.
Los cuerpos de los artistas del C. du S., constituyen junto a las ropas, el maquillaje y los variados accesorios, una obra de arte. Efímera, tal vez, al menos en sentido de hecho real y objetivo y no en cuanto a lo que pueda quedar grabado, pero obra de arte al fin.

La inmutabilidad del tatuaje es, al fin de cuentas, una negación de la creatividad que debe ser inherente al arte. Mucho más cuando la mayor parte no son más que reproducciones de diseños estándar producidos por algún artista gráfico muy próximo, casi siempre, a algún diseñador de historietas o diseñador gráfico, más motivado, en el mejor de los casos, por los resultados que las tecnologías pueden aportar en sí que por los resultados que ellas pueden producir cuando se usan como herramientas estéticas en manos de un artista auténtico.

Con contadas excepciones, porque negar que las hay en los resultados de cualquier actividad humana sería estúpido, uno siente que detrás de un tatuaje hay un verdadero artista, lo demás no deja de ser nada más que una moda con todo lo económico que eso implica. Una moda perversa que deja un rastro muy difícil, o muy caro, de borrar.


martes, 20 de noviembre de 2012

La huelga general I

Hoy hay huelga, una huelga que se pretende que sea general y que, casi con seguridad, será bastante amplia. Sobre todo por los personajes que la convocan. El peor sindicalismo, cuyo origen no hay que olvidar que también fue peronista. Esos personajes que empezaron pistola en la cintura, rodeados de mujeres demasiado pintadas, coches caros y caballos de carrera, admirados por un proletariado que había adquirido un repentino protagonismo que lo sorprendía y desorientaba. Esos personajes que a menudo terminaron, liberalismo económico mediante, en dueños de la medicina prepaga, aunque en algunos casos la llamen obras sociales. Tipos temibles que harán que mucha gente no quiera correr el riesgo de enfrentarlos ya que hay sobradas pruebas de que no tienen límite en el ejercicio de la violencia.

A ellos se le unen propietarios del campo y sus ejércitos privados de crumiros o cipayos o como se prefiera llamar a los empleados que por voluntad propia o porque no les queda más remedio, harán de brazo armado de los dueños de la tierra o de las empresas que la usufructúan, interrumpiendo el tránsito en las rutas.

También, y por lo que sé, parece que habrá que adicionarles algunos estudiantes de los colegios confesionales más importantes del país, tradicionalmente los fabricantes de políticos conservadores, que interrumpirán el tráfico en la zona más elegante de la Ciudad de Buenos Aires.

Uno puede apoyar a este gobierno en forma fanática o crítica, con más o menos activismo o participación, manifestándose con banderas alegóricas o tapándose la nariz. Pero los que están enfrente lo definen y nos obligan. Basta ver quiénes son sus enemigos para saber por dónde va la historia en estos tiempos turbulentos y dónde hay que estar.

domingo, 18 de noviembre de 2012

La responsabilidad de la memoria

La muerte de alguien querido, sobre todo, pero también la de alguien que haya sido significativo, cualquiera haya sido el motivo: amor, odio, amistad o partícipe trascendente de alguna circunstancia de la vida, crea una responsabilidad embebida en una inevitable tristeza. Los momentos que se pasaron juntos, tanto los significativos como lo que no lo fueron, quedan sólo en la memoria. Ya que nada que haya hecho la persona con otros puede sustituir lo particular que uno tiene almacenado en el cerebro. Una parte compartida por dos que ya es sólo de uno.

Terrible responsabilidad esa, la de la memoria. Cada cosa que uno olvide diluirá lo que queda de alguien.

Antes de que se creara la fotografía nadie podía hacerse cargo de cuánto pervivía del otro en la memoria propia, sólo la naturaleza y el inconsciente lo determinaban. Y tal vez un texto escrito que el papel amarillento hacía tan lejano como el recuerdo mismo. Luego la voluntad empezó a tener una participación evidente. El cuidado o la destrucción de la fotografía de alguien que ya no estaba era una decisión posible y consciente.

Y estos últimos tiempos la memoria no es sólo una serie de retazos e imágenes o sonidos que a veces se evocan desde la voluntad y otras veces se imponen por ellos mismos. Tampoco una fotografía, o una fotografía con una voz registrada en una cinta o un pedazo de papel. Hoy en día hay memorias externas a uno pero que todavía son uno mismo, que conservan, tan frescas como el primer día, las impresiones de una relación que ya no podrá avanzar más. Ahora en el historial del MSN o del Skype, en los contestadores telefónicos, en los correos electrónicos enviados y recibidos, en los mensajitos de texto en el celular, en Facebook, Youtube y Linkedin, queda la memoria fijada desde un pasado que ya empieza a hacerse lejano, hasta el brusco momento en que nada más pudo ser agregado.

Y entonces somos nosotros, no sólo tristes sino también angustiados por un inconmensurable poder, los que decidimos, si nos animamos, a hacer morir definitivamente a una persona.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Ecologismo y cinco kilos de óxido de plutonio

Durante la guerra fría, mi padre me decía que hacer planes que tuvieran en cuenta un holocausto nuclear era una tontería. Después no habría quién pudiera hacer usufructo del plan o, si alguien sobrevivía, difícilmente tuviera problemas a resolver del tipo de los que tiene una sociedad moderna como la actual. Así que, lo único que tiene sentido es evitar ese holocausto. O sus variantes menos tremendistas, de esas que sólo afectarían a una parte de la humanidad.

O yo leo poco y mal o casi siempre que se habla de vehículos espaciales se habla de grandes paneles solares. Salvo que en realidad parece ser que no se usan tantos paneles y sí muchas pilas atómicas.

Curiosity en Marte
Las pilas de plutonio se usan desde hace muchos años. Inclusive los rusos las usan para alimentar faros marítimos en la coronilla del mundo. Y en los vehículos espaciales norteamericanos ya sufrieron daños y destrozos por vía de accidentes en el lanzamiento o en el retorno a la atmósfera terrestre. Algunas pilas se encontraron y se reciclaron, otras se hicieron pedazos sin que, dicen, se hayan detectado mayores problemas biológicos, e inclusive hay una linda batería en algún lugar desconocido a la fecha en el fondo del mar. Pero no hay que tener miedo, el envase sólo terminará de corroerse en setecientos años. Que se arreglen nuestros descendientes.

En este momento el vehículo llamado Curiosity, que entre paréntesis lleva un nombre más adecuado para una fábrica de trajes de baño por eso de ver lo que hay adentro que para un futurista engendro, perdón, ingenio, dedicado a la investigación, que camina por Marte a menos de dos centímetros por segundo.
El Curiosity lleva, como una hormiga culona, un paquete de óxido de plutonio de cinco kilos en su parte posterior.

Este plutonio no es exactamente el mismo que se usa en las bombas atómicas. Pero todavía es radiactivo, todavía más radiactivo, y, por lo que sé, un espantoso veneno, tal vez el más activo que exista. Las cantidades que se necesitan para matar un hombre son tan mínimas que si uno hiciera porciones cuidadosamente, con cinco kilos alcanzaría para matar a veintidós millones de personas. Claro que, nos dicen, no hay que temer esto ya que en ninguna condición real se podría distribuir el plutonio de este modo. A lo mejor en condiciones reales adecuadas moriría un milloncito nada más, o un centenar de miles, qué sé yo.

El problema para mí, con todas estas porquerías, es que las personas que terminan decidiendo qué hacer con ellas, son tristemente humanas. En general, ni siquiera científicos, aunque los científicos tampoco son una garantía.

Proyecto Manhattan
Hace tiempo descubrí que antes de hacer la primera prueba de una bomba nuclear, se discutía en el máximo nivel, entre tipos como Openheimer, Dirac, Einstein y otros de la misma calaña, si la reacción en cadena producida por el estallido de una bomba nuclear se detendría sola o si por lo contrario terminaría por volatizar a toda la tierra. No sé si queda claro, se discutía si la humanidad podría sobrevivir o no a un primer estallido nuclear de prueba. Y punto.
Los números no eran concluyentes. Todo hacía pensar que la reacción se detendría espontáneamente. Pero ¿y si no? ¿Quién podría asumir la responsabilidad de tamaño riesgo?
No os preocupéis, queridos amigos, siempre hay alguien que se anima. Y en este caso, de manera clásica, un militar que era el que dirigía el proyecto Manhattan. El tipo dio la orden y a otra cosa mariposa. Los resultados están a la vista. Por ahora seguimos zafando.

Pero volvamos al plutonio. La fábrica norteamericana de plutonio se puso muy en evidencia y los ecologistas pusieron el grito en el cielo. Por lo que no se produce más y tampoco se permite producir en ningún lugar de Estados Unidos. Así que, a vivir de las reservas. ¿Qué hacer, entonces dentro de un tiempo? Parece que los rusos tienen todavía bastante almacenado y ya se sabe que todo tiene un precio. Pero esas reservas adicionales durarían hasta el 2022.

¿Alguien dijo que se les podría ocurrir producir plutonio en algún país subdesarrollado con buen sustrato tecnológico? No, nadie lo dijo. ¿Entonces tiene sentido estar en guardia?
Si para muchos parece lógico armar un lindo lío previendo una re-re-elección de una presidenta que nunca mencionó el asunto, mucho más coherente me parece ir preocupándose por dónde se van a instalar las muy puercas fábricas de plutonio dentro de pocos años.

martes, 13 de noviembre de 2012

Afanes independentistas

¿Tiene sentido impulsar a la separación? 

Las comunidades españolas tienden a la separación. Las minorías siempre debieron luchar por el reconocimiento y la aceptación por parte del sistema, representado por el estado español. Mucha sangre les costó hacer respetar sus costumbres, su cultura, su lengua, de eso no cabe duda. Pero hoy en día ¿la independencia sería la mejor solución? No lo creo.

Cataluña
La disgregación produce debilidad, una debilidad que puede convertirse rápidamente en degradación social y miseria (*). No mucho más de lo que pudo haber producido una federación perversa creada desde una cabeza con el único objetivo de dominar y explotar a los miembros.
Mucho mejor parece ser parte una federación en la que cada componente sea respetuoso de los demás. Claro que estar federado implica compartir éxitos y fracasos. Y cuando uno es el exitoso esto cuesta bastante. Haría falta un altruísmo, que en realidad es una visión de futuro no inmediatista, de la que muchos carecen y muchos más están poco interesados en tener.

País Vasco
No me harán creer por más que insistan que un millonario industrial vasco está más cerca de un obrero vasco, con el que comparte el euskera, que de un millonario industrial de Burgos, por ejemplo, o de la misma Barcelona. Y si, por lo contrario, dichos poderosos en vez de defender sus intereses comunes se envidiaran mutuamente y quisieran apoderarse de las riquezas del otro, lo que los llevara a convertirse en enemigos lo suficientemente acérrimos como para entrar en guerra, seguro que la sangre que se desperdiciaría, una vez más, sería la de sus connacionales de clase media para abajo, hablen en la lengua que hablen, y no la de ellos.
Reconozco que el argumento de orden tan francamente ideológico que acabo de desarrollar más arriba, a muchos les va a parecer prehistórico, un completo déjà vu. Pero para mí sigue teniendo una total validez. Más, una validez que es evidente y que se expresa en el poder deslocalizado e impune de la banca.

Separarse del conjunto me parece tan antidemocrático como imponerse a la parte más débil. En los dos casos hay una negación de la posibilidad de poner a todos los ciudadanos implicados en un mayor e igual nivel de oportunidad y de aprovechamiento de las riquezas, como efectos principales de los acuerdos superadores de las diferencias. Y en consecuencia una  especie de feudalización. Que siempre termina con la aparición de un rey lo suficientemente fuerte como para volver a conquistar todo aplastando a la nobleza dispersa y ocupada en rencillas menores. Por eso veo a la lucha independentista como una lucha arcaica, un resabio de ideologías que pertenecen a una época que ya no existe.
Me asombra, por ejemplo, que Catalunya, y en particular Barcelona, con su población muy nueva en términos demográficos, haya aceptado con tanta inteligencia y modernidad a gentes de muchos países que la veían como a una especie de Shangri La cultural, y se niegue a aceptar a sus vecinos dentro de una misma federación.

Galicia
Las luchas por la existencia como idioma y cultura, no tienen por qué prolongarse en el tiempo cuando ya no son necesarias. Sobre todo cuando el enemigo genocida ya no existe. Puede uno entender esas luchas fuera de tiempo, por supuesto, desde el punto de vista de la sociología, pero eso no las valida, sólo la explica. Y si quedan restos de la dominación, cosa evidente, habría que luchar contra ellos y no decir, como un adolescente, dando un lindo portazo a la casa paterna, la que no eligió, por cierto: ¡No los soporto más! Yo me voy. Sabiendo que la historia y los lobos feroces que merodean por ahí, lo va a impulsar, en un plazo más corto que largo, a volver con la cola entre las piernas a luchar una vez más para ser lo que le corresponde por derecho: unus inter pares.

(*) Creo que habría que ver con detenimiento qué ganó y qué perdió Moldavia, la antigua Besarabia rumana, con la independencia que la llevó a ser el país más pobre de Europa.

domingo, 11 de noviembre de 2012

8N, un poquito más

Barreda
No alcanza con la derecha más extrema, representada por la Pando, Pasionaria de los asesinos, torturadores y apropiadores de niños, condenados por delitos de lesa humanidad, ni por Biondini, que se considera el representante político de los nazis argentinos, aunque diga que no es nazi, que sólo admira a Hitler. No alcanza con ministros y políticos de las distintas dictaduras. Todo eso es pura política. Entonces tiene que aparecer Barreda, un simpático odontólogo que mató a escopetazos a su mujer, a su suegra y a sus dos hijas, porque lo trataban sin respeto. Y luego, según dicen las malas lenguas, fue un temido Poronga(*), como se llama en lenguaje carcelario moderno a los jefes que controlan los negocios sucios, en el penal en el que pasó un montón de años.

¡Cartón lleno!, Como se suele decir. ¿Reclamará también él por seguridad?

Lo cierto es que si uno va a una manifestación es posible que se cruce con gente bastante impresentable, incluyendo a dementes y mesiánicos que aprovechan cualquier amontonamiento de personas para mandarse un discursito. Por eso si a tu lado marcha uno de estos pobres tipos, nadie te va a decir nada, son inevitables. Pero con los ejemplares más representativos de la marcha del 8N, hay que tener estómago para ir codo a codo.

Por favor, si alguien en realidad quiere saber de qué la juega cada equipo en la Argentina, sobre todo alguien que no vive en el país, mejor no buscar comentarios de prensa extensos, irónicos, sesudos e interesados, y mirar con un poco más de atención quiénes son los jugadores. Con eso alcanza.

(*) Poronga, palabra de origen africano que alude a una calabaza que tiene una larga proboscide. En Argentina en lenguaje popular, pene de gran tamaño, y por extensión, hombre poderoso o que se impone por la fuerza o por la inteligencia pero siempre de modo violento o temible.

viernes, 9 de noviembre de 2012

8N, el día después

Ahora se hace evidente lo que dije en mi artículo del domingo 4 de noviembre: la consigna de los organizadores de no hablar con los medios tenía que ver, con toda claridad, con la calidad y la racionalidad de una cantidad de gente arrastrada a la manifestación contra el gobierno, sin ninguna ideología definida y sin ningún proyecto visible o mínimamente viable. Con una única idea que de algún modo rondaba a todos los reclamos y era el de la falta de seguridad ciudadana que en el mejor de los casos los llevaba a pedir un aumento de las penas para los violentos. Y por lo demás, un potpourri de ideas dispersas ligadas más a los problemas de cada uno que a lo general, mezclados en una sopa de mensajes mediáticos mal digeridos.  

Pero es obvio que yo no fui el único que lo pensó, hubo quién no solo pensó lo mismo sino que actuó en consecuencia

La toma de Judo

Cyntia Garcia
Cinturón negro
El luchador de Judo trata de usar la fuerza de su contrincante a su favor. Por eso creo que Cynthia García, más aún que otro par de noteros arriesgados que intentaron hacer hablar a la gente y que fueron echados o golpeados, fue una gran judoka. Ella, con una notable inteligencia y valentía física sumada a una habilidad extraordinaria, dentro de la que lo femenino no estuvo ausente, consiguió entrevistar a una cantidad de gente, algunos bastante coherentes y otros al borde del ataque de violencia histérica.
Verla trabajar me permitió ver con admiración cómo pudo manejar un difícil equilibrio entre la violencia a la que esa gente había sido inducida por los medios, en oposición al deseo infinito de la gente de participar como una estrella mediática de cualquier modo. Salir por televisión ante todo, suprema expresión del éxito, muy por encima de cualquier otro deseo o sentimiento. En otra actitud impulsada por la escala de valores que manejan los medios.

Y entonces hablaron, mal que les pese a muchos, y mostraron lo que eran.

Es verdad que fueron muchos, pero muchísimos menos que los demás. No fueron la expresión de una sociedad quebrada, ni la expresión de una particular valentía popular ya que no fueron agredidos y todos sabían que no lo serían: es difícil que los pequeños burgueses marchen por las calles si hay un mínimo peligro. Salvo los que tienen una fuerte ideología o los que sienten agredidos sus bolsillos. Y en este caso, pese a lo que puedan haber dicho, no estaban en ninguna de las dos condiciones. 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Los pueblos originarios

Mapuches
Indios, indígenas, aborígenes, pueblos originarios. Cada denominación tiene lo suyo. La más en boga por estos días es la de Pueblos originarios, aunque muchos antropólogos  pongan en dudas su originalidad. Parece ser que lo que queda de dichos pueblos en América es el resto de una segunda invasión que sometió a los anteriores habitantes llevándolos a sobrevivir sólo en Tierra del Fuego, donde los blancos terminaron con la limpieza. Aún entre ellos, los invasores, los espacios fueron disputados y propiedad de unos u otros, dependiendo de la época. El ejemplo más en boga es el de la ocupación de las tierras Tehuelches por los Araucanos. Pero aunque esto no sea cierto, cosa posible, es muy ingenuo pensar que no hubo guerras entre tribus por causa de la tierra(*), el agua o los cotos de caza privilegiados, que habrán producido ocupaciones y migraciones, según fuera el caso en que un pueblo fuera vencedor o vencido.

No se trata aquí de negarles a los indígenas un derecho que para mí es un derecho adquirido después de muchísimos años de vivir en determinadas tierras, sino de no crear instancias o categorías falsas e innecesarias para suavizar la mala conciencia de algunas personas privilegiadas o, como mínimo, más ligadas a su propia imaginación que a los hechos objetivos que siempre son un poco sucios y ambiguos.
El derecho de usucapión existe en las leyes de Argentina y, a lo sumo cuando corresponda, debería ser extendido a las tierras de caza y pastoreo. Si hay unos tipos que viven en un lugar desde hace más de veinte años, alcanza para las leyes argentinas. No necesitamos rodear a los beneficiarios de derechos divinos, históricos o revindicativos por los daños que le pueden haber producido un montón de europeos brutales o sus descendientes a partir del siglo XVI, del mismo modo en que una flor puede ser muy linda sin necesidad de adosarle un hada para que la certifique o la proteja.

Proteger a los indígenas de los grandes emprendimientos económicos o de los señores feudales de la zona, no requiere de nada especial. Vale lo mismo para un condenado de la tierra cualquiera sea su origen. Al fin de cuentas la llamada reforma agraria y todas las leyes sociales que andan rondando por ahí, defienden los intereses de los más pobres sin excluir a nadie. Así que se trata sólo de ponerlas en práctica, tarea de por sí bastante difícil.

Escuché comentarios muy despectivos sobre los Mapuches, por ejemplo. Se los acusa de mangueros y borrachos. Me pregunto yo, ¿y si lo fueran, cosa absurda teniendo en cuanta la generalización que siempre incluye a los que no corresponde, carecerían de derechos sobre las tierras? Si fuera así sería bueno andar con uno de esos aparatitos para medir la alcoholemia por la Sociedad Rural, donde andan los mayores propietarios, y buscar alguno borracho para reclamarle las tierras. La verdad es que los argumentos de la derecha cada vez que se refieren a los pobres dan risa. Aunque muchas veces sea una risa amarga.

Cruzada de la boludez V

La mentalidad racista no puede negarse ni siquiera cuando se hace una especie de racismo positivo. El hecho de poner a todo un grupo social en una misma característica de comportamiento, creencias o cualquier otra condición es claramente racista. Es elemental: si todo un grupo social puede ser así, en su conjunto, bueno y espiritual, otro podría ser malo y pragmático.

Tocando el clarinete
Hace unos años tuve la posibilidad de visitar un colegio privado de la zona de Pilar. Era un colegio laico aunque muy orientado a lo religioso. El espacio perfecto para los católicos rigurosos pero divorciados y a la espera de un nuevo concilio, de ser posible, más conciliador. Alguien en ese colegio había decidido con una correcta mentalidad de señora de beneficencia, traer a los indios de alguna reserva chaqueña para que pudieran vender sus productos.
Los indios, jóvenes de entre diez y ocho y veinticinco años, fueron instalados en une espacio en el que la circulación de los alumnos fuera obligatoria, con una mesa en la que se exhibían sus artesanías dispuestas para la venta, bajo una cartulina verde pegada a la pared y escrita con marcador rojo que decía, después de un título: LOS INDIOS SON, una serie de características que se les asignaban. Entre ellas la de honestos, modestos y espirituales.

Para la tribu a la que pertenecían esos muchachos, una joven era desposable, o para ser más claro, copulable, apenas pudiera probar su desarrollo sexual, prueba que consiste en un hombre que dice que ya es hora. Esto sucede en algunas chicas a los nueve años y casi nunca después de los once o doce. En el colegio que menciono, secundario, la mayor parte, por no decir todas la niñas ya debían de ser consideradas blanco lícito de la sexualidad para esos indios. 
Imagínense las caras de los  muchachos, vestidos con ropas raídas y pobres, aunque muy limpias, detrás de una mesa llena de chucherías, mirando un aluvión de rubias púberes vestidas de kilts que apenas les tapaban la ropa interior.
Teniendo en cuenta cómo los muchachos indígenas miraban a las estudiantes, no me viene a la cabeza ninguna idea relativa a la espiritualidad. O, para ser más prudente, lo que por esos lares se debía de entender por espiritualidad. Digo esto para no dejar a la cacería de mujeres, al sexo consentido o no, o a la eventual sodomía y sus combinaciones y variantes grupales, fuera de lo que alguno podría considerar también como espiritual. Sé que para algunos indígenas de la Polinesia lo es. Sí me vino la idea de otro cartel para poner junto al que comenté más arriba, uno que tuviera una lista en la que cada punto fuera precedido por la palabras: los indios también pueden ser. Y a continuación una lista de las miserias humanas, que por serlo nos representan y nos unen e igualan en nuestra humana condición. Entonces, afirmar que los indios pueden ser también odiosos, asesinos, borrachos, violadores y todo lo que a uno se le venga a la mente como incorrecto o desagradable (**). Y todo eso sin afectar a sus derechos.

(*) Dicho sea de paso, eso de que la tierra no es propiedad de nadie, tan en boga en boca de los ecológicos indígenas de las películas, habría que reverlo. Porque si no era propiedad, al menos parece haber sido un usufructo de los vencedores, ya que les permitía liquidar a cualquiera que tuviera la mala idea de andar por ahí sin pertenecer a la tribu.
(**) La total humanidad de los indios que nos hace igual a ellos es un tema inquietante. La cacería de migrantes, por ejemplo, en el sur de Mexico, fue un negocio que parece haber sido descubierto por los indígenas de la selva Lacandona. No había nada más rentable que cazar a una persona que caminaba por la selva cargada con todas sus riquezas en camino al norte. Claro que como era muy buen negocio después fue usufructuado por la banda de los Zetas que, cual neoliberales posmodernos que son volvieron una vez más a estropear el negocio de los pueblos originarios. Y sé que no es bueno caerse con un avión en zonas demasiado alejadas del Amazonas: si no te mata la caída es posible que te maten los indios de la zona para robar lo antes posible todo lo que puedan. Y es seguro que sin mayores herramientas tecnológicas de vanguardia, llegan mucho antes que nadie. En este caso debo reconocer, mal que me pese, que los saberes son más prácticos que los conocimientos.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El 8N o las manifestaciones de la derecha

Arturo y Risieri Frondizi
Dos hermanos en posiciones
opuestas. Arturo entregando
la educación a la Iglesia y a las
empresas, Risieri que llevó a
la Universidad de Buenos
Aires al máximo nivel de su
historia.
Entre los once y los trece años muchos de mi generación aprendieron, en la época en la que ingresaban al secundario, qué eran los gases lacrimógenos. Fue durante la presidencia de Arturo Frondizi, en 1958, en las luchas por la laica o libre, como se la llamaba entonces.
No fue una lucha intrascendente ni carente de sentido, fue la que produjo un punto de inflexión en la educación argentina. El comienzo de la decadencia de la educación gratuita y pública en sus niveles primarios y secundarios. No así en la universitaria que siguió resistiendo y manteniendo un nivel que muy pocas veces, por breves períodos, y en escasas disciplinas, pudo alcanzar la educación privada.

Hubo un mes en el que la mayor parte de los estudiantes secundarios fueron rara vez al colegio. La resistencia por la educación se hacía en la calle, entre gases, golpes y, a veces, cárcel. No era la clase media de la Ciudad de Buenos Aires de aquella época muy parecida a la actual, tan  aburguesada y afín con los intereses de las clases altas. En las corridas por las calles no se distinguía entre militantes del partido comunista, socialistas, las llamadas izquierdas independientes, peronistas y radicales. Todos esos jóvenes peleábamos por algo fundamental para el futuro del país. Por una vez esto se sabía y por una vez esto se cumplió. La batalla perdida por la educación fue esencial a la configuración que iría adquiriendo el país a posteriori. La llamada traición de Arturo Frondizi tuvo resultados mucho peores y más significativos todavía de lo que se pudo creer por esa época.

La libre tuvo una manifestación que fue fundamental y definitoria en Plaza Congreso. Una típica movida uniformada y organizada por la derecha, en aquel momento representada explícitamente por la Iglesia.
Frente a la ruidosa y desprolija manifestación de la clase media por sus derechos a la enseñanza universal y gratuita, entre corridas, caballos de la guardia de infantería y gases, se opuso la ordenada participación de las escuelas confesionales de la Capital. Niñitas en Jumper o kilt y niñitos de blazer azul y pantalones grises(*) formados e inmaculados, con un cura o una monja al frente, cubriendo buena parte de la Plaza Congreso para afirmar su existencia y presionar a los diputados que debían votar la ley. Esa ley que permitió la proliferación de los colegios privados y del negocio de la educación mientras los edificios y la calidad educativa se caía a pedazos en la escuela pública. Por supuesto ese día los alumnos de las escuelas privadas estuvieron obligados a participar y  la falta al colegio no se les computó. Un verdadero ejemplo de participación espontánea.

Dentro de unos días la derecha se volverá a juntar, pero esta vez unida y organizada. Esa organización y esa unión es obligada después de la experiencia del cacerolazo de hace algunas semanas. Sus supuestos representantes políticos, en realidad, los dueños de las empresas mediáticas más poderosas, aprendieron ahí que a esa clase de gente no se la puede dejar hablar sin un libreto claro, ni expresarse mediante carteles o pancartas, porque lo que dicen es demasiado anárquico e impresentable. Eso sí, resulta fácil proponerles un uniforme. Todos vestiditos igual irán esta vez a reunirse a  Plaza de Mayo.

  
(*) Hace unos cuantos años yo estaba en una óptica cuando entró el cómico Tato Bores. El óptico, que se vé que era amigo del cómico, le preguntó cómo andaba. Y él, que estaba vestido con blazer azul y pantalones grises le dijo, aquí me ves, en uniforme de facho.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Cruzadas de la boludez IV

Los linchadores virtuales

Hay muchos que decidieron colaborar con las autoridades. O tal vez hacer lo que las autoridades no hacen.
Como ejemplo de esta actitud voy a tomar la caza al pedófilo porque en estos tiempos se ha puesto de moda. Si es que de moda se puede hablar ante una actividad tan dudosa como esta.

Linchamiento virtual
El vigilante, el investigador virtual, el futuro héroe popular sale en búsqueda del pedófilo, horrible personaje que deambula por la web a la caza de niñas y niños desprotegidos, que se vuelve entonces y aunque no lo sepa: el cazado.

Nadie podría en su sano juicio apoyar a los pedófilos ni los terribles daños que pueden producir en la psique o en el mismo cuerpo de los niños. Ni siquiera se trata de argumentar sobre su condición. Sólo se trata de los derechos humanos de las personas comenzando por el principio de inocencia.

Está claro que para salir en cruzado de la boludez a defender la justicia, por el camino que fuera,  lo ideal es buscar algo simple, fácil de aceptar por todos y que no dé lugar a suspicacias o incomprensiones. Y sobre todo se trata de no correr ningún riesgo como sucedería si uno tuviera la feliz idea de atacar vía web a una pandilla policial involucrada, por ejemplo, en la droga o la prostitución.

Pero aún así no todos están en condiciones de hackear cuentas o hacerse pasar por una doncella o un doncel pre-puber para tender una trampa al pedófilo. Así que el valiente cruzado se ve rápidamente rodeado de una nube de bienpensantes que lo acompañarán, cual turba enardecida clásica, en la construcción de la pira en la que se quemará al réprobo. Sin antes, por supuesto, haber probado nada.

Que las autoridades no son confiables, es una verdad de Perogrullo. Pero las buenas intenciones tampoco hacen confiable a nadie. Y eso si consideramos que dedicarse a la caza al hombre sin mayores pruebas se puede considerar una actividad bienintencionada, cosa qué, en realidad, dudo sobremanera.

Para los que de todos modos tienen dudas sobre el comportamiento de un chateador o de una página web, y aún más si duda del comportamiento que podrían tener las autoridades al respecto, es recomendable dirigirse a alguna fundación dedicada al tema que seguramente dispondrá de la capacidad de investigación y de acción jurídica correspondiente para proteger a los niños minimizando el riesgo de ajusticiar a un inocente.