Lo que quiero decir es que la vida
pierde en contenido e interés cuando la apuesta máxima,
precisamente la vida misma, está
excluida de sus luchas.
…,el amor, ciertamente, no es más joven
que el deseo de matar.
Si vis vitam, para mortem. Si quieres
soportar la vida, prepárate para la muerte.
Freud. Sigmund Freud Copyrights, Colchester.
En este
contexto, ¿cómo encajan las madres, y algunos padres, que niegan la muerte y la
violencia a sus hijos? Es verdad que no se puede vivir, y menos enseñar a
vivir, con una presencia excesiva de Tanatos. Pero su negación es igualmente
perversa.
Negarse a dejar
jugar a los niños con armas de juguete y hacer sus simulacros lúdicos de vida, de muerte y de violencia, es muy parecido a no hablar de sexo con
ellos. Los chicos resultan enviados al mundo real desarmados y equivocados, con las consecuencias que eso pueda
tener.
Las armas que se prohíben son casi
siempre las de fuego. Curiosamente los sables y los arcos y las flechas no
suelen caer en las mismas redadas. Tal vez porque las madres tienen más miedo a
la explosión que a la muerte en sí. Como si más que negar la violencia negaran
los sustos. En realidad, en
ese contexto negador, todo es posible. Y eso me confirma que no son los niños en
sí los destinatarios de esas políticas educativas sino las buenas conciencias
de sus padres.
Lo que más me llama la atención es que esas modas antibélicas antiviolencia
junto a las ecologistas, casi siempre vienen del mundo desarrollado, el mismo
que enseña a los niños a jugar con armas reales y mortíferas apenas tienen la
suficiente fuerza como para sostenerlas y que destruyen la naturaleza usándola
para su propia conveniencia mientras exportan ideas
tan lindas.