El Blog de Emilio Matei
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domingo, 19 de enero de 2014

Mujeres productoras de violencia de género

—Siéntese, señora.
El que dice eso casi siempre es un hombre de más de sesenta años. O una mujer de cualquier edad.
Los otros hombres miran para otro lado o se hacen los dormidos. ¿Por qué lo hacen? ¿Es que ellos no tuvieron madre?
En realidad, ¡sí, la tuvieron, es justo por eso que no ceden el asiento!

En un transporte público bastante lleno, alguien se levanta y cede al asiento a una mujer, a veces embarazada, otras veces llevando un bebé en brazos, que tiene otro niño, este de entre seis y once años, orbitando alrededor de ella. Esa mujer con cara de sufrida, sudorosa tanto en invierno como en verano, con los músculos doloridos por el ejercicio poco sano de llevar a un bebé en brazos, sostenerse para no caer y dar empujones a otro niño que tiende a ir siempre para el lado incorrecto, ¿se sienta? ¡No!
No importa si el niño mayor es escuálido o un pichón contratable para el semillero de luchadores de Sumo que tal vez le lleve una cabeza a la madre. La mujer dirá gracias al, o a la, gentil persona que le cedió el asiento y, con un suspiro de alivio, empujará al vástago que logró hace años mantenerse erguido en dos pies y que se ve sanito y fortachón, a sentarse. Y seguirá sudorosa y dolorida, colgada a duras penas del pasamano para no caer, con el bebé en brazos y, me había olvidado, el enorme bolso que toda madre comme il faut debe llevar colgado del hombro.

Querida madre, cómo quieres ser respetada por hombres que desde pequeñitos, aunque hayan sido terribles bestias que superaban tu peso y tu altura, fueron puestos por ti misma, o tus colegas madres, en semejante condición de privilegio.  Cómo podrá ser respetado tu género si tú misma le demostraste a tu hijo que tu género no merece ni siquiera sentarte en presencia de él, que terminará convencido de que tiene derechos naturales más que su madre. Y ni hablar de las otras mujeres que, como es bien sabido y toda madre clásica enseña con toda claridad, nunca llegarán ni a la altura de la rodilla de la sacrosanta que te dio la vida.

En síntesis, y por si no quedó del todo claro:
Toda madre que cede el asiento que le fue cedido a ella a su hijo está creando un futuro machista irredimible(*).


(*) ¿Y qué pasa cuando el pequeño privilegiado es nena? Y bué, la nena sigue viendo a una mujer que por ser grande, o madre, debe permanecer de pie haciendo guardia frente a ella, la princesita de la casa. Y si eso no alcanza como explicación, tampoco el Edipo femenino, el Electra, me alcanzó nunca del todo. Y si no pudo Freud, menos voy a poder yo.


viernes, 26 de abril de 2013

Armas por la tarde

Nunca me opuse a las armas de juguete. Siempre consideré a la violencia como una de las pasiones humanas y por lo tanto que hay que lidiar con ella, mal que nos pese. Pero aceptar su existencia no implica dejarla actuar sin límites.
Un arma de juguete, como cualquier otro juguete, es parte de la relación entre el juego infantil y la adultez. Habla de aventura, agresión y autodefensa y ningún niño, que yo conozca, se volvió asesino por jugar con armas de juguete. Si no yo, que pertenezco a una generación de émulos de cawboys, sería parte de una generación de asesinos. Y en todos los casos que vi a padres fundamentalistas en ese sentido, vi a hijos apuntando con armas tal vez tan sencillas como el dedo índice convertido en pistola.

Horario de protección al menor

Pero una cosa es jugar con armas de juguete y otra muy diferente es hacer la apología de las armas verdaderas. Y esa apología se hace, sin ningún pudor ni tapujo, en los canales del cable llamados culturales. Para ser más preciso, en National Geographic, Discovery y History Channel.
Durante las tardes se pasan una cantidad de programas sobre el uso de armas. Los hay de pruebas de armas históricas, de máquinas de tortura en diversos momentos de la historia, que nunca pasan por Guantánamo o Abou Ghraib, por cierto, modificación de armas para obtener más potencia, más penetración, mayores daños en las víctimas, sean vehículos o personas, mejores silenciadores, etc. etc. etc. Los blancos pueden ser modelos de seres humanos hechos de gelatina o cerditos muertos, que en todos los programas aclaran que son lo más parecido a un ser humano que se puede usar para ver los daños que produce un arma. De más está decir cuáles son los comentarios de los participantes de estos programas cuando los daños son terribles. Comentarios del tipo de: esto le habría arrancado un brazo, o una pierna, o le hubiera hecho estallar la cabeza como una sandía, son habituales. Todos precedidos por el consabido ¡WOW! de admiración excitada gritado a coro por los participantes de la prueba.



Con toda picardía los usuarios de estas armas son de lo más variado. No se trata de gigantes tipo mercenario en África, que también los hay. Hay muchas mujeres, lindas y feas, jóvenes y viejas, tipos con cara de mecánicos y otros con caras de intelectuales anteojos incluidos, algunos con pinta de deportistas y otros de campesinos. Toda tipología está representada, como si el amor a las armas fuera tan común a todo tipo de persona o, mejor dicho, como si fuera natural en toda persona el amor las armas.
Hay hasta programas que hacen competencias para construir cañones con los materiales más variados. Dos o más equipos compiten con los mismos materiales para fabricar un cañón que luego se prueba y se critica. Se muestra el uso de cañones de bronce, hierro, madera, automáticos, primitivos, miniaturas y de todo tipo imaginable.
La cámara lenta muestra, con gran despliegue estético, como explotan granadas, bombas, automóviles o aviones y casas. Hasta hay un programa cuyo objetivo es divertirse destruyendo cosas de la manera más espectacular posible. Por último, hay programas en las que vendedores expertos en locales de venta de armas cuentan con detalle ventajas y desventajas de tal o cual arma para tal o cual uso.

Todo esto en horarios en que nuestros chicos y sobre todo adolescentes, si llegan a estar enfermos o no van al colegio, podrán instruirse y tomar conciencia de que las armas no son malas en sí, son divertidísimas y apasionantes, y a lo sumo no son peores que quien las usa, como se dirá alguna vez si hace falta justificar la barbaridad de promoverlas de modo tan espectacular.

jueves, 17 de enero de 2013

Obama y las armas

Cargadores de pocas balas

M4 - Estados Unidos - 1994 - 2,63 Kg
Si la política es la ciencia de lo posible, Obama está en problemas ya que, la verdad, parece poder muy poco en el tema de reducir el número de armas en manos de la gente. Aún cuando lograrlo no le garantice nada respecto a los asesinatos masivos.

Reducir los daños suele ser una política que resulta práctica cuando no se puede resolver el problema de fondo. Al heroinómano se lo trata con belladona, al que fuma demasiado hashís se trata de que lo reemplace por tabaco. Es un criterio bastante inteligente que funciona aunque tenga bastante de aceptación del fracaso de la terapéutica. Algo es mejor que nada. Aunque la prevención podría haber resuelto el tema antes de que apareciera. Pero para lograrlo hace falta bastante más tiempo que lo que dura un presidente aunque sea reelegido. Así que trabajar sobre la educación tendría rédito para otro presidente y, tal vez, hasta para otro partido.

XM - USA-Alemania - 2002 - 2,65 Kg
¿Cuáles son las propuestas de Obama para reducir los crímenes sicopáticos en lugares publicos?: La prohibición, o la fiscalización de quiénes son los adquirentes, de venta de cargadores de muchas balas y de algunos tipos de armas de asalto.
A mí me parece una propuesta muy parecida a la que publicitaron algunos después de la última masacre en el jardín de infantes. Armar a las maestras. Y lo curioso es que la madre del asesino había sido maestra y era una fanática de las armas que tenía un arsenal en su casa. En realidad y como se ve, la única que es asesinada todos los días es la lógica.

Pero volvamos a la propuesta de Obama. De su lógica se desprende que si el asesino tiene más dificultades para disparar, ya que con cargadores más chicos dispone de menos balas por unidad de tiempo, matará menos gente en el mismo lapso. Así que o se suicida antes o llega la policía antes. Y cuando haya que contar cuerpitos, serán menos. Él sea loado.
El mismo tipo de cálculo que usan cuando estiman bajas en la guerra. Los muertos contados por porcientos. Porcentaje menor, resultado mejor. ¿Y el cero por ciento es posible? No para esa gente, para mí es facilísimo: si no hay guerra no hay muertos por la guerra. Como se ve, puedo hacer razonamientos de una trivialidad desoladora, pero al menos son lógicos y no como los de ellos.

Israel IMI TAR-21 TAVOR - 2007 - 3,27 Kg
Este tema ya lo traté el 15 de diciembre, cuando fue la masacre en la primaria Sandy Hook, y este es la continuación lógica ya que el discurso de Obama también lo fue.
Lo primero que se viene a la mente es que hay que educar a la gente para que el asesinato masivo sea un tabú muy difícil de romper. Cosa que para Estados Unidos no será fácil teniendo en cuenta que hay asesinatos masivos justificables, cuando se hacen en el exterior, y otros que no, cuando se trata de compatriotas en la Home Land. Pero el estado, representado por su presidente, no tiene una forma clara de hacerlo sin enojar a uno de los dos equipos que se juegan el partido de la presidencia cada cuatro años. Es difícil encontrar una manera de dejar a todos contentos. Y si no se lo hace, se ganan votos por un lado y se pierden por el otro.

India - 1997 - 4,25 Kg
Los que sí tienen claro que la solución está en la educación son los de la Asociación del Rifle. Ellos ya sacaron juegos; de video, para celulares, tabletas, etc., que enseñan y motivan a los niños desde los cuatro años a poseer y usar las armas de modo responsable y de acuerdo a la segunda enmienda de la constitución. Ellos sí ya están luchando en una pedagogía que desemboque en ciudadanos dispuestos a defender sus derechos individuales según recibieron el legado de los Padres Fundadores de la nación. Y si alguno se vuelve loco, mala suerte, nadie dijo que la libertad se consiga gratis.

Conclusión: la derecha siempre la tiene más clara.