Marcelo Bonelli se limpia la mano con el saco después de dársela
a Moyano. Gabriel Schulz del programa Televisión
Registrada, con una mirada perspicaz, detecta el gesto. Y todos lo llenan
de significados. Salvo que Moyano también hace un gesto muy parecido. ¿Y si el
cigarro fuera un cigarro y no un pene, como dijo Freud? ¿Y si uno de los dos estaba muy transpirado o
se había ensuciado la mano con algo pegajoso? En realidad, como dice el dicho italiano: si non è vero, ben trovato. Pero yo andaría con cuidado con estas
interpretaciones.
Para el mundo economicista en que vivimos, lo no cuantificable no existe. Qué hacer entonces frente a
un hecho que no podemos cuantificar. Una posibilidad es desconocerlo y la otra
inventarle algún parámetro asociado, a lo mejor mediante estadísticas, como para poderlo manejar. Si este parámetro tiene sentido o no, si tiene
alguna relación con la verdad o es pura especulación, es entrar en discusiones
bizantinas. Y el tiempo es oro, mejor no discutir. Para ejemplo baste ver cómo
hacen las sociedades de seguros médicos
para decidir cuántas sesiones de psicoanálisis necesita una persona para salir,
por ejemplo, de un shock postraumático. O cuanto tiempo necesita un oculista para tratar a un paciente (en mi caso
particular, luego de una operación, siete minutos; el mismo tiempo del que
disponía otro paciente para ajustar la receta de anteojos o para medir la
evolución de su visión).
Reducir los comportamientos humanos, sean particulares o
sociales, a una cadena de resultados lógico formales matematizables de un modo
más o menos lineal, es una barbaridad y tiene un profundo contenido ideológico.
Al fin de cuentas no es más que un modo que tiene el capitalismo para dar un valor a las cosas. En este caso, las
personas.
Divertirse con los gestos de las personas dándole un
contenido es igual a jugar a que el zodíaco determina nuestros comportamientos.
Mejor andarse con cuidado, la irracionalidad es un cáncer que no remite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario