Un poco de futurología,
asumiendo el riesgo.
¿Es posible salir del euro? O
la pregunta que debería antecederla: ¿Es posible salvar al euro? Y la respuesta
podría ser que siempre se puede esperar a Godot. Por qué no, tal
vez termine por llegar.
¿Qué pasa cuando la gente se
queda sin dinero? Salvo una pequeña parte de la población que se deja morir de
hambre o se suicida, la mayor parte sale a buscar alimento por las buenas o por
las malas. Pero las malas son sólo para cierta clase de gente, capaz de asumir
riesgos casi siempre físicos. Los demás buscan soluciones más pacíficas y, de
ser posible, de más largo alcance.
En Argentina vivimos con
monedas alternativas compartiendo el espacio económico con la moneda oficial. En realidad, lo importante es saber si
la economía de un país puede satisfacer a sus habitantes y no si un tipo de
moneda sobrevive o no. Y aún sobreviviendo, puede ser que pierda su importancia
por la aparición de otra más práctica o más atractiva por razones tan básicas
como su accesibilidad, por ejemplo.
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Lecop - Una pseudo moneda |
Frente a la imposibilidad de
conseguir dinero, lo primero que sucede es el trueque. Si una persona tiene
algo de más o de menor importancia para ella que otra cosa que le resulta
necesaria, trata de canjearla por lo que necesita. Pero ya se sabe que el
trueque tiene posibilidades muy limitadas debido a la dificultad para canjear
cosas de valores muy diferentes. Por algo se inventó la moneda. Y mi hipótesis
es que desaparecida la moneda oficial de los bolsillos de la gente, están dadas
las condiciones para la aparición de otra moneda. Si el estado acepta esa
moneda alternativa para el pago de impuestos y servicios, el círculo se cierra
y las dos monedas, la anterior y la nueva, eventualmente, coexisten. Eso sí,
con una tensa lucha por el valor relativo entre ambas que el estado debe tender
a estabilizar.
En Argentina, durante el
período más agudo de la crisis que vivimos alrededor del 2000, aparecieron varias
monedas de valor provincial y nacional, en particular los patacones y el LECOP. Por
su ilegalidad estas monedas no fueron llamadas monedas sino bonos de cancelación
de deuda o algo por el estilo.
Como dije más arriba, es
cierto que la equiparación de las monedas da lugar a discusiones y bastante
trabajo, pero cuando la necesidad lo exige, las soluciones aparecen.
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Corralito - Depósitos bancarios congelados |
Para dejar las cosas más en
claro, hubo una época en Argentina en la que el dólar norteamericano y el peso
eran intercambiables en relación uno a uno y la población usaba tanto esas dos
monedas, cuando tenía suerte y las conseguía, como de otras monedas emitidas
por estados provinciales, a las que se le daba un valor similar, en violación
expresa de un artículo de la constitución que prohíbe emitir moneda a nadie que
no sea el Estado Nacional. Como decía mi abuela: la necesidad tiene cara de hereje.
Abandonar el euro
¿Qué pasaría con un país
europeo que tomara la decisión de hacer una moneda alternativa? Lo más probable
es que hubiera una cierta coexistencia hasta que la nueva moneda alcanzara para
la vida de sus habitantes. En cuyo caso el gobierno podría negociar diciendo
algo así como: o me hacen una quita del 80% de la deuda o se meten mis deudas y
mis euros en el culo y yo sigo con mi moneda propia, me la acepten o no en el
exterior.
Alguien podría decir que todo
este razonamiento adolece de una excesiva simplificación y yo podría aceptar
esa crítica. Pero me parece que con más o menos complejidad lo que va a pasar
será eso.
¿Quién va a ser el primero?
Para decirlo habría que
conocer al detalle el estado de cada economía de la zona euro y conocer la
idiosincrasia económica de cada pueblo, información de la que no dispongo. Yo
diría, y todavía tengo menos certeza esta vez, que Italia sería mi mejor
candidato a estas políticas de doble o múltiples monedas. Y es porque se trata de un país con muchísimas PYMEs de
tipo industrial que están acostumbradas a negociar con sus productos y a evadir
impuestos todo lo posible, condiciones requeridas para ser un buen busca vidas en momentos difíciles y para
lanzarse de modo creativo y sin temor al escándalo puritano de otros países, a
una solución bastante extrema.
Más complicados los veo a los
españoles que si bien solían tener una enorme capacidad para soportar la adversidad
y un gran estoicismo para trabajar en condiciones espantosas, no los veo tan
hábiles para hacer pequeños productos industriales cuya comercialización les
permita sobrevivir. De hecho, si hubieran tenido esa habilidad después de
tantos años de bonanza no habrían sido arrastrados con tanta facilidad por el
huracán. Huracán, que como se dice en la Martinica, ensucia la casa del rico y destruye la casa del pobre.