De profersora de gimnasia a gastronómica pasando por el personal treiner. El precio de estar "al día". |
Hace algunos años el profesorado de gimnasia, el convertirse
en un especialista en hacer mover a los otros o el de devenir en personal trainer, con la sutil
insinuación de sexo y dinero que eso sugería, se volvió una de las profesiones más
deseadas. Nada de abstracciones, nada de leer, todos a saltar, correr, levantar
pesas, levantar el culo, tonificar los músculos y transpirar, sobre todo
transpirar mucho. Bien. Las bondades de la gimnasia ya la habían descubierto
jesuitas e ingleses hace muchos años para evitar la concupiscencia. Al menos en
lo que respecta al sexo desordenado o exacerbado, la parte referida al deseo de
cosas materiales nunca les molestó.
Cada época tiene sus profesiones preferidas, que vistas años
después no suelen parecer muy lógicas o cumplir con las expectativas. Ser
azafata de compañía aérea, profesión elegida por altas señoritas de la clase
alta que pasaron de ser bellezas voladoras a voladoras sirvientas pasadas de
años o de peso, cuando no caballeros, que
lo único que conservan de las anteriores son las actitudes presumidas y
antipáticas (Y sí, ya sé que hay excepciones, pero esto no es un tratado de
sociología). En los sesentas las chicas se hacían un futuro en la
perfoverificación, tarea que duró tan poco como cualquier otra asociada a la
electrónica de una época, y tantos otros oficios que duraron, como decía mi
padre, lo que un pelado en la nieve. Y por fin llegamos al presente. A los
últimos años, para ser más preciso.
Ahora todo pasa por el estómago. Ya no se viaja para
aburrirse en los museos, ahora se viaja para atiborrarse en los restaurantes,
para probar vinos carísimos y muchas veces contaminados pero claro, productos
de la tradición enológica de países de tradición enológica. Ya todos en lugar
de ir al gimnasio a matarse, van a seguir cursos de cocina, de catadores de
vinos, de especializaciones en cuanta cosa pueda pasar por nuestra garganta y
no volver a salir, que si lo hiciera al menos daría un placer más anacrónico y
asociado a la condición humana.
Si usted tiene tres hijos, seguro que al menos uno se dedica
a la gastronomía. ¿Qué es un trabajo terrible? ¿Qué es un trabajo esclavo en el
que hasta el dueño del coqueto restó se levanta de madrugada para recibir a los
proveedores y se acuesta al amanecer después de limpiar? O se funde. No
importa. Ahora la gastronomía está de moda. O más bien, lo que está de moda es tomar
y comer. Y los que no saben de vinos saben de Mc Donalds. Y todos víctimas de
una propaganda que no dice: comer o tomar de más mata. Como dice en cada cajita
de cigarrillos. (sí, ya sé que se puede vivir sin cigarrillos pero no se puede
vivir sin comer, por eso puse “de más”).
La próxima moda podría ser la de suicidarse directamente.
Tendría varias ventajas, sería mucho más barato, no obligaría a mayores
esfuerzos, no sería necesario desplazarse del lugar en que se vive y los
mesiánicos del suicidio, los auténticos, no durarían mucho.
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