El Blog de Emilio Matei

martes, 16 de octubre de 2012

El octavo loco

Recreo Tres Bocas
A poco más de treinta kilómetros del kilómetro cero, hay un hotel abandonado desde hace al menos cuarenta años. Pero no es un abandono total, cada tanto, cada varios años, como en un estremecimiento de locura que asegura que algo sigue vivo allí, se hacen algunas reparaciones o se intenta alguna reforma que nunca se termina y que se agrega al deterioro general.

Roberto Arlt es para mí uno de los escritores argentinos más importantes. Su pintura descarnada e irónica, cuando no directamente humorística del porteño, nunca le gustó demasiado a la gente de letras que prefería, y prefiere, sin lugar a dudas, a la higiénica e inteligente prosa de un Borges. 

El hotel Tres Bocas, en la confluencia del río Sarmiento con el Abra Vieja y el arroyo Santa Rosa, en el delta del río Paraná, tuvo muchos años de esplendor. Yo mismo recuerdo, aunque vagamente, el edificio elegante que fue. Debo de haber sido muy chico porque la imagen en mi recuerdo es insegura.
Poco sé del dueño actual del Tres Bocas. En realidad nunca pregunté demasiado sobre el tema. Alguien me dijo que era un húngaro y que estaba un poco loco. Si esa persona fue el dueño estos últimos cuarenta años, no lo sé. Tampoco sé cuándo se hizo del hotel ya que originariamente era propiedad de los Ferrando, dueños también de la que fue la famosa óptica Lutz Ferrando y Cia. y de otras empresas importantes.

Roberto Arlt
La vida de Roberto Arlt fue siempre complicada. Y corta, apenas cuarenta y dos años que dejaron una obra, para mí, fundamental. Había nacido en mil novecientos y murió en el cuarenta y dos, cuando todavía el Tres Bocas estaba en pleno esplendor.
Es difícil encontrar en la literatura argentina personajes tan representativos de lo que fue Buenos Aires como en Roberto Arlt. Tipos delirantes con proyectos delirantes tan propios de nuestra fauna. Esas personas que a los que somos más o menos racionales nos vuelven locos con sus teorías estrafalarias y su mirada completamente falsa de la realidad a la que tienen tendencia a construir según sus deseos o necesidades. En particular y de modo preciso en la novela Los siete locos.

Por el Tres Bocas pasaron figuras importantes y otras menos conocidas. Perón y Evita, nazis prófugos, oligarcas y variados advenedizos. Entre ellos, como siempre sucede, unos cuantos intelectuales, como el mismo Roberto Arlt. Es fácil imaginar que allí se deben de haber cocinado decisiones políticas importantes y ejercido amores non sanctos. Tal vez también se hayan pensado novelas y cuentos, el ambiente, sobre todo por las noches, tenía que ser ideal.

Roberto Arlt le pidió a su ex esposa que tirara sus cenizas allí, en el río, donde el Sarmiento confluye con el Abra Vieja. En Tres Bocas.

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