Martes diecisiete de septiembre.
Dos y media de la tarde. Prendo el televisor y repaso canales de cable. En
National Geographic (¿o tal vez Discovery?) están pasando un documental. Se trata de cómo se llegó a localizar
y matar a Bin Laden o algún otro jefe de Al Qaeda. El largo trabajo de
inteligencia. El diálogo con paquistaníes para entender cómo es el sistema
telefónico en ese país. Las búsquedas y discusiones. Y, por fin, la detención
de una figura importante. Y entonces, el transporte hacia un lugar secreto
donde no rige ningún sistema legal, ni el norteamericano ni la convención de
Ginebra. Allí, encapuchado, de rodillas, espera el detenido a ser interrogado.
Cuántos eufemismos se inventan
para disimular la palabra tortura. Cuántas justificaciones, cuánta necesidad. ¿No
se trata acaso también de los derechos humanos de las víctimas de estos
terroristas fundamentalistas? Acá, los campeones del sincronismo descubren el
diacronismo y dicen que lo que cuenta es el tiempo y que no hay tiempo disponible para discusiones retóricas.
Ahora, entonces, son técnicas de interrogatorio mejoradas.
Le sacan la capucha de un
manotazo y le ponen una bolsa de plástico sobre la cabeza. El hombre se ahoga
mientras el locutor dice que se lo está sometiendo al llamado submarino seco. Primer plano de la cara
del torturado que se ahoga. No soporto la imagen, desvío la vista, pero sigo oyendo al locutor. El locutor dice que no hay información
precisa de cuánto costó hacer hablar al prisionero. Algunos dicen que habló
enseguida, que no dio mucho trabajo. Otros dicen que lo tuvieron que someter a
ochenta y una sesiones de submarino seco antes de que hablara. Apago el
televisor.
Ya no sólo se dan programas
donde se califican armas terribles, se las arregla y modifica, se las usa y se
las prueba. Ahora también hay programas en los que se evalúan aparatos de
tortura medievales con amplias descripciones de qué sucede al cuerpo humano
sometido a esas torturas. Huesos rotos, músculos rotos, órganos internos
destrozados.
Y todo bajo el paraguas de
interés general, cultura, educación y ciencia, en los canales que se consideran
educativos: History Channel, Discovery Channel y National Geographic.
Martes diecisiete de septiembre.
Dos y media de la tarde. Cualquier chico enfermo, mientras los padres están
ocupados en sus trabajos, podría estar viendo cómo se tortura a alguien, perdón,
cómo se somete a alguien a técnicas de interrogatorio mejoradas.
¿Nadie del AFSCA o de cualquier
institución de protección a la infancia se hace cargo de esto?
Todo "en aras de un bien superior."
ResponderEliminar- Desde luego hay mucho, pero mucho que decir acerca de la manipulación bastarda del lenguaje para decir sin decir ciertas barbaridades.
- La palabra MERCENARIO - por poner un ejemplo - ha sido sustituida "como si tal cosa" por CONTRATISTA ...y los MAS/MIERDA se limitan a aceptar el nuevo "palabro" con la misma naturalidad con la que se tiran un pedo.
PD - ahora voy a pulsar en "publicar" y como me salga la MIERDA del capcha no vuelvo por aquí pq estoy hasta los CUERNOS de no entender esos signos de los cojones.