Irene Gruss |
El tiempo que demoras en terminar cada cosa
igual al de las cosas a
medio hacer.
Nada perturba:
ni la conciencia ni la ensoñación de ver algo
hecho y cerrado.
A modo de hilván y a medias todo.
Que un límite no cierre lo que no quieres cerrar: parece más vivo
lo inacabado. Allí el vestido sin doblar,
allí los hijos, idos; así un final, como un principio, entremezclado y sucio
de arena del reloj.
Así irresuelta, desparramado un eco,
la brasa sin atizar.
Nada perturba:
ni la conciencia ni la ensoñación de ver algo
hecho y cerrado.
A modo de hilván y a medias todo.
Que un límite no cierre lo que no quieres cerrar: parece más vivo
lo inacabado. Allí el vestido sin doblar,
allí los hijos, idos; así un final, como un principio, entremezclado y sucio
de arena del reloj.
Así irresuelta, desparramado un eco,
la brasa sin atizar.
Henri Lefebvre |
En "Position : contre les technocrates", Henri
Lefebvre (1901-1991), filósofo marxista a menudo considerado trotskista por sus
conflictos con el estalinismo, planteaba, entre otras cuestiones, que el orden
era necrofílico, que la vida estaba sólo en el desorden. Y qué mayor desorden, qué mayor placer vital, hay en la obra no terminada, como expresa más arriba Irene
Gruss en la percepción del mundo y en el lenguaje subjetivo de la poeta.
¿Dónde se expresa el trabajo más cabalmente, en el escritorio con todo en su lugar o en el caos de papeles?
Todo lo inconcluso es, por su propia naturaleza, desordenado,
muchas veces caótico, a la espera de decisiones y correcciones.
Tal vez una de las mayores expresiones de la belleza de lo no acabado sea la Pietà de Michelangelo que está en el Duomo de Florencia. Ahí la
imperfección, lo inconcluso, las tensiones irresueltas con su a veces cruel
vitalidad, comunica mucho más el dolor de María por la muerte de su hijo que en
la Pietà más conocida, la que está en San Pedro, en su exquisita perfección.
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