El Blog de Emilio Matei

miércoles, 3 de octubre de 2012

Los migrantes

En un país como la Argentina, donde cuarenta millones de habitantes se amontonan en las grandes ciudades y en las zonas climáticamente más convenientes dejando una buena parte del país casi deshabitada, dificultar el ingreso de migrantes, más allá de cómo terminen distribuyéndose por el país, lo que depende de las políticas sociales, no sería sólo poco humano sino una tontería.

Qué aporta la inmigración

Aporta mano de obra, creatividad, costumbres novedosas, inteligencia y todo lo que puede llegar a necesitar un país para ser independiente y soberano. No hay que olvidarse que Argentina, por sus riquezas y su posición estratégica en el mundo, en particular por su proximidad con la Antártida, es un buen bocado para cualquier imperialismo. El tamaño y extensión de su población, con el desarrollo consiguiente, puede ser un elemento tanto facilitador, si es limitada; como desalentador de ambiciones imperiales, si es muy importante.

De dónde venimos

Inmigrantes italianos
La mayor parte de los argentinos somos hijos, nietos o bisnietos de inmigrantes. Pero no sólo de intelectuales europeos, notables comerciantes o trabajadores incansables. Somos descendientes, la mayor parte, de campesinos analfabetos, o poco más o menos, de las zonas más pobres y devastadas de un mundo miserable o en guerra.
Unificar a esos inmigrantes tanto por la positiva como por la negativa, sería un disparate. Lo más lógico es pensar que entre ellos había toda clase de gente. Buenos y malos, honestos y deshonestos, decididos y pusilánimes, laboriosos y vagos. Una sola cosa los unió después de una o dos generaciones, sus hijos y nietos fueron más bellos, más altos, más educados. Argentina con su excelente alimentación rica en proteínas, su sistemas gratuitos de salud y de educación, pudo lograr ese milagro en pocos años. La extensión y la calidad de su clase media da prueba de ello.

A dónde vamos

La posibilidad de mejorar socialmente con rapidez a los hijos de los inmigrantes sigue existiendo todavía hoy. Cuanto más y mejor se los eduque, en el caso en que necesiten ser educados, cuanto mejores oportunidades de trabajo se les ofrezca, cuanto más se proteja su salud, más rápido se los convertirá en argentinos calificados, capaces de recrear, superar y de defender a nuestro país.
Inmigrantes bolivianos
Rechazar a un migrante es, además de una barbaridad desde el punto de vista humano como dije más arriba, una tontería económica. Los inmigrantes traen consigo una cantidad de conocimientos formales e informales, que les costó tanto a las personas como a sus países de origen mucho dinero, y las vienen a volcar gratis en nuestro país. Amén de su fuerza de trabajo y de su capacidad de consumo.

La llegada de migrantes a nuestro país significa, en realidad, el aumento de la riqueza y una mayor garantía de soberanía e independencia. Negarlo sería perder una de las oportunidades más interesantes que la crisis mundial nos ofrece.

Y, previendo alguna clase de comentario que sé que voy a escuchar, aclaro que decir que los inmigrantes ocupan lugares que, por falta de espacio ya sea en la salud como en la vivienda o en la escuela, deben ser ocupados por argentinos nativos, es tan lógico como decir que hay que matar gente para que se pueda repartir más. Todo ser humano del siglo XXI puede producir muchísimo más de lo que necesita para su supervivencia. Sobre todo en Argentina. Y si no lo pudiera hacer sería por culpa de muy desastrosas decisiones políticas.

La miradas serias de nuestros abuelos, la mismas miradas en los inmigrantes actuales, las sonrisas forzadas de los adolescentes que se juntan entre ellos y tratan de sentirse fuertes frente a un lugar desconocido y a un futuro incierto. Quién puede, sin ser una mala persona, no sentir que hay que decirles, no se preocupen, todo va a salir bien
Y abrirles las puertas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario