El Blog de Emilio Matei

martes, 10 de junio de 2014

La mujer real

A Fernando M.

Me envió la foto de una mujer. La foto había sido tomada hacía años. La mujer no era muy bella, era sólo una mujer real: con algún kilo de más y, como dicen los madrileños, de altura un pelín escasa. Morocha, de piel muy blanca, de espaldas, desnuda, con la cabeza a un lado que dejaba intuir, más que ver, el perfil.
Me la envió por Messenger, cuando Messenger todavía reinaba.  Agregó un comentario simple: qué linda la negrita. Que para mí denotaba una cierta carga de ternura, tal vez algo de orgullo.
Qué hace que un hombre de cincuenta años, con una vida bien vivida, envíe una foto así a otro aún mayor. Ninguno de los dos se conmovería así como así por la simple desnudez de una mujer real. Ninguno de los dos debía demostrar al otro una capacidad de seducción en una competencia que sólo tiene sentido entre hombres muy jóvenes o muy inmaduros. Los dos estaban bien casados con mujeres tal vez más bellas que esa y si hubieran querido tener una aventura no les habría sido tan difícil. Y la foto, reconozcamos, como toda foto íntima de amateur, tenía la cualidad poco interesante que hace erótica una imagen de ese tipo para el que la saca y sólo en el momento adecuado.
Qué me quiso decir con esa foto, ya no es posible saberlo. Quiero creer que como amigo me quiso participar de un momento particular y feliz de su vida. Con una mujer real.


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