El Blog de Emilio Matei

viernes, 21 de diciembre de 2012

Los zombis

Ya no tengo edad para perdonar. Ni tampoco aspiro a un cargo político que me exija tener cintura política, una forma elegante de llamar a la flexibilización de las convicciones en función de las necesidades electorales u otras por el estilo.
Y no se trata aquí siquiera de considerar a los amigos de los golpes de estado. Ellos siempre fueron lo que son y lo que serán si se les da la mínima oportunidad. Se trata de los bienpensantes que siempre apoyan al que no deben, arrastrados por la mala información a la que nunca discuten con el único objetivo de sentirse parte de los ganadores o de la gente bien. Si Clarín tiene la culpa, ustedes que están entre treinta y setenta, ya deberían haber aprendido a leer. Si no lo hicieron, son culpables también.
No los voy a perdonar.
Si todavía no aprendieron a leer el discurso de los que los dominan y los usan y ya pasaron los treinta años, no hay perdón. Ya tuvieron fe en Menem, al menos había que jugarle una carta, por qué tanta desconfianza; el estado les resultaba demasiado poderoso, todos una manga de chorros y una limitación para sus negocitos. Y digo negocitos porque estoy hablando de burgueses pequeños en capital pero gigantes en pretensiones. Yo lo voté, dice alguno, yo no lo voté, dicen otros. Da lo mismo. Después a la Carrió, que vuelve en cualquier momento porque es la que dice la verdad sin pelos en la lengua.
El campo es el que salva a país, los vagos son los únicos privilegiados, los industriales exitosos son los únicos que saben administrar y yo pago los impuestos; para qué mierda queremos a las Malvinas, Aerolíneas es un desastre y si estafamos a Repsol con YPF después a no quejarse si nos destratan en el mundo.
No, no los voy a perdonar.
La verdad es que me exigen un gran esfuerzo para no pedir voto calificado. Ellos, los zombies, no tienen suficiente nivel como para que su voto tenga el mismo valor que el de un ciudadano de a pie.

Que la furia homicida, propia o inducida por otros, no les atragante el pan dulce




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