El Blog de Emilio Matei

viernes, 24 de agosto de 2012

Todos unidos no

Que uno esté dispuesto por razones políticas a sentarse en la misma mesa con gente a la que desprecia, puede ser. Llegar a algún acuerdo, también. Pero unirse con ella es otra cosa.

Cantemos todos juntos

Cada tanto oímos a personas, muchas veces bien intencionadas, que dicen que lo que nos hace falta como argentinos es unirnos, que no importa lo que pensamos sobre las cosas o sobre la política, forma un tanto extendida e ingenua de decir que no importa la ideología que tengamos, deberíamos discutir de buena forma, sin agresiones, con dignidad y respeto.
Nadie puede estar en desacuerdo con eso, salvo que no es posible. Y no es posible, para empezar, porque en realidad no hay una visión universal de lo que quiere decir ser argentino.

La argentinidad

Para algunos no supera la condición de haber nacido en este país. Lo que, obviamente, no incluye ninguna clase de compromiso.
Para agregar al cuadro del deshonor
Con sinceridad, ¿te unirías con estos tipos?
Pongamos un par de ejemplos en ese sentido. Para muchos la patria es el dinero, para otros la patria es lo que dicen que debe ser la patria los que tienen dinero. Hay muchos para los cuales el internacionalismo no es una consigna explícita que define una ideología sino un comportamiento objetivo: si el único destino digno es el de hacer dinero, mi patria es mi dinero, poco importa dónde vivo o dónde nací. O mi empresa, o la empresa para la que trabajo. Puedo vender desde bananas hasta mi país, basta con que la operación me produzca una razonable ganancia.

Patria nuestra

Por fin y después de muchos años, podemos usar la palabra patria, que antes era propiedad exclusiva de los militares. Y con ella otras que se le asocian.
Cada vez que uno reclama por leyes más represivas lo único que uno consigue es ser víctima de la misma ley por la que reclama. Al menos cuando uno no tiene un verdadero poder. Pero en mi fuero íntimo pienso que habría que tener clara la categoría que le gusta tanto a los militares para matar a sus pares, la de traición a la patria. No pido la pena de muerte, usual en estos casos, que rechazo por principio; tampoco la cárcel, aunque a veces sea más que razonable y podría aceptarla sin mayores pruritos. Una gran cosa sería tener una especie de cuadro de deshonor, una lista de las personas que son traidores a la patria, personas que por sus actos debilitaron a nuestro país o produjeron sufrimientos a la población.

El desprecio

¿Cuántas personas fueron robadas y estafadas por los gobiernos de Menem o las decisiones de Cavallo? ¿Cuántas personas como Bonelli, el actual Lanata o el benemérito doctor Nelson Castro, favorecen con su discurso a países imperialistas, centros financieros internacionales o a sus gerentes locales cuyo único objetivo es explotar a las riquezas y las personas de Argentina? Creo que a todos ellos les cabe con exactitud el título de traidor a la patria  y el profundo desprecio por parte de la sociedad que esa calificación otorga.

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