El Blog de Emilio Matei

jueves, 6 de septiembre de 2012

El placer es sólo para los que se lo pueden permitir

Hace tiempo escuché decir a un especialista en marketing, que quiere decir mercadeo en castellano, y no sé cuál de las dos palabras me suena peor, que la gente no compra lo que necesita sino lo que desea.
La obvia conclusión es que los deseos no son necesarios, que constituyen un lujo sólo para quien se los puede permitir. Y ya se sabe que cuando los pobres empiezan a ganar un poco más y quieren lujos se vuelven delincuentes o votan a quien no deben, casi seguro a algún populista.

Las villas miserias llenas de antenas de televisión, un clásico. Ahora nadie se conforma con menos que un plasma y un parabólico satelital. ¡Yo con mi TV de tubo de rayos catódicos y mi portero con un poderoso plasma de no sé cuántas pulgadas! Claro, seguro que se endeudó y ahora va a tener que conseguir el dinero de algún modo para pagar lo que debe. Y ya se sabe de qué modo será.

Qué maldita costumbre tienen los pobres: apenas ganan un poco más dinero quieren tener y hacer lo mismo que uno. Y entonces los hoteles de vacaciones se llenan de gente que tiene comportamientos tan raros, los vehículos que nos llevan a lugares de turismo se llenan también de esa clase de gente, y hasta los hay, pocos por suerte, que tienen buen gusto y se compran la misma ropa que uno.
No exagero si digo que hay algunos que hasta viajan a Europa. ¿Qué placer encontrarán yendo? Lo único que faltaba es encontrárselos en un restaurante de esos que son la única verdadera justificación para que uno haga un viaje a Europa.

No hay caso, cuando la gente que no lo merece tiene dinero, el mundo se achica. Andan por todos lados. El lugar de juntar para cuando las cosas vuelvan a la normalidad, se dedican a satisfacer deseos por más innecesarios que sean. Qué mundo loco.

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