El Blog de Emilio Matei

domingo, 9 de septiembre de 2012

Posición contra los intelectuales

Qúe pasa, muchachos. ¿Otra vez despotricando contra los intelectuales? Bueno, luego no se quejen si empiezan con lo de alpargatas sí y libros no, con o sin cacerola.

Que una gansada llama a otra gansada es una ley inmutable de la naturaleza.

El intelectual
Rodolfo Walsh
Ponerse en contra de los intelectuales, así, en bloque, es asociar la condición de intelectual a una particular posición. Lo cual no es muy diferente a la no aceptación de la diversidad, tan propia de las actitudes racistas.
Es bien sabido que generalización es la forma natural en que se expresa el racismo. Los judíos son, los negros son, los indios son, los gordos son. ¿Los intelectuales son? ¡Por supuesto!
No veo peor situación que la de regalar la cultura académica, cualquiera sea los defectos que tenga, a la derecha.

El intelectual
Haroldo Conti
Hay toda clase de intelectuales. Es absurdo pensar que por el solo hecho de dedicarse, digamos, a las ciencias humanas o a la literatura, quede definida una ideología. Y eso va más allá de lo que puedan decir los mismos intelectuales sobre sí mismos. Si se sienten incómodos por trabajar sentados en una silla mientras muchos obreros tienen que sudar la gota gorda con una maza de diez quilos en las manos, como le sucedía a Rousseau, que no se hagan problema. Hay que ser un poco pícaro, no todo trabajo alienado es físico. Es mejor compararse con los oficinistas que pasan una vida sentados en una silla frente a una computadora. Tanto el intelectual como el oficinista, si no van a hacer work out gym después de trabajar todo el día, terminarán con el culo chato. Y me disculpo por la imperdonable generalización.

 En realidad las posiciones contra los intelectuales en general, no me parecen muy diferentes a las posiciones esotéricas. Todas ellas apuntan al pensamiento irracional, a evitar que las personas saquen conclusiones lo más libres y objetivas posibles sobre la realidad en que viven observando esa misma realidad y no las ideas predigeridas que se le ofrecen.

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