El Blog de Emilio Matei

jueves, 15 de noviembre de 2012

Ecologismo y cinco kilos de óxido de plutonio

Durante la guerra fría, mi padre me decía que hacer planes que tuvieran en cuenta un holocausto nuclear era una tontería. Después no habría quién pudiera hacer usufructo del plan o, si alguien sobrevivía, difícilmente tuviera problemas a resolver del tipo de los que tiene una sociedad moderna como la actual. Así que, lo único que tiene sentido es evitar ese holocausto. O sus variantes menos tremendistas, de esas que sólo afectarían a una parte de la humanidad.

O yo leo poco y mal o casi siempre que se habla de vehículos espaciales se habla de grandes paneles solares. Salvo que en realidad parece ser que no se usan tantos paneles y sí muchas pilas atómicas.

Curiosity en Marte
Las pilas de plutonio se usan desde hace muchos años. Inclusive los rusos las usan para alimentar faros marítimos en la coronilla del mundo. Y en los vehículos espaciales norteamericanos ya sufrieron daños y destrozos por vía de accidentes en el lanzamiento o en el retorno a la atmósfera terrestre. Algunas pilas se encontraron y se reciclaron, otras se hicieron pedazos sin que, dicen, se hayan detectado mayores problemas biológicos, e inclusive hay una linda batería en algún lugar desconocido a la fecha en el fondo del mar. Pero no hay que tener miedo, el envase sólo terminará de corroerse en setecientos años. Que se arreglen nuestros descendientes.

En este momento el vehículo llamado Curiosity, que entre paréntesis lleva un nombre más adecuado para una fábrica de trajes de baño por eso de ver lo que hay adentro que para un futurista engendro, perdón, ingenio, dedicado a la investigación, que camina por Marte a menos de dos centímetros por segundo.
El Curiosity lleva, como una hormiga culona, un paquete de óxido de plutonio de cinco kilos en su parte posterior.

Este plutonio no es exactamente el mismo que se usa en las bombas atómicas. Pero todavía es radiactivo, todavía más radiactivo, y, por lo que sé, un espantoso veneno, tal vez el más activo que exista. Las cantidades que se necesitan para matar un hombre son tan mínimas que si uno hiciera porciones cuidadosamente, con cinco kilos alcanzaría para matar a veintidós millones de personas. Claro que, nos dicen, no hay que temer esto ya que en ninguna condición real se podría distribuir el plutonio de este modo. A lo mejor en condiciones reales adecuadas moriría un milloncito nada más, o un centenar de miles, qué sé yo.

El problema para mí, con todas estas porquerías, es que las personas que terminan decidiendo qué hacer con ellas, son tristemente humanas. En general, ni siquiera científicos, aunque los científicos tampoco son una garantía.

Proyecto Manhattan
Hace tiempo descubrí que antes de hacer la primera prueba de una bomba nuclear, se discutía en el máximo nivel, entre tipos como Openheimer, Dirac, Einstein y otros de la misma calaña, si la reacción en cadena producida por el estallido de una bomba nuclear se detendría sola o si por lo contrario terminaría por volatizar a toda la tierra. No sé si queda claro, se discutía si la humanidad podría sobrevivir o no a un primer estallido nuclear de prueba. Y punto.
Los números no eran concluyentes. Todo hacía pensar que la reacción se detendría espontáneamente. Pero ¿y si no? ¿Quién podría asumir la responsabilidad de tamaño riesgo?
No os preocupéis, queridos amigos, siempre hay alguien que se anima. Y en este caso, de manera clásica, un militar que era el que dirigía el proyecto Manhattan. El tipo dio la orden y a otra cosa mariposa. Los resultados están a la vista. Por ahora seguimos zafando.

Pero volvamos al plutonio. La fábrica norteamericana de plutonio se puso muy en evidencia y los ecologistas pusieron el grito en el cielo. Por lo que no se produce más y tampoco se permite producir en ningún lugar de Estados Unidos. Así que, a vivir de las reservas. ¿Qué hacer, entonces dentro de un tiempo? Parece que los rusos tienen todavía bastante almacenado y ya se sabe que todo tiene un precio. Pero esas reservas adicionales durarían hasta el 2022.

¿Alguien dijo que se les podría ocurrir producir plutonio en algún país subdesarrollado con buen sustrato tecnológico? No, nadie lo dijo. ¿Entonces tiene sentido estar en guardia?
Si para muchos parece lógico armar un lindo lío previendo una re-re-elección de una presidenta que nunca mencionó el asunto, mucho más coherente me parece ir preocupándose por dónde se van a instalar las muy puercas fábricas de plutonio dentro de pocos años.

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