El Blog de Emilio Matei

lunes, 1 de abril de 2013

Pobres, ricos, golpe de estado y voto calificado

Los pobres votan a quien les da más


De todas las estupideces declamativas que se escuchan estos días, la de que los pobres votan a quién les da más, o a tal o cual candidato porque les conviene, es una de las mayores.

Ricos
Y digo estupideces porque no tienen ningún valor. No es ni una equivocación ni la expresión de otra vertiente ideológica, hasta la mayor parte de las veces es verdadero. Lo disparatado sería pensar, al menos en un mundo capitalista donde el propio éxito es el objetivo más preciado, que alguien vote en contra de sus propios intereses por alguna u otra razón. O ahora resulta que los ricos votan sólo por motivos morales o altruistas.

Los pobres votan al candidato que les conviene


Y la respuesta podría ser afirmativa. Los ricos tienden a convencerse de que sus razones están basadas en cuestiones morales y altruistas. El puritanismo les dio la justificación que necesitaban. Votar por la propia conveniencia es votar la palabra del Señor. La riqueza en sí es la demostración palmaria de que Dios los había preferido. Y esa preferencia debía estar basada en una razón suficiente. No iba Dios a premiar al réprobo, no cometería tamaño error. Por consiguiente el pobre lo era por la misma razón aunque de signo opuesto, si se quiere ser justo. Por algo será que el pobre es pobre. Con seguridad había sido castigado por Dios y por eso su condición.

Los pobres son inmorales


Pobres
Y ya que estamos, valdría la pena mencionar a la visión protestante, optimista y algo esotérica,  que venden los ricos, y que se expresa en el decir que si se desea algo lo suficiente y con suficiente obcecación, se consigue. En consecuencia el pobre lo es por la debilidad de sus deseos de progreso y por su inconsistencia. Si la pasa mal, él se la buscó.
En síntesis, el pobre debe quedar como tal. Y ya que estamos le podemos asignar todos los males. Empezando por lo poco confiable que es en el cumplimiento de los diez mandamientos.

¿Pero no era el reino de los cielos de los pobres? ¿No era que era más fácil pasar un camello por el ojo de una cerradura que que un rico acceda al paraíso?
Es evidente que los católicos, los papistas, están menos equipados para la modernidad. Desde el punto de vista puritano, sustrato moral del capitalismo, parece que hubieran permanecido en el medioevo.

Esto que escribí me parece que se parece a lo que en derecho se llama confusión. Uno es bendecido y maldecido al mismo tiempo por la pobreza o la riqueza. Qué lío, aunque hay que reconocer que la ambigüedad es esencial a cualquier libro sagrado, desde la Biblia hasta el I Ching. Los libros sagrados deben servir a todo el mundo, no importa cómo se sea o se piense.

Voto calificado o golpe de estado


A los poderosos les quedan dos salidas. La primera sería convencer mediante los mass media a los pobres de que voten por los intereses de los ricos. La segunda tiene varias variantes que van desde el voto calificado hasta el golpe de estado. Cualquier sistema que evite que las mayorías, que siempre son de pobres, voten según sus intereses propios. Intereses que por su naturaleza son chabacanos, bajos y egoístas: comer en lugares caros y buenos, viajar por todo el mundo, mandar a los hijos a escuelas de excelencia, sistema de salud de la más alta calidad, etc. 
Los intereses que corresponden, como cualquier persona decente tiene que saber, son los otros, los de los muy espirituales ricos. Que quieren lo mismo, pero en exclusiva.

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