Este artículo está dedicado a
los que insisten una y otra vez diciendo que pagan sus impuestos, por lo que
tienen tanto derecho a exigir como a tener privilegios respecto a los que,
supuestamente, no los pagan: los beneficiarios de los planes sociales, de los subsidios
y de otras prebendas que les resultan insoportables y nada más que una muestra
de populismo.
Toda la infraestructura de un
país está hecha en base a los impuestos. ¿De dónde saldría si no el dinero para
hacer puentes, caminos, hospitales públicos, salitas de primeros auxilios,
escuelas primarias y colegios, universidades e institutos e investigación? Y
quiénes son los que nunca pueden dejar de pagar los impuestos.
Curiosamente, y
pese a lo que la intuición diga, son
los más pobres. Son los que gastan todo lo que consiguen, sea por vía de
salarios en blanco o por alguna fuente informal o clandestina de conseguir
dinero, en comida y ropa, ya que no tienen mucho resto para hacer otro tipo de
gasto. El Impuesto al Valor Agregado, el famoso IVA, es pagado por todos los
consumidores. En particular los pobres, ya que ellos tienen poca posibilidad de
evadir mediante operaciones de compra venta o por dibujos contables.
¿Usará el transporte subvencionado de alguna ciudad? |
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Así que la asignación universal por hijo es al menos una devolución justa. Lo
mismo puede decir el jubilado que consiguió la jubilación aún cobrando la
mínima por no haber cumplido con los años por vía de la crisis o porque algún
empleador no se los registró. Por lo menos algo de los impuestos que pagan
inevitablemente esas personas, les vuelven.
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