Los alumnos de unas cuantas
escuelas secundarias de Buenos Aires, decidieron tomar los colegios en repudio
de la medida resuelta por el Gobierno de la Ciudad respecto a eliminar el estudio de la
historia en cuarto y quinto año.
Que una toma resulte inaceptable para la derecha, es lo que se puede
esperar. Cualquier acto en contra de lo instituido por gobiernos que los
representan y a los que respaldan, son inmediatamente repudiados con toda la
fuerza que les dan los medios de su propiedad.
Es la actitud que siempre toman
frente a las huelgas o los piquetes y cualquier forma que haya tomado en el
pasado y que tome en el futuro la expresión del descontento de cualquier capa
de la sociedad. Que no sean ellos mismos, por supuesto. Las manifestaciones caceroleras tienen coronita.
Hasta aquí, ninguna novedad.
Lo que preocupa es la posición
de progresistas que tienen posiciones más típicamente burguesas, de pequeña
burguesía, que de progresistas en sí. Esos que desde los programas de radio y
televisión más avanzados, critican la forma, la oportunidad o las características
de los movimientos populares que perturban sus viajes en taxi, su espacio
profesoral, su tranquilidad sobre qué es lo que está haciendo un hijo o una
hija o cualquier otra cosa por el estilo.
Señoras y señores progresistas:
Los agredidos suelen reaccionar y lo hacen como pueden o como saben. No siempre
como a ustedes les gustaría. Y estén seguros de que sus críticas sirven más para
demostrar quiénes son ustedes y qué piensan en el fondo que para ayudar a los
que están en la lucha. Tal vez un poco de autoanálisis les evitaría hacer algún
papelón.
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