Sigo pensando que la invasión a
Siria es inevitable. Lo digo después de ver un extenso programa dedicado a la
crisis humanitaria en CNN en español.
Refugiados sirios en el Líbano |
El programa recorre los campos
de refugiados de Turquía, Irak, Líbano y otros lugares con fronteras con Siria. Se deja
bien en claro que el número de refugiados es aproximadamente equivalente a la
población de Polonia. Lo que hace imposible que no se desestabilice la región.
Los refugiados son niños, maestros, mujeres y jóvenes que van y vienen entre la
guerra, los estudios y el reencuentro con sus familias. Las condiciones de esa
gente son deplorables, por más esfuerzo que hagan las organizaciones
internacionales que suelen ser atacadas, en sus caravanas que llevan remedios y
alimentos, por fuerzas tanto leales a Assad como rebeldes.
Contra lo que se hace cuando se
trata de mostrar las guerras que lleva a cabo el imperio, donde la sangre no
existe y los muertos se deben de enterrar solos porque no se ve ni uno, en este
caso si hay un regodeo en mostrar muertos, heridos y mutilados. A veces apenas
velados en una falsa discreción que no oculta nada.
Se muestran niños quemados por NAPALM,
ese invento perfeccionado por un sargento en la guerra de Vietnam, y cuyo uso
ahora constituye poco menos que un crimen de lesa humanidad. Ahora, ya que parece
que antes no. Lo mismo con respecto al uso de bombas de fósforo que producen
heridas espeluznantes por lo horribles y dolorosas y a los gases tóxicos y otras armas químicas,
que de seguro no inventaron ni fabricaron los sirios.
El programa de CNN en español
parece apuntar a la población norteamericana y a nadie más que a ella, en una
búsqueda de consenso interno, consenso que hasta el momento no existe. La
preocupación es de tipo electoralista, sin lugar a dudas. En el plano
internacional sólo se trata de negociar. Pero en el nivel interno, los votos
son los que cuentan.
¿Quién se resiste a una niñita
preadolescente contando como murieron sus hermanitos en un bombardeo de no se
sabe quién? ¿Cómo permanecer prescindente ante una madre que perdió al marido y
a sus hijos en el mismo cañoneo? Hay que conseguir que el profundo humanismo de
la sociedad norteamericana exija, demande, ruegue incluso de ser necesario, que
se intervenga en ese lugar donde mueren tanto inocentes: ¡Detengan la masacre
ya! ¡Bombardeen de una vez por el amor de Dios!
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