El Blog de Emilio Matei

viernes, 7 de junio de 2013

¿Es posible una derecha democrática fuerte?

Una oposición desunida y desorganizada, pero simpática
Frente a la descomunal fragmentación de la  oposición en Argentina, es común escuchar a miembros del oficialismo reclamar por una oposición que sea política, orgánica y, eventualmente, masiva, en condiciones de ser un interlocutor válido. Es bastante obvio que una oposición con tales características hoy en día sería de derecha. Pero pensar en una derecha luchando por medios democráticos para ganar el poder parte de una premisa que, en realidad, en países como Argentina es casi siempre falsa. Y no sólo porque la derecha sea por naturaleza antidemocrática, dado que basa sus políticas en la justificación de las desigualdades sociales. La derecha suele convertirse en democrática, o al menos aceptar algunas reglas de la democracia, cuando lucha contra otra derecha. Es decir, cuando la pelea política tiene que ver con distintos grupos de poder que actúan en el mismo espacio ideológico. Verbigracia, Estados Unidos.

En cualquier caso, para que la derecha se canalice a través de un partido democrático, debería ser una derecha nacionalista. Una derecha que pretenda vivir en el país y que se sintiera orgullosa por hacerlo, una derecha capaz de enfrentar al imperialismo y de oponer su propio capital al capital ajeno. Cosa que sucede sólo en alguna gente de derecha extrema, militarista, xenófoba y violenta. Grupos minúsculos por su propia idiosincrasia salvo cuando se cruzan los astros en coyunturas históricas muy particulares. De esas que dieron lugares a los fascismos.

En Argentina no hubo revolución burguesa. Aquí no hubo ni revolución francesa ni guerra de secesión. Todavía tiene una estructura en la que la derecha tiene características aristocratizantes, por lo que no está unida más que a sus ganancias, ganancias que pasaron a menudo de la explotación de la tierra a las finanzas, por encima de cualquier nacionalismo. De hecho, muchos de los propietarios de las tierras vivían en Europa y hasta, muchas veces, ni siquiera hablaban bien castellano. Igual que sucedía con terratenientes del Sur de Estados Unidos antes de la guerra de secesión.

Por supuesto, la derecha local cuenta con muchos miembros de la clase media que creen que por compartir ideales de los nobles se convierten ellos, a su vez, en aristócratas, mínimos señores feudales de sus propios negocitos pero con enormes pretensiones y con un gran deseo de mantener sus escasos privilegios. Pero con la actual distribución de la riqueza y su consiguiente reflejo ideológico, es improbable que lleguen a sumar, salvo coyunturas muy particulares, como dije antes, los suficientes votos como para ganar elecciones en forma honesta

Así que, volviendo al principio de esta nota, el reclamo por parte del oficialismo de una oposición unida y organizada, carece de sentido, es más bien un acto de soberbia o de vanidad, nada más. O, en todo caso, alguien lo dijo alguna vez y muchos lo siguen repitiendo sin pensar un poco en lo que dicen en realidad.

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