La muerte del dólar y la muerte del euro, ¿el fin del mundo?
Pongámonos
de acuerdo, ¿el mundo se acaba literalmente o sólo se rompe el pacto social?
Parece
ser que como siempre, no nos ponemos de acuerdo. O se acaba el mundo y lo único
que nos queda, como dice el proverbio, es esperar el último momento dedicados
al sexo, la única tarea que justifica lo que nos queda de vida, o se trata de
una metáfora de la ruptura del pacto
social con la muerte del euro y/o del dólar y el consiguiente descalabro de
todo el sistema.
Fin del mundo Antes de comenzar la partuza |
En el
primer caso, siempre que las predicciones mayas sean más confiables que las que
las antecedieron, no hay problema. Basta tener a mano a alguien, o mucho mejor a algunos, dispuestos a compartir nuestra húmeda teoría placentera y escaparles a los
místicos que, en trance de muerte, prefieren la oración y la abstinencia y se pierden lo mejor. La cosa es, como siempre,
cuando acude la metáfora. Eso es si el fin
del mundo corresponde a la devaluación completa de las monedas más
importantes. Ahí sí te quiero ver.
Juntar
comida no perecedera aunque se nos caigan los dientes, aprender primeros
auxilios para arreglar huesos rotos mientras avanza el cáncer, aprender a cazar
con cerbatana a pesar del enfisema, aprender de una vez por todas cómo se hace
para cambiar un enchufe aunque no haya electricidad, guardar linternas de esas
que no necesitan pilas aunque la conjuntivitis terminal nos deje ciegos,
armarse hasta los dientes, hacer túneles antinucleares, raptar a un amigo
médico clínico y a un tio manitas,
como llaman los españoles a los habilidosos con las cuestiones técnicas.
Hay
una larga y discutida lista de lo que hace falta atesorar mientras se espera el
cataclismo social. Pero no todo es paranoia clásica. Hasta hay gente muy cómoda que está segura del fin del mundo pero que no se hace demasiado
problema. Escuché a una señora norteamericana, redondita y cuarentona, que
decía que había que tener nafta en el coche y lo demás debía alcanzar para unos
cuatro días, lo suficiente como para irse hasta un lugar mejor. Al fin de
cuentas, siempre había un lugar mejor. Lo que tenía que tener en la cajita de los
imprescindibles eran curitas, alcohol, preservativos, algo para comer
preferiblemente rico y cosméticos. Porque que se acabe el mundo es una cosa y
estar hecha una bruja, otra muy diferente. Como se puede ver, el sentido común,
el pragmatismo, sigue siendo característica de la mujer norteamericana.
Mujer norteamericana previsora |
Nota: Hay gente que no entra en la categoría ni de los orgiásticos ni de los previsores, son los que esperan que vengan los platos voladores de otra galaxia a salvarlos. Qué vivos ¡Así cualquiera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario