El Blog de Emilio Matei

lunes, 17 de diciembre de 2012

El fin del mundo, preppers y survivalistes

Preppers en inglés o survivalistes en francés, todavía no sé cómo se llaman en castellano. Pero como está de moda, seguro que alguien le va a poner un nombre inspirado.

La muerte del dólar y la muerte del euro, ¿el fin del mundo?

Pongámonos de acuerdo, ¿el mundo se acaba literalmente o sólo se rompe el pacto social?
Parece ser que como siempre, no nos ponemos de acuerdo. O se acaba el mundo y lo único que nos queda, como dice el proverbio, es esperar el último momento dedicados al sexo, la única tarea que justifica lo que nos queda de vida, o se trata de una metáfora de la ruptura del pacto social con la muerte del euro y/o del dólar y el consiguiente descalabro de todo el sistema.

Fin del mundo
Antes de comenzar la partuza
En el primer caso, siempre que las predicciones mayas sean más confiables que las que las antecedieron, no hay problema. Basta tener a mano a alguien, o mucho mejor a algunos, dispuestos a compartir nuestra húmeda teoría placentera y escaparles a los místicos que, en trance de muerte, prefieren la oración y la abstinencia y se pierden lo mejor. La cosa es, como siempre, cuando acude la metáfora. Eso es si el fin del mundo corresponde a la devaluación completa de las monedas más importantes. Ahí sí te quiero ver.
Juntar comida no perecedera aunque se nos caigan los dientes, aprender primeros auxilios para arreglar huesos rotos mientras avanza el cáncer, aprender a cazar con cerbatana a pesar del enfisema, aprender de una vez por todas cómo se hace para cambiar un enchufe aunque no haya electricidad, guardar linternas de esas que no necesitan pilas aunque la conjuntivitis terminal nos deje ciegos, armarse hasta los dientes, hacer túneles antinucleares, raptar a un amigo médico clínico y a un tio manitas, como llaman los españoles a los habilidosos con las cuestiones técnicas.

Mujer norteamericana
previsora
Hay una larga y discutida lista de lo que hace falta atesorar mientras se espera el cataclismo social. Pero no todo es paranoia clásica. Hasta hay gente muy cómoda que está segura del fin del mundo pero que no se hace demasiado problema. Escuché a una señora norteamericana, redondita y cuarentona, que decía que había que tener nafta en el coche y lo demás debía alcanzar para unos cuatro días, lo suficiente como para irse hasta un lugar mejor. Al fin de cuentas, siempre había un lugar mejor. Lo que tenía que tener en la cajita de los imprescindibles eran curitas, alcohol, preservativos, algo para comer preferiblemente rico y cosméticos. Porque que se acabe el mundo es una cosa y estar hecha una bruja, otra muy diferente. Como se puede ver, el sentido común, el pragmatismo, sigue siendo característica de la mujer norteamericana.

Nota: Hay gente que no entra en la categoría ni de los orgiásticos ni de los previsores, son los que esperan que vengan los platos voladores de otra galaxia a salvarlos. Qué vivos ¡Así cualquiera!


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